La Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento de Guía acordó este martes no conceder la licencia de obra para la polémica planta de biogás en La Atalaya, como resultado de los informes emitidos por la Oficina Técnica Municipal tras la presentación del proyecto definitivo por parte de la empresa promotora para solicitar la citada licencia en mayo de este año.
La Junta de Gobierno Local asegura en un comunicado que remitirá el proyecto al Cabildo de Gran Canaria para la declaración de interés público o social de esta actuación, y si esta administración lo estima, la Corporación insular será la responsable de resolver su autorización. A la vista del contenido técnico del proyecto presentado, los servicios municipales no han encontrado el encaje reglamentario de esta actuación en el Plan General o una ordenanza específica que lo regule.
A través de la tramitación de interés público y social se abre la posibilidad de un nuevo periodo de información pública en el que tengan voz todas las personas que se vean afectadas por esta infraestructura al igual que todas las administraciones públicas implicadas en la concesión de los permisos pertinentes.
El Ayuntamiento, asegura el grupo de gobierno municipal, “siempre se va a posicionar del lado de los vecinos y va a velar por su seguridad y calidad de vida, respetando siempre la legalidad”. Asimismo, subrayan que ha sido ahora, a partir de los informes de los técnicos municipales, y a la vista de que esta actuación carece del suficiente grado de detalle en el Plan General, es por lo que no se concede la correspondiente autorización municipal.
Antes de que se produjera esta comunicación los vecinos y vecinas de La Atalaya de Guía se conformaron en plataforma para denunciar la cercanía de la planta de biogás, prevista por el grupo empresarial Félix Santiago Melián, al núcleo urbano donde se encuentra un colegio, un campo de fútbol, la calle principal del barrio y sus comercios, con todos los perjuicios que los olores y el transporte de estiércol les pudiera ocasionar.
El proceso de funcionamiento de una planta de biogás está diseñado para transformar residuos orgánicos (restos de comida, estiércol, lodos residuales o residuos agrícolas) en energía renovable valiéndose principalmente para ello de gas metano (CHâ) por medio de una digestión de materia orgánica llamada anaerobiosis.
En la anaerobiosis los microorganismos descomponen la materia orgánica en ausencia de oxígeno, generando una mezcla de gases (biogás), compuesta principalmente por metano y dióxido de carbono (COâ). Se trata, por tanto, de un cóctel de gases inflamable, tóxico y, sobre todo, maloliente. Este biogás puede usarse para producir electricidad, calor o, tras su purificación, convertirse en biometano apto para la red de gas o como combustible para vehículos. A priori, se muestra como una energía renovable -y lo es-, pero en una ubicación inadecuada puede mermar la calidad de vida de las poblaciones cercanas, como ya se ha visto en experiencias de pueblos de la Península.
Aunque el funcionamiento de las plantas de biogás en Canarias no es estrictamente como el de las de la Península. Estas últimas suelen instalarse cercanas a macrogranjas porcinas. El caso de la de Guía, requeriría de que todo el estiércol que vaya a ser tratado en la planta deba ser transportado desde otros lugares de la isla de Gran Canaria, lo que a criterio de los vecinos pasearía los malos olores por los enclaves más importantes del municipio y podría atraer la presencia de moscas.
“Conocemos casos de pueblos de la Península”, explicó a este periódico Cosme Vega, portavoz de la plataforma Stop Planta de Biogás en La Atalaya, “donde las plantas se encuentran a dos y tres kilómetros de los pueblos, y que tienen que cerrar puertas y ventanas, vivir prácticamente encerrados porque los olores y el tráfico de los camiones no les dejan vivir”.