Canarias Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Las pruebas de que el Hospital de Torrejón elegía a pacientes rentables
Preguntas para el PSOE: ¿escuchan a sus feministas?, ¿por qué callan los hombres?
OPINIÓN | 'El Gobierno y el Real Madrid', por Antón Losada

Pepe Juan Santana y la política como vocación

14 de diciembre de 2025 19:25 h

0

Tuve el placer de disfrutar de una cena distendida con Pepe Juan Santana y Rita Navarro tras la inauguración del nuevo Ateneo local de Nueva Canarias-Bloque Canarista en el municipio de San Bartolomé de Tirajana. Un ateneo que servirá para reactivar una asamblea local histórica para la izquierda nacionalista canaria, que protagonizó la verdadera transformación social, económica y popular de uno de los municipios más ricos de Canarias. 

A esa transformación contribuyó, sin lugar a dudas, José Juan Santana Quintana, conocido popularmente como “Pepe Juan”, alcalde de San Bartolomé de Tirajana desde 1991 a 2001. Licenciado en Geografía e Historia, su vida profesional la dedicó a la noble labor de archivero municipal en el Ayuntamiento de su municipio, siempre rodeado de papeles que cuentan la historia pasada y viva del sur de Gran Canaria.

De tono tranquilo y poco dado a ponerse a hablar si nadie le ha preguntado antes, Pepe Juan me contó sobre su recorrido político. Desde el movimiento vecinal en su Tunte natal, que ejercía de contrapoder al hegemónico alcalde Paco Araña, hasta su coincidencia en el Instituto de Agüimes con otros personajes históricos de la izquierda canaria como Antonio Morales y Carmelo Ramírez. Allí se adentró en la recién iniciada Asamblea de Vecinos, que posteriormente desembocaría en Asamblea Canaria. Una militancia, la suya, que no estaba ligada tanto al cristianismo de base como a una conciencia política marxista y autodeterminista.  

Esa conciencia política explica que, durante su etapa universitaria en La Laguna, simpatizara con el Partido de Unificación Comunista de Canarias (PUCC), donde militó junto a miembros destacados de la izquierda canaria como Pablo Ródenas. Un período en el que se dio cuenta de la necesidad de un proyecto popular y progresista estrictamente canario que reivindicara el hecho nacional de un pueblo que, por aquel entonces, presentaba índices de enorme pobreza y atraso económico. 

A finales de los 80, en el sur de Gran Canaria aún convivían las tradicionales cucañas de los tomateros y el chabolismo junto a la expansión del desarrollismo turístico y urbanístico. Dos realidades que coincidían pero no se tocaban, y a las que había que poner orden y sentido desde las instituciones públicas democráticas. 

Quizás la gran tarea de Pepe Juan y de la izquierda nacionalista canaria en Gran Canaria fue la de transformar municipios con altos índices de pobreza —como San Bartolomé de Tirajana, Agüimes, Santa Lucía de Tirajana y Telde— en motores económicos de primer nivel, pero no a cualquier precio ni de cualquier manera. Me atrevo a decir que esta generación de dirigentes de izquierdas fue la última generación que desempeñó su labor desde una clara conciencia de clase y con una identidad construida desde lo rural, antes, mucho antes, de que llegaran los turoperadores, las constructoras y los guiris

“800 viviendas públicas en 10 años”, me recalcó Pepe Juan cuando abordamos el problema de la vivienda en el municipio y en Canarias. 800 familias que han podido construir su hogar en su tierra. 800 viviendas dignas para los nuestros, para los de aquí. Muchas de ellas llegan a medir 200 metros cuadrados, algo inimaginable para alguien de 35 años como yo, que sólo puedo aspirar a vivir en una casa de 50 o 60 metros cuadrados por 200.000 euros como mínimo. 

¡800 viviendas públicas en 10 años vienen a ser 80 viviendas públicas cada año! La naturalidad con la que me explicaba la política de vivienda desarrollada bajo su mandato es la de alguien que, se nota, no busca reconocimiento ni galardones, sino que se maneja con la sencillez del empleado público movido por el servicio a su pueblo. 

En algún momento de la cena pensé que podría seguir toda la noche escuchando y aprendiendo de Pepe Juan. Si algo me reconforta de esta nueva responsabilidad como secretario nacional de Organización de Nueva Canarias-Bloque Canarista, es la posibilidad que tengo de conocer a miembros históricos del nacionalismo canario con anécdotas y vivencias que me ayudan a construir una cultura militante, genuina y con identidad. Una identidad política que se puede ver y tocar en cada vivienda pública construida, en la defensa de la cultura, en el desarrollo de infraestructuras como bibliotecas, canchas deportivas o escuelas infantiles. Una identidad que trasciende las modas y las coyunturas. Una identidad política que sobrevive. 

Después de la cena, tengo la certeza de que Pepe Juan Santana representa fielmente el perfil del político ideal que el sociólogo Max Weber desgranó en su obra La política como vocación: pasión y entrega a una causa; sentido de la responsabilidad; mesura y desprecio a la vanidad del cargo. 

Y añado: Pepe Juan Santana es uno de los últimos políticos que tienen obra. Que tienen algo que contar y a quien vale la pena sentarse a escuchar con atención. Este acto tan sencillo es hoy inusual en una clase política que no pasará a los archivos históricos precisamente por su contribución a la transformación real de su pueblo. 

Pero este es el momento que nos ha tocado vivir. Y encuentro en estos perfiles históricos una ventana de luz en medio de la saturación que genera la turbopolítica actual. Una oportunidad para ver que no todo está perdido y que hubo gente que entendió la política y la democracia como forma de sumar esfuerzos colectivos y mejorar la vida de nuestra gente en tiempos en los que todo estaba por hacer. Si ellos y ellas pudieron, ¿qué nos lo impide a nosotros?