Canarias Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

Canarias frente al espejo energético (I): ¿reaccionar o transformar?

0

Estos días hemos tenido la posibilidad de acceder, por fin, al informe de cobertura del sistema eléctrico de Canarias para el periodo 2024-2028. Un documento técnico, sí, pero que en el fondo nos habla de algo profundamente político y humano: la seguridad de nuestro suministro eléctrico, y con ella, nuestra forma de vida.

El diagnóstico es tan claro como preocupante: si no se instala nueva generación térmica de forma urgente, el sistema eléctrico canario no podrá cubrir la demanda en los próximos años con garantías. Así lo afirma Red Eléctrica de España, que calcula cuánto hay que reforzar en cada isla para evitar apagones y mantener la estabilidad del sistema. El problema es que, una vez más, la única solución que se nos ofrece es mirar hacia atrás.

Porque el planteamiento del informe, aunque preciso desde el punto de vista normativo, parte de una lógica antigua: añadir más grupos térmicos, los de siempre, para mantener todo como está. Apenas se menciona la gestión de la demanda, el autoconsumo, los vehículos eléctricos, los bombeos reversibles o las baterías. Se reconoce que la energía solar y eólica crecerán, pero también se advierte de que podrían ser un problema por su variabilidad.

¿Y si dejáramos de ver la variabilidad como una amenaza y empezáramos a tratarla como una oportunidad? ¿Y si por fin empezamos a diseñar un sistema más moderno, más distribuido, más resiliente?

En este sentido, el informe no está a la altura del momento histórico que vivimos. Nos enfrentamos a una emergencia climática que exige decisiones valientes. Y sin embargo, lo que se nos propone es seguir ampliando el mismo tipo de generación que nos ha traído hasta aquí. Como si con cada grupo térmico nuevo se pudiese alargar indefinidamente un modelo energético que ya no da más de sí.

Esto no va solo de cifras y megavatios. Va de entender que Canarias puede y debe ser un referente internacional en sostenibilidad energética. Tenemos sol, tenemos viento, tenemos tecnología, y sobre todo, tenemos urgencia y motivación para hacer las cosas de otra manera.

El informe señala que ya en 2024 comenzarán los problemas. Pero esa urgencia no puede ser la excusa para no cambiar nada. Al contrario, es la oportunidad perfecta para hacer las cosas bien. Para repensar el sistema con audacia, con sentido común y con el foco puesto en el largo plazo.

No basta con cubrir la demanda. Hay que hacerlo sin hipotecar el futuro. No podemos seguir respondiendo a los desafíos del presente con recetas del pasado. Necesitamos una planificación que ponga por delante la flexibilidad, el almacenamiento, la inteligencia de red y la adaptación de la demanda. Una estrategia que mire a 2040, no a 1990.

Estamos a tiempo. Pero solo si dejamos de parchear y empezamos a transformar. Porque si no lo hacemos ahora, ¿cuándo?