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El lobby ecologista mueve los hilos

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Lobby es una voz inglesa que se utiliza para denominar aquel grupo de personas social y económicamente influyentes que ejercen su poder a favor de unos intereses comunes. Por ejemplo, se dice comúnmente que el lobby judío en Estados Unidos, de gran poder económico, condiciona las decisiones políticas internacionales que afectan al Estado de Israel. También se rumoreó en su día que la presión de un lobby gay dentro del Vaticano había precipitado la renuncia del pontífice Benedicto XVI, no es broma. Pues bien, ese es el concepto. Parece ser que existe un soterrado lobby ecologista que mueve los hilos de la economía en La Palma. Se culpa a este movimiento de la parálisis empresarial, del desempleo, de la falta de alternativas y de los planes mal hechos. Lo que no sé es si ellas y ellos se habrán enterado de su poder omnímodo, de su capacidad para desbaratar la voluntad popular y para controlar los medios de comunicación.

Es posible que el tiempo en que vivimos nos exija un poco más de seriedad y criterio, yo creo que sí, que tenemos que subir el listón, opinar sobre la base del sentido común y del respeto y, sobre todo no caer en el ridículo. Las últimas horas nos han traído unas declaraciones sorprendentes de Gregorio Alonso, alcalde de Fuencaliente, en las que ataca a los ecologistas llamándolos “acomodados que no quieren el desarrollo”. Qué quieren que les diga, esto, en el año 2013, es lamentable.

El movimiento ecologista es otra cosa que decir “no a todo”, porque existen grandes empresarios con principios ecológicos en la agricultura y en la ganadería, hay millonarias inversiones en energías limpias, hay ecologistas altos y bajos, ricas y pobres, feos, guapas, ecologistas funcionarias y ecologistas peones de obra, incluso hay constructores ecologistas, porque el ecologismo reúne unos determinados criterios de desarrollo social, de crecimiento social, de bienestar económico y humano que a Gregorio Alonso se le escapan porque ha demostrado que es incapaz de ver más allá de su propio criterio, y lo ha hecho con muy mala educación y con mucha bajeza moral, pues llamar “acomodados” a parte de la ciudadanía desde un sillón consistorial es insultante e intolerable. Pero Alonso va más allá, y conmina a los ecologistas a marcharse a discrepar a otras islas, se ve que no le gustan las injerencias en su política. Yo no sé cómo se organizan los grupos ecologistas, si van rotando por las islas en células clandestinas o si se acomodan allí donde más desastre ambiental sienten, siempre pensé que alguien vive en un lugar porque le toca o lo decide y si algo le molesta o no está de acuerdo pues lo expresa libremente, cuanto más alto y claro mejor. La cuestión es que en Fuencaliente tienen un plan, un Plan General de Ordenación que contempla un campo de golf que genera debate, un debate sano en el que el alcalde ya se ha posicionado con escasa elegancia pero con toda legitimidad.

Yo no soy ecologista de carnet, así que no sé si entro en el saco de los conspiradores, tampoco estoy acomodado, más bien soy de economía precaria, pero quiero entrar en el debate como hombre libre opinando que el modelo que se propone en Fuencaliente caducó en los noventa, el golf está muy lejos de ser una idea moderna, revolucionaria y generadora de riqueza. ¿Las islas con campos de golf no tienen el mismo índice de paro? Lanzo esta pregunta porque no sé la respuesta, tampoco sé en cada caso quién se lleva los beneficios, si sus propietarios son isleños y en cuánto repercute al erario público, pero considero que la ansiada diversificación económica es otra cosa distinta a ponerle una alfombra roja a todo el que llegue con un maletín repleto, del cual la gente de a pie no va a catar ni el tacto ni el olor de los billetes.

El ecologismo no es sembrar cuatro papas, atrincherarse en una cueva y renegar del progreso, no, el ecologismo se alimenta y trabaja desde y para el progreso, por favor seamos serios, parece mentira que sigamos moviéndonos en estos términos, el ecologismo no decide nada, sólo mueve conciencias (sólo, casi nada), Gregorio Alonso no debe tenerle miedo, si este plan se le cae será por su propio peso y no por dos pancartas y cuatro folletos. Abramos la mente y entendamos que la sociedad ya ha cambiado, la economía ha mutado, las tendencias turísticas son otras muy diferentes a las de hace veinte años. Un campo de golf de veintisiete hoyos y un hotel de cinco estrellas lindando con el pinar de Fuencaliente, ¿de verdad nos lo creemos?, ¿somos capaces siquiera de visualizarlo? La isla debe cambiar, nos estamos deshaciendo en un sumidero de falta de ideas y de iniciativas, pero lanzarnos al golf a tumba abierta es como querer apagar un incendio rociando gasolina.

Y a quien le toque defender cualquier proyecto desde la administración, por favor, hágalo con un mínimo de respeto.

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