El silbo en la isla más occidental

Oliver Quintín silva desde un mirador. (R.C.I.).

Romina Cabeza Izquierdo

Valverde —

Dicen que uno de los mejores lugares de El Hierro por cómo reproduce el sonido es el Mirador de La Peña, razón por la que Oliver Quintín nos espera allí. Durante año y medio, junto a otros vecinos como Rubén Armiche, han estado trabajando e investigando sobre el silbo herreño, con el objetivo de ofrecer datos certeros de mencionado lenguaje. Por dicho motivo, se reunieron durante meses con mayores de toda la isla, esos que conservan una parte importante de la identidad de un lugar. Gracias a ellos, ha sido posible la realización de un documental denominado El Hierro, el silbo que no murió, del que Quintín ha sido partícipe y que se estrenará en las próximas semanas.

Antes de comenzar la entrevista, decide mostrarnos cómo se silba en El Hierro y es precisamente en ese momento cuando nos cuenta que la diferencia principal de este silbo respecto al de otros lugares reside en la posición de las manos, donde se emite el sonido con la ayuda de los dedos índice y anular. Precisamente, esta técnica es la que tratan de aplicar todos los alumnos que acuden, junto con Quintín, a las clases de silbo que se imparten los sábados en El Mocanal.

Admira su isla, de ahí que ello le haya animado a indagar en las raíces del silbo herreño, dejando siempre constancia de algo y es que nunca le han gustado los enfrentamientos de ningún tipo, por esa razón nos cuenta la única intención, rescatar un lenguaje que no solo fue utilizado por los pastores, sino también entre vecinos para comunicar el fallecimiento de alguien o la forma en la que en ocasiones se llamaban a los niños. Con solo unos minutos de conversación, este herreño refleja su humildad al hablar del tema en el que tantos datos ha tratado de buscar desde 2016.

Origen del silbo herreño

– Según la información con la que cuentan hasta el momento ¿Cuándo se puede afirmar que comenzó a utilizarse el silbo en la isla?

– Podemos decir que es posible que el silbo haya venido a través de los pobladores del norte de África, desde ese entonces, es decir, con los primeros habitantes de las islas. Su uso fue debido no solo por la orografía, sino por la distancia y la necesidad de comunicarse.

Un lenguaje que en cada lugar presenta sus propias peculiaridades y nos muestra que debemos esforzarnos por mantenerlo.

– Con las primeras publicaciones del silbo herreño también han llegado las críticas ¿Cómo las has llevado?

– Con esta pregunta seré muy breve porque lo tengo claro desde hace mucho tiempo, si las críticas no son constructivas trato de apartarlas a un lado.

Desde la isla de El Hierro solo se pretende mantener una cultura, un signo de identidad. Por esta razón no hablo de recuperación, puesto que el lenguaje silbado sigue vivo, entonces hablamos de mantener y cuidar algo con lo que ya contábamos y reitero, queda mucho trabajo por hacer, pero que sin duda, seguiremos.

Una labor en la que hemos recopilado información, no solo yo. Este ha sido un trabajo en conjunto, un trabajo en el que hemos puesto muchas ganas e ilusión. Si las cosas se hacen de este modo, salen bien.

Nuevo documental

– El documental sobre el silbo herreño que en breve verá la luz va destinado para todos los públicos, pero a la hora de su realización ¿Cuál fue el objetivo?

– Uno de ellos es el reconocimiento innegable de este lenguaje en la isla del meridiano, más importante aún concienciar a los más jóvenes. Al fin y al cabo los mayores, aún muchos lo mantienen fresco en la memoria, pero sí es verdad que nos gustaría llegar a un público joven, enseñarles un trocito de su cultura y que sepan valorarla y protegerla.

Aunque hace veinte años no hablábamos del silbo herreño, la realidad es que siempre ha estado ahí, que nuestros abuelos lo utilizaban.

– ¿Cómo surgió la idea de investigar en esta temática?

– Comenzamos la investigación a raíz de las clases que se han impartido en el Centro Cultural de El Mocanal, a finales de 2016. Realmente, a todos los alumnos nos picaba la curiosidad de saber cuantos silbadores quedaban vivos en la isla de El Hierro y cuantas personas conocían el lenguaje silbado aquí. Así es que, por decirlo así, eso fue lo que encendió la mecha y a partir de ese momento, nos planteamos una investigación que en un principio comenzó como algo pequeñito, porque no teníamos muchos recursos y lo que pretendíamos, principalmente, era dejar constancia de lo que fue en su momento una parte importante de la cultura herreña.

Con nuestro trabajo, queremos que no se pierda, que los más jóvenes continúen aprendiendo y practicando el silbo herreño y sientan orgullo de ello.

Esos primeros pasitos fueron gracias a una pequeña cámara con la que fuimos grabando a los vecinos, lo cual costó en su momento mucho trabajo, pero así es como surgió esta idea de la que hoy estamos muy contentos y satisfechos por los resultados obtenidos.

– Una investigación en la que han invertido tiempo y en la que han partido con muy pocos datos previos, ¿qué fue lo más complicado?

– Sin duda, para mí lo más complejo tanto a nivel de investigación como a la hora de poder grabar todo el material audiovisual ha sido la confianza, el ganarnos la confianza de todos aquellos silbadores de la isla, así como de las personas a las que entrevistábamos y que tenían constancia de este lenguaje.

Cuando preguntábamos por el silbo a muchas personas mayores, encontrábamos dos partes, el de aquellos que se animaban a contribuir con nosotros contándonos todo, y los que a raíz de nuestras cuestiones los trasladábamos a otra época, donde la vida no era nada fácil, notábamos que algunos reculaban un poquito y nos decían “de eso prefiero no acordarme, porque eran tiempos malos”. Y te digo que ese tipo de respuesta impacta mucho, porque ahora quizás desconocemos todo por lo que pasaron nuestros abuelos. En mi opinión, eso fue lo más complicado.

– En todo trabajo de esta índole, se llegan a unas conclusiones. ¿A cuáles han llegado ustedes?

– El silbo herreño tiene una característica muy singular que hace que se diferencie notablemente del resto de silbos, encontramos varias posturas en los silbadores, pero es cierto que una de ellas podemos decir que es la “generalizada”. Consiste en emitir el silbo ayudándose de los dedos índice y anular de una sola mano, dejando el meñique y corazón estirados. Ello da lugar a que el sonido suene de una manera más aguda. También se suma la entonación del habla natural de la isla, y la pronunciación de las eses intermedias y las finales, marcando notablemente así una gran diferencia.

Como conclusión queda muchísimo trabajo por hacer, muchísimo. Muchos pueblos y vecinos por visitar, por hablar con ellos, por entrevistarlos y que nos cuenten. Además, tengo que destacar que quedan numerosos conocedores del lenguaje silbado en la isla, el documental que hemos elaborado es solo un adelanto a modo síntesis. Es fundamental, evitar que mueran nuestras tradiciones y para que esto no ocurra quiero despedirme como mejor lo podría hacer en este caso silbando y haciendo referencia al trabajo que hemos hecho con tantas ganas: “El Hierro, el silbo que no murió” (silba).

Etiquetas
stats