Taghazout, la amenaza para el turismo canario

Sergio Sánchez / Sergio Sánchez Rivero

A principios del año 2006 la prensa marroquí y la canaria coincidían en destacar una misma noticia, la de la adjudicación en una localidad costera cercana a la ciudad de Agadir, en Marruecos, de un ambicioso proyecto turístico en la que participaban dos empresas canarias, Satocan y Lopesan. Aquella operación de inversión se presentaba como todo un hito en las relaciones de cooperación entre Marruecos y Canarias para procurar un desarrollo turístico acorde con los intereses de las dos regiones. Siete años después de aquella noticia en Taghazout poco ha cambiado.

Las empresas canarias se retiraron ya hace tiempo del proyecto, como la principal adjudicataria inicialmente, la empresa americana Colony Capital. Su lugar lo ha venido a ocupar la Sociedad de Acondicionamiento y Promoción de Taghazout, un ente integrado exclusivamente por capital marroquí que asegura que en menos de un año entrará en funcionamiento el primero de los hoteles que se pretenden construir en la zona. Se podrá vislumbrar entonces el futuro de un modelo turístico que por su proximidad no puede pasar desapercibido para el mercado canario, frente a la que se sitúa como un potente competidor.

“Como destino turístico Taghazout está hecho y pensado para surferos, no creo que mucho más; compararlo con Canarias no tiene mucho sentido porque aquello es un pueblo, no tiene las infraestructuras de las Islas, pero precisamente ahí está su encanto. Yo lo veo como éramos nosotros hace 30 años. Está claro que si transforman el paisaje en hoteles, avenidas y terrazas, sería como Canarias”. Esta reflexión es de Mónica Molina, una joven grancanaria que ha tenido oportunidad de disfrutar recientemente de los atractivos actuales de Taghazout. Desconocedora del proyecto previsto en la zona hasta que el periodista le informa, Mónica asegura que lo que más le ha gustado de Taghazout ha sido “su autenticidad”. Y se explica: “No hay grandes hoteles, ni grandes superficies; lo agradable de la zona es que tienes la sensación de estar conociendo cómo es esa parte de Marruecos”.

Mónica, junto a su hermana Penélope y su amiga Dina, eligió Taghazout para pasar una semana de vacaciones atraída por las buenas referencias de un amigo surfero, canario como ellas, que encontró una alternativa a las olas de Canarias unos cientos de kilómetros más al este, en plena costa africana. Seducidas por la idea de conocer ese paraje natural donde practicar deporte al tiempo que poder conocer un destino sugerente por lo que aporta una cultura y un paisaje distintos, las tres muchachas se conectaron a internet y navegaron hasta encontrar una propuesta que les pareció interesante.

“Nos metimos en la página web de Dfrost Almugar Surf House y nos encantó el paquete que denominan surfer's girls week”, explica Mónica. “Por 399 euros”, continúa, “te ofrecen durante una semana alojamiento, desayuno, almuerzo a base de sandwiches en la playa, cena, excursión a Marrakech y al Paradise Valley, visita a un típico hamman marroquí y barbacoa el domingo y, por supuesto, clases de yoga y surf cada día”.

Cada semana llegan a Taghazout decenas de jóvenes surferos deseosos de combinar la práctica de su deporte favorito con la posibilidad de hacer turismo en un lugar que atrae por su buen clima, su paisaje natural y su cultura diferente

La oferta fue lo suficientemente tentadora. Al poco tiempo estaban recorriendo las destartaladas calles del pueblito pesquero de Taghazout y remontando las olas de la enorme playa que domina el paisaje donde acaban las dunas de arena en las que crecen los arganes, árboles que constituyen todo un referente en la región del Souss Massa Dràa. No en vano, esos árboles han generado toda una industria en torno a sus frutos, de los que se extrae el aceite que tiene tanto uso comestible como cosmético.

La revolución surfera

Como Mónica, Penélope y Dina, llegan cada semana a Taghazout decenas de jóvenes surferos deseosos de combinar la práctica de su deporte favorito con la posibilidad de hacer turismo en un lugar que atrae por su buen clima, su paisaje natural y su cultura diferente. Son surferos en su mayoría provenientes de Europa, pero también los hay americanos, australianos y hasta asiáticos.

Esos turistas parecen conformarse con las modestas prestaciones e instalaciones que se les ofrecen. En Taghazout se han instalando en los últimos quince años varios emprendedores que compiten por atraer hacia sus casas de hospedaje, sus tiendas de alquiler de material surfero y sus restaurantes, a los turistas que visitan la localidad. En su mayoría se trata de empresarios turísticos en ciernes, muchos de ellos aficionados al surf, que han visto precisamente en esa pasión suya una forma de hacer negocio.

Ese modelo de turismo asociado al surf ha sido la primera revolución que ha experimentado una localidad en la que la mayoría de sus lugareños aun viven principalmente de la pesca. Hasta el momento, surferos y pescadores conviven en aparente armonía, cada uno respetando su escenario de actuación.

En la playa del pueblo, una cala acotada por las edificaciones construidas de forma anárquica sin plan urbanístico que medie y según las posibilidades económicas de cada propietario, los que mandan son los pescadores. Allí tienen sus barcas y sus aperos para la faena en el mar y allí levantan cada día sus puestos para vender el pescado fresco. En la playa grande, de más de cuatro kilómetros de largo, el espectáculo es bien distinto. En este lado los reyes del mambo son los surferos. Los monitores de surf conducen de un lado a otro a sus grupos de alumnos al vaivén del ritmo de las olas. Como mucho, son condescendientes con los camelleros que buscan ganarse algunos dirhams paseando a los turistas por la enorme playa.

Mhand Naciri es uno de esos monitores. Es un joven risueño, con mucha cara. Nació hace 26 años en Taghazout y conoce palmo a palmo la playa donde trabaja y donde se divierte. “¿De dónde eres?”, pregunta en inglés al foráneo que ve caminar por la arena. ¿Tú quieres hacer surf? Yo soy el mejor maestro para enseñarte“, añade jocoso. Con esas dos cuestiones ya ha tirado el anzuelo para entablar una conversación que acabe en un posible affaire. Con él ese tópico de que el bereber lleva un negociante en su sangre parece ser cierto. Mhand es todo un relaciones públicas. Cuenta orgulloso que habla bereber, francés e inglés, y hasta un poquito de español y de italiano, con lo que tiene mecanismos de sobra para comunicarse con todo turista que transite las arenas casi vírgenes en las que se ha criado.

“Aquí la gente está a favor de

la construcción de los hoteles

porque traerán dinero“ , comenta

Mhand Naciri, un joven nacido en

Taghazout que se gana la vida como

monitor de surf

“Aquí lo tengo todo, mi trabajo y mi playa, para qué irme de aquí?”, reflexiona cuando toma confianza con el periodista y revela algunas de sus inquietudes. “A mí me gusta la gente, la playa y el deporte, y aquí tengo todo eso”, sentencia para quitar importancia a la broma previa. “Si me haces una carta de recomendación podría irme a Canarias”, había sugerido.

Pero no, no es esa su intención, aunque reconoce que le gustaría conocer Las Palmas de Gran Canaria. En su puerto trabajó su padre durante un tiempo, así que ha escuchado de sobra en casa hablar de la vida en las Islas. “Ya sé que también tienen buen tiempo y buenas playas, pero yo me quedo aquí”, dice tajante mientras entierra sus pies en la arena.

Tampoco le seduce la idea de marchar a Francia, que es una puerta que tiene medio abierta porque allí vive una hermana. “No, yo no, yo me quedo aquí”, dice mirando fijamente al mar. Y es que Mhand no tiene miedo al futuro. Él es de los lugareños de Taghazout que está convencido de que el proyecto de construcción de más de 12.000 camas turísticas y residenciales en la zona les reportará un seguro de vida porque nunca les faltará trabajo.

“Aquí la gente está a favor de la construcción de los hoteles porque traerán dinero”, explica. “Es una pena”, añade, “porque el paisaje cambiará mucho y la playa no será tan tranquila como hasta ahora, pero?” Una larga pausa traerá una palabra que repite y pronuncia bien alto en inglés: “Money, money”. Queda clara su posición a favor del proyecto del futuro Taghazout Bay.

La revolución hotelera

Varios kilómetros antes de llegar al pueblo de Taghazout viniendo desde Agadir, se contempla desde la carretera un paisaje de dunas de arena dorada moteadas por el verde de los arganes. De pronto, un zig-zag de vallas con el azul como color predominante indica las parcelas en las que ya se trabaja para hacer realidad esa ciudad-balneario de la que se viene hablando desde hace más de una década pero que nunca acaba de vislumbrarse.

Parece que ahora sí. Tras dos intentos fallidos, el segundo con las empresas canarias Satocan y Lopesan entre los protagonistas, la Sociedad de Acondicionamiento y Promoción de la Estación de Taghazout, SAPST en sus siglas en francés (Société d'Amenagement et de Promotion de la Station de Taghazout), trabaja ya a ritmo constante con la intención de poner en marcha sus primeros complejos hoteleros antes de que termine el año 2014.

El acondicionamiento de un local en la céntrica urbanización Marina Agadir, en la capital de Sous Massa Dráa, con un cartel que anuncia la próxima apertura de una oficina de promoción de Taghazout Bay viene a dar credibilidad a este nuevo impulso. Parece que pronto los más de cuatro kilómetros de playas naturales de Taghazout recibirán a los miles de turistas que se pretende llenen los hoteles proyectados.

Ese es el fin de la idea que recogía ya en 1999 el Plan Azur, una de las apuestas más decididas por el Gobierno marroquí para catapultar al país al ranking de los veinte principales destinos turísticos del mundo. Aquel plan definía las líneas a seguir para los siguientes diez años, pero como todo documento, no ha hecho sino recoger intenciones. Otra cosa es lo que luego se ha materializado.

Las dificultades económicas de los distintos inversores que se han ido contemplando configuran la principal razón de que la estación turística de Taghazout no sea ya una realidad y que surferos como la canaria Mónica Molina puedan aún disfrutar de la zona en su estado casi virgen. En el caso de los adjudicatarios de 2006, la empresa americana Colony Capital y las canarias Satocan y Lopesan, acabaron retirándose del proyecto condicionados por los problemas derivados de la crisis internacional. De repente, aquel objetivo que se presentaba tan apetecible, empezó a originar incertidumbre ante las trabas financieras que se iban imponiendo.

La SAPST ha cogido el testigo y con él todo el peso de esa estrategia concreta para la región de Sous Massa Dráa que se recoge primero en el Plan Azur de 2010 y en el que le ha venido a suceder, el Plan Azur 2020, ambos enmarcados en las estrategias nacionales Visión 2010 y Visión 2020, respectivamente.

Según se explica en un estudio realizado en 2010 por Beatriz Cerezo Monje, Rosalva Espino Ramírez y Cristina Silvera Roig sobre la evolución del turismo en Marruecos y las oportunidades de negocio para las empresas españolas, las intenciones del Reino alauita en materia turística son muy ambiciosas. “Con la nueva estrategia, el Gobierno se ha propuesto duplicar el número de turistas desde los 9,2 millones, con los que cerró el ejercicio 2010, hasta los 20 millones e incrementar la oferta hotelera en 200.000 camas. Ello implica”, continúa el estudio, “doblar la cuota de mercado de Marruecos en sus mercados tradicionales y atraer un millón de turistas de los países emergentes. En definitiva, el Gobierno pretende situar a Marruecos entre los 20 primeros destinos turísticos del mundo, desde su vigésima séptima posición actual”.

El estudio al que nos referimos se puede consultar en la web de la empresa Promoción Exterior de Canarias (Proexca). El Gobierno canario está al tanto de las intenciones de este monstruo competidor que viene a ser Marruecos, y si analizamos las declaraciones del presidente Paulino Rivero en relación con el Reino alauita, encontramos cómo de forma reiterada se refiere a él como “un socio natural”. Ello, por encima de conflictos como el Sahara o los límites de las aguas territoriales.

El mero hecho de la permanencia de la oficina de Proexca en Agadir demuestra que desde el ejecutivo canario se es consciente de la importancia de mantener relaciones estrechas con el país vecino y, en concreto, en una región que resulta la más competitiva precisamente por su desarrollo turístico. Habrá que ver hasta qué punto las estrategias turísticas del Gobierno de Rivero podrán adaptarse a ese desarrollo marroquí que amenaza con hacer sombra a Canarias.

En el mismo documento sobre la situación turística en Marruecos al que nos venimos refiriendo se recoge entre los méritos alcanzados por el Programa Visión 2010 “la llegada al país de algunos de los gigantes mundiales del sector, como Accor, Four Season, Kerzner International, Louvres Hotel, Barceló o el tour operador alemán Tui” lo que, en opinión de las autoras, “ha permitido a Marruecos reforzar su prestigio y su credibilidad internacional en el sector”.

En ese escenario, con el protagonismo marroquí fortalecido, la SAPST ha encontrado el convencimiento de que el proyecto que tiene entre manos responde al modelo a seguir para situar a Taghazout entre los destinos turísticos obligados. En el sitio web www.taghazoutbay.ma la Sociedad que se encargará del acondicionamiento, el desarrollo y la comercialización de Taghazout Bay detalla cómo quedará la zona que hoy en día entusiasma a Mónica Molina y ofrece un trabajo seguro a Mhand Naciri.

Para ambos jóvenes, el Taghazout del futuro será bien distinto al actual. Los modestos inmuebles y servicios turísticos darán paso a un complejo de alta gama, con hoteles de cuatro y cinco estrellas, un campo de golf y varias academias deportivas. Inevitablemente, ese turismo de calidad habrá que pagarlo. Está por ver cuáles serán los costes para disfrutar de este privilegiado paraje y cuánto daño hará su promoción sobre otros destinos cercanos, como el canario.

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