Canarias respira estos días el peor aire del mundo por el polvo y los tóxicos que transporta la calima

Canarias Ahora

Las Palmas de Gran Canaria —

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Toda la población de las Islas Canarias, más de 2,1 millones de personas, a las que habría que sumar los turistas, se está exponiendo estos días al aire de peor calidad del mundo, muy por encima del que se respira en las megalópolis más contaminadas del planeta. De acuerdo con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, cualquier concentración de partículas superior a los 50 microgramos por metro cúbico desaconseja la exposición al aire libre, y lo que se está respirando desde este sábado en Canarias supera con mucho ese umbral, tanto de polvo como de tóxicos. En Gran Canaria se han alcanzando casi los 2.000 microgramos por metro cúbico, mientras que en Tenerife se han alcanzado los 1.000, y muy cerca de ese registro han estado El Hierro, La Palma, Lanzarote y Fuerteventura.

Tanto la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) como el Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona alertaron con antelación de que la calima que afecta ahora al archipiélago iba a ser de muy alta intensidad. Ambos organismos realizan predicciones de las calimas dentro de un programa mundial de meteorología y utilizando modelos numéricos que les permiten predecir con bastante aproximación cuál va a ser el ciclo del polvo.

Y las predicciones se han demostrado precisas en el fenómeno que sufre el archipiélago canario en estos momentos, incluso en la concentración de partículas, que fue cifradas entre 500 y 2.000 microgramos por metro cúbico. Sin embargo, las autoridades canarias han hecho más caso a los riesgos por la anunciada fuerza del viento, que se preveía alcanzaría los 150 kilómetros por hora, que a la altísima concentración de polvo y de tóxicos que ese viento arrastraría.

Porque la calima no solo ha traído polvo sino que, según los científicos, viene acompañada de una alta concentración de tóxicos procedentes de las centrales térmicas, las petroquímicas y la minería de países vecinos como Argelia y Marruecos, y en menor medida, Túnez, lo que agrava las amenazas a la salud para las personas que respiren ese aire, especialmente las que padezcan alguna patología respiratoria o cardiológica. Estas partículas penetran por las vías respiratorias, llegan a los bronquios y pueden ocasionar procesos inflamatorios.

La exposición al polvo del Sáhara aumenta el riesgo de mortalidad en los pacientes que tienen alguna insuficiencia cardíaca, según han comprobado investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Hospital Universitario de Canarias (HUC). Un estudio publicado en la revista Journal of Clinical Medicine establece un vínculo entre los episodios de polvo sahariano con una mayor mortalidad intrahospitalaria entre los pacientes con cardiopatías, ha informado este lunes el CSIC.

Los investigadores estudiaron los factores de riesgo de los 829 pacientes hospitalizados en el HUC entre 2014 y 2017 con insuficiencia cardíaca. De estos 829 pacientes, el 6%, murieron. De entre los fallecidos, el 86% había estado expuesto a concentraciones altas del polvo sahariano, que llega transportado por el viento durante los denominados episodios de calima.

El científico del CSIC Sergio Rodríguez, natural de Lanzarote, ha venido advirtiendo estos días en las redes sociales de la alta concentración de estos materiales en el aire. Este mismo domingo alertó de que el polvo en suspensión había alcanzado valores récord y que la OMS recomienda no estar expuestos a concentraciones de más de 50 microgramos por metro cúbico de aire. Sin embargo, los valores registrados en las islas están sobrepasando ampliamente ese umbral: Gran Canaria, 1.872 microgramos; Tenerife, 1.000; El Hierro, 981; Lanzarote, 969; Fuerteventura, 941; La Palma, 938, y La Gomera, 572 microgramos.

Por si fuera poca la falta de previsión de las instituciones públicas y la ausencia de actualización de los protocolos de aviso a la población, los sensores instalados en las estaciones de medición se han quedado obsoletos y están mal calibrados, según los expertos, y algunos empiezan a dejar de registrar datos a partir de los umbrales que son más peligrosos. Las directivas europeas obligan a mostrar a la población los datos de calidad del aire en tiempo real, y esas mediciones no se están haciendo con la precisión exigida.

¿Se puede vincular este episodio a las consecuencias directas del cambio climático? Inicialmente no existen datos científicos que lo avalen. Lo que sí es técnicamente constatable es que, en comparación con los anteriores, ahora afecta a más población, con las naturales secuelas sanitarias que eso conlleva.