El colegio Heidelberg no logra sofocar su crisis interna tras la destitución inexplicada de su director

Veinte días después de que se produjera por sorpresa la destitución del director Miguel Ángel Montenegro, los padres y madres del Colegio Heidelberg, de Las Palmas de Gran Canaria, tendrán la oportunidad de plantear sus “preocupaciones, quejas e inquietudes” al Consejo de Administración que rige los designios de la empresa propietaria del colegio, cuya junta general de accionistas es precisamente el conjunto de padres y madres del alumnado. Será el próximo jueves, día 14, a iniciativa de ese órgano directivo, pero después de un incontable número de llamadas de teléfono y de conversaciones que han obligado a lo que en la carta de convocatoria se llama “reunión informativa” y “charla tranquila”.

Los ánimos no se han aplacado del todo pese al tiempo transcurrido desde que el jueves 23 de junio se decretara la destitución del que ha sido director del centro los últimos 14 años, el profesor de Matemáticas Miguel Ángel Montenegro, hijo predilecto de Las Palmas de Gran Canaria precisamente por los méritos acumulados al frente del Heidelberg. La conveniencia  de “un cambio de rumbo” ha sido hasta el momento la explicación pública ofrecida por el Consejo de Administración. A partir de esa parquedad se han disparado entre la comunidad educativa las conjeturas, muy pocas de ellas relacionadas con la necesidad de relevar al director, aunque algunas voces consultadas por este periódico han respaldado al consejo en la idoneidad de que la duración del mandato en ese puesto sea más corta para evitar rutinas inconvenientes. 

Sin embargo, la tesis que más se ha extendido, tanto entre padres y madres como entre los docentes y el personal del centro es la que confluye en el nombre de uno de los vocales del Consejo de Administración, el empresario Óliver Alonso, magnate del sector automovilístico y presidente y CEO (director ejecutivo) de la empresa Domingo Alonso Group. No está solo en absoluto en el Consejo de Administración del Heidelberg. La vicepresidenta de ese órgano es ni más ni menos que su mano derecha en la firma automovilística, Magüi Melián, CEO Importer Business Unit (directora ejecutiva de la Unidad Comercial de Importaciones), una experta en marketing que se ha hecho cargo de facto de esas responsabilidades en el centro. A Alonso se le atribuyen desde hace tiempo maniobras tendentes a la sustitución del ya exdirector por un profesional con más marcado perfil financiero del que dependería, en todo caso, la persona responsable de las cuestiones docentes.

La falta de información precisa y creíble por parte del Consejo de Administración ha disparado los rumores. Uno de ellos ha apuntado estos días a que ese candidato a ocupar la nueva dirección del Heidelberg sería Agustín Manrique de Lara, quien recientemente ha quedado en expectativa de destino tras ser relevado al frente de  la presidencia de la Confederación Canaria de Empresarios y a quien se vincula estrechamente no solo con Óliver Alonso, sino también con uno de sus consejeros más influyentes en Domingo Alonso Group, José Manuel Soria, exministro de Industria de España en el Gobierno de Mariano Rajoy.

Manrique de Lara lo ha desmentido escuetamente a este periódico: “La información que te han pasado no es cierta”.

En este ambiente en el que no parece relajarse la tensión pese a las fechas, el presidente del Consejo de Administración del Heidelberg, el notario Miguel Ramos, se ha visto en la necesidad de convocar a las madres y a los padres a esa reunión informativa abierta, para la cual no se ha enviado un orden del día concreto. Aunque Ramos no ha querido contestar a las preguntas de este periódico, todo parece apuntar a que en los orígenes de esta convocatoria pueda estar la presión ejercida por la influyente asociación de antiguos alumnos, que desde que estalló la crisis ha reclamado una información más completa de la que hasta ahora se ha ofrecido.

No ha contribuido a la credibilidad del consejo la información de que la decisión de la destitución de Montenegro estuvo avalada por la totalidad de las personas que forman parte del órgano directivo. Hubo al menos un voto en contra, pero la persona que así se pronunció no ha querido explicar sus motivos a este periódico. El mutismo sigue siendo la nota predominante en el Heidelberg.