Espacio de opinión de Canarias Ahora
El San Valentín de la ultraderecha
En la primera semana de febrero se reunieron en Madrid los líderes de la ultraderecha europea. En sus declaraciones, más allá de alabar lo que está sucediendo en América, primero con Milei y ahora con Trump, explicaban que el modelo de sociedad que plantean se basa en la eliminación de paguitas y parásitos que nos empobrecen, en una política migratoria dura, que acabe con el peligro que para nuestras sociedades europeas supone la sustitución de población local por población “de fuera”, que tiene otros valores distintos, y “la defensa de la familia tradicional”. Aunque los primeros apartados dan para otra reflexión, me voy a centrar aquí en qué quiere decir eso de que “hay que defender la familia tradicional”. Si hay que defenderla, es que se supone que está amenazada. ¿Es cierto que la familia tradicional esté amenazada?
Quien alguna vez haya vivido los días cercanos a San Valentín sin pareja quizá haya tenido la sensación de ser un paria: la sociedad está hecha para la gente que está en pareja, y quien no lo está es raro(a). No es tan sólo una sensación: según los últimos datos disponibles, la Encuesta Sobre Relaciones Sociales y Afectivas Pospandemia, llevada a cabo por el CIS y publicada en marzo de 2023, el 68% de la población española está en una situación que podría considerarse de pareja: “Mantiene una relación afectiva y sexual con una persona con la que comparte un proyecto común”. Y parece darse una tendencia, el porcentaje es más bajo entre los más jóvenes. Entre el grupo de población de entre 18 a 25 años el porcentaje baja al 55,8%, mientras que aquellos que declaran “mantiene relaciones sexuales sin compromiso ni proyecto común” sube hasta el 12,9%. Por el contrario, si tiene usted entre 35 y 65 años y no tiene pareja, es verdaderamente un bicho(a) raro: menos del 10% de la población está en esa situación en esa franja de edad. La cosa cambia a edades más avanzadas, más que nada porque las parejas van falleciendo y no siempre quienes se quedan viudos o se divorcian con más de 65 están con ganas de volverse a emparejar. La gente joven, a veces, tiene “relaciones de prueba”, y luego, mayoritariamente, se pasan la vida en pareja, cosa que a mí no me parece tan distinta de lo de “la familia tradicional”. Vale, puede que no tan tradicional, porque las parejas ya no son hasta que la muerte nos separe, y hay quien prefiere divorciarse a permanecer en una pareja que no funciona, no digamos ya si hay casos de maltrato.
¿De dónde viene la sensación de que la familia tradicional está en crisis? En un extremo, podría pensarse que el que se haya convertido el algo “normal” que quienes tengan menos de 25 mantengan relaciones sexuales pese a no tener un proyecto en común, y ya me dirán cómo pueden tener proyectos la gente a esas edades, es una ruptura del modelo tradicional para quienes pensaban que las relaciones sexuales no debían tenerse hasta que uno se casaba (y por la iglesia, a ser posible). Como reacción a esta encuesta un medio titulaba: “El 41,4% de los españoles, a favor de las relaciones sexuales fuera de la pareja sin vínculo sentimental”. La falta de formación sociológica en los medios españoles es ya proverbial. En realidad, lo que contestaban quienes respondían a esa encuesta era estoy de acuerdo con la afirmación “una persona puede mantener dos o más relaciones afectivosexuales a la vez”. ¿Quiere eso decir que estén a favor de ello? ¿Cuántos hijos e hijas de familias tradicionales han descubierto, llegada cierta edad, que su padre (o su madre, tanto da), además de estar con su otro progenitor tenía una relación extramatrimonial? Y, por más que les doliera, y no estuvieran a favor de ello, no podían dejar de reconocer lo que es un hecho. En la misma encuesta, el 22,2% de las personas entrevistadas afirmaban estar muy en desacuerdo con la afirmación se pueden tener relaciones sexuales con alguien sin querer a esa persona, mientras que un 15,7% afirmaban estar “muy de acuerdo” y un 53,2% estar “muy de acuerdo”. ¿Cómo se interpretan estos datos? Yo creo que, claramente, quienes afirmaban estar de acuerdo con esa afirmación, más que decir que les parecía estupendo, sencillamente reconocían un hecho: puede haber sexo sin amor (quizá haya un 22,2% que siga pensando que eso es imposible).
Obviamente, aunque pueda darse el sexo sin amor, nadie le obliga a usted a tener sexo con alguien hasta que no sienta amor. De la misma manera, aunque alguien pueda mantener relaciones sexuales con personas de su mismo sexo, o con dos personas a la vez, o con personas con las que aún no se ha casado, nadie le obliga a usted a hacerlo si no quiere. No es que la “democracia liberal” esté en peligro, es que podemos decir que ha pasado a mejor vida. La democracia liberal se asociaba a la creencia en que podíamos construir una sociedad en que distintas maneras de entender la vida (también, por supuesto, la sexualidad) convivieran de manera pacífica. Parece que eso ya no es posible, y que a las “familias tradicionales” que haya quien opte por otros estilos de vida les parece un atentado contra sus valores. Entre la ultraderecha hay muchos divorciados(as), personas que han tenido relaciones sexuales sin haber estado casados(as) e incluso homosexuales. ¿De verdad quieren volver a una “familia tradicional” en que ese tipo de comportamientos o no era posible o te podía hacer terminar en la cárcel? Creo que, sencillamente, los líderes de la ultraderecha han tenido mucha suerte en amores y no recuerdan la última vez que pasaron un San Valentín sin pareja. Si les hubiera pasado, y hubieran experimentado lo que se siente al estar solo/a en una sociedad hecha para las parejas (familias), creo que no se atreverían a decir que estas estén en crisis.