Filius Dilectus Palmae

Julio M. Marante

31 de mayo de 2025 18:51 h

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Este jueves, 5 de junio, será un día de regocijo para el amigo Anelio. Su nombramiento como Hijo Predilecto de la Isla, distinción concedida por el Cabildo de La Palma, nos llena como palmeros de legítimo orgullo. Así es que intentaré ensamblar algunas palabras para referirme a este hecho. Anelio Rodríguez Concepción es doctor en Filología Hispánica y ha ejercido como docente de Lengua y Literatura de Enseñanza Media, siendo el profesor de muchos de nuestros hijos. El cúmulo de experiencias vertidas en esa etapa de sus vidas formará parte de ellos para siempre, porque me consta que en esa tarea, de forma expresiva y pedagógica, Anelio sacudió mentes para despertar inquietudes, mitigar dudas y alejar el conformismo. Por eso, aquellos que fueron sus alumnos conservan un recuerdo imborrable de su honrosa y ejemplar tarea. A los maestros ricos en sabiduría, siempre les quedará todo lo que reparten o, cómo decía el profesor Carmelo Duarte, el que transforma lo que aprende en alimento de lo que siente y piensa, deja su retrato en las alumnas y alumnos a los que enseña. Y eso, ya es un premio querido amigo, porque en ti se refleja, creo que te lo he dicho alguna vez, la síntesis más expresiva, elocuente y pedagógica de quien entrega su vida a la docencia en la más pura e innata condición de educador. Y en esto, el amigo Anelio se lleva la palma, aunque siempre jugó con la ventaja de ser un buen comunicador aducido por la literatura y el poder de la palabra. Recuerdo, siendo yo director de Radio-cadena española, su llegada a mi despacho acompañado de Amado González, interesados ambos en la comunicación radiofónica por la que mostraban, con vitalidad juvenil, un contagioso entusiasmo. Traían un proyecto bajo el brazo: POTAJE. Aquel magazine de tarde cargado de curiosidades, música y entrevistas fue un aprendizaje para ambos y una forma novedosa en nuestra Isla de hacer radio. La atención y las emociones de aquellos primeros contactos con el oyente acabaron con el miedo al micrófono, y el interés, el entusiasmo y la posterior satisfacción bloquearon toda vergüenza. Aquel programa innovador predijo el futuro de sus jóvenes conductores: Amado pasó pronto a formar parte de nuestro equipo, y Anelio, un conversador nato, se llevó en el alma el arte de la comunicación como experiencia para nuevos cometidos. Y es que, “La Emisora”, la casa encantada de algunos de sus recuerdos había dejado, ya para siempre, una profunda huella en su vida. Luego, durante algunos años llevaría la dirección de la revista literaria “La Fabrica” (con autores y obras que, además de entretener a sus lectores, destacaba por su profundidad y calidad literaria), posteriormente, nos mostraría su capacidad comunicativa departiendo con tertulianos y público en actos culturales organizadas por la Fundación CajaCanarias, en los que fue mitad anfitrión, mitad moderador… La literatura, el cine, el teatro, la música, la pintura…, hasta el deporte, con aquella entrevista al entonces seleccionador Vicente del Bosque, demostraron lo que había sido siempre, un conversador locuaz y ameno. El remate de sus intervenciones públicas suscitaba el comienzo de otras, y también en clase con sus alumnos hacía gala de imaginación y de un enorme talento creativo. Con esas herramientas impartía Lengua o enseñaba a escribir a sus pupilos; le brillaban los ojos en la presentación de sus libros, o irradiaba emoción en un recital de poemas… En todas y en cada una de las facetas practicadas, Anelio Rodríguez Concepción demostró siempre la habilidad dialéctica del narrador analítico, culto e ingenioso. Por eso, cuando escribe y cuenta cosas, los relatos y los temas que aborda, además de interés y curiosidad, generan emociones. Se trata por tanto de una narrativa rica que le ha ayudado a conocer los secretos del oficio. Puede referirse a “La tradición insular del tabaco”; avisarnos de como “La Ciudad se rompe y se levanta”; ser capaz de entregarnos una “Relación de seres imprescindibles”; o de escribir “Ocho relatos y un diálogo”. Con nostalgia nos recuerda los “Poemas de la guagua”, o nos habla de “La Habana y otros cuentos”. Puede fustigar nuestra inocencia con “La abuela de Caperucita”; o de emocionarnos con “El león de Mr. Sabas”. Es capaz de llevarnos a la ensoñación con sus “Vigilias”, y de mostrarnos, ya de día, “La Historia Ilustrada del Mundo”. Al final, transforma lo que aprende, en alimento de lo que siente y piensa, y va dejando su retrato en todo lo que enseña, siempre con una sonrisa sana y sin dobleces, porque en esto también el amigo Anelio es una revelación de autenticidad. Por ello, además de llevarse la palma como enseñante, podemos distinguirle también con el laurel de escritores y poetas. 

Conocedor de los usos, costumbres y comportamientos sociales de la tierra que le vio nacer, de su boca han salido opiniones siempre atinadas, buscando el bienestar colectivo. Anelio Rodríguez Concepción puede presumir de conocer a los palmeros y el ajetreo de su vida diaria, de convivir con el paisaje y el paisanaje; de transitar esquinas donde cada rincón cuenta una historia, y de sentirse moldeado por familiares y amigos. De ahí, que podamos afirmar que al amigo Anelio le han sostenido las raíces de una tierra “contada y cantada” en versos, relatos y canciones… No debemos olvidar que ha compartido escenario con la emblemática agrupación TAJADRE, una muestra más de su identidad cultural como palmero vinculado a la tradición y el folklore. 

ANELIO RODRIGUEZ CONCEPCIÓN “HIJO PREDILECTO DE LA ISLA” (Filius Dilectus Palmae). Me adhiero sin reservas a un acuerdo con tintes de homenaje. Decía Carmelo Duarte que a los escritores se les encuentra en lo que escriben y en lo que viven… Y en esta tierra nuestra, además de su sonrisa afable y el gesto socarrón, nos queda su palabra, sus publicaciones, el haber sido moderador en espacios de reflexión y debate: conferencias, presentaciones y coloquios… y, en las neuronas de quienes fueron sus alumnos, también quedan los conocimientos que como docente ha impartido. 

La RAE define PREDILECCIÓN como el cariño especial con que se distingue a alguien o algo entre otros. Así que el título que recibirá dentro de unos días, permitirá a Anelio Rodríguez Concepción cumplir con creces, el sueño de ser querido por la gente de su Isla, pues durante toda su vida La Palma ha sido para él, cuna y destino. Se lo merece. 

Julio M. Marante