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CRÓNICA

Encuentros navideños en el aeropuerto de Gran Canaria: “No existe mejor viaje que el de regreso a casa”

Gara Santana

Las Palmas de Gran Canaria —

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Hay algo en los reencuentros navideños que conecta al ser humano directamente con aquello que es realmente importante, pero que el ajetreo del día a día y las obligaciones del mundo tal como está confeccionado impiden que se disfruten con frecuencia: un abrazo, una pancarta, unas flores, la promesa de volver a ver a los seres queridos, celebrando la memoria de los que se han ido son el Rosebud de una especie que se empeña en distraerse constantemente de lo que les hace humanos.

De despedidas y acogidas saben mucho los canarios, ocho islas que son puertos y que históricamente han mirado allende los mares para poder buscarse el sustento: un trabajo en Cuba, una vida en Venezuela, un porvenir en Madrid, un amor en Francia, un trabajo en Inglaterra para mejorar el inglés e irse a probar suerte al sur, una carrera en Granada, pero el pensamiento, siempre en las islas.

Este periódico ha querido presenciar estos encuentros navideños en el Aeropuerto de Gran Canaria, cámara de fotos en ristre, y redescubrir la noticia más antigua que siempre es primicia: que la gente se extraña, se quiere y se emociona.

En principio, un gran vuelo directo desde Granada traía a estudiantes primerizos, que se fueron de casa por primera vez hace tres meses, con la habilidad que tienen esos tres primeros meses de alargarse e intensificarse: se aprende a cocinar, se aprende a extrañar, a reconocer de noche nuevos ruidos que no son de la casa y cuando uno menos se lo espera, se echa en falta una folía. 

Por eso Alejandro traía una flor de Pascua para su novia, a la que hace un mes y medio que no ve, pero en sus ojos se ve la más pura ansiedad y melancolía. “Le tiene preparados planes para hacerla feliz”.

También hay lirios para otra canaria afortunada que viene de Granada. Alberto espera a su novia junto a su cuñado, y los planes que tiene junto a ella no están autorizados a la prensa.

El reencuentro de Ventura, trabajador de farmacia en Sevilla, con sus padres, en Aeropuerto de Gran Canaria, llamó la atención por el brillo de sus gorros navideños y porque se abrazaron tantas veces como el fotógrafo de esta cabecera se lo pidió, puede que a esta hora aún se estén abrazando.

Bella espera impaciente moviendo la cola, es una Cavalier King Charles spaniel, lo más sofisticado que se ha visto en el mundo canino, y tan Bella es que tiene su propia cuenta en Instagram. Espera junto a una de sus dueñas a otra compañera humana que llega desde Madrid.

El grueso de todas las miradas de quienes esperaban, se lo llevó la familia de Andrea. Los ojos de su madre, Yaiza, se llenan de lágrimas explicando a este periódico que espera “a su niña” y ella misma vuelve a ser una niña que espera en Navidad. No se halla sin ella, pero ni ella, ni su padre, ni sus abuelos, ni sus hermanos, todos han ido a recibirla con un cartel que reza: “No existe mejor viaje que el de regreso a casa”.

Dejamos atrás llegadas nacionales, vemos a una madre que inspecciona las nuevas mechas que trae su hijo estudiante, son rojas como sus intenciones, la madre lo observa fingiendo alegría mezclada con estupefacción.

Toca ahora alargar las horas y lidiar con luchas y ausencias del pasado, celebrar la vida no solo de un niño que nació hace 2000 años donde hoy otros mueren, sino que estamos aquí leyendo esto, inmortalizando aquello que damos por hecho, pero que es lo único que nos hace humanos.