Un par de días en Salvador de Bahía; la 'capital' portuguesa de Brasil

Salvador de Bahía fue durante siglos la ciudad más importante del Brasil; y casi de América, ya que hasta bien entrado el XVIII era la ciudad más poblada y pujante del continente. El azúcar fue el responsable del crecimiento de una ciudad que nada tenía que envidiar a las grandes ciudades portuguesas del otro lado del Atlántico. Azúcar que trajo consigo a miles de aventureros europeos, a millones de esclavos africanos y la codicia de los enemigos de Portugal. Una ciudad construida con todo lujo gracias al sudor y la sangre de los esclavos africanos que se dejaron la vida en los cañaverales y los ingenios. Azúcar que construyó grandes iglesias, imponentes palacios e inexpugnables fortines y fortalezas. Azúcar que cimentó la identidad de un país que empezó a forjarse siglos antes de existir ahí donde florecían bosques frondosos. Ciudad de Azúcar. Pero lejos de tener una historia dulce.

La ciudad nació para ser capital; así desde el principio. Cuando llegaron los portugueses (en 1549) las órdenes de Lisboa era crear aquí la ciudad que debía regir los destinos de esta parte del mundo. Encontraron una rada gigantesca de aguas tranquilas (a la que llamaron Bahía de Todos los Santos) y una pequeña meseta lo suficientemente elevada para construir una ciudad palaciega y conventual alejada de los puertos y mercados de esclavos y, al mismo tiempo, para facilitar su defensa. Y se pusieron al lío hasta el punto de que pocas décadas después, Salvador era la ciudad más importante del hemisferio sur.

La visita a la ciudad suele empezar por el barrio del Pelourinho. El nombre le viene del pilar para aplicar justicia que había en la plaza del mismo nombre (Pelourinho) al modo de las ciudades de Europa. Aquí se azotaba, se sometía a escarnio público y, en los casos más graves, se ajusticiaba a los reos (hay una Plaza del Pelourinho en cada ciudad y pueblo de Portugal –Ver Guía de Lisboa-). El Largo do Pelourinho suele ser el primer contacto del visitante con la ciudad colonial: y aquí nos encontraremos con la primera joya. Nuestra Señora del Rosario ‘dos Pretos’ -los negros- (Largo do Pelourinho, sn; Tel: (+55) 71 3241 5781; Ver Horario ) es una magnífica lección sobre la historia de la ciudad. Este precioso edificio fue construido por los esclavos negros durante su tiempo libre y fue sede de su cofradía durante siglos –es costumbre atar en su verja pulseras de colores-. Esclavos hasta para oír la misa. Es el punto de arranque de una ruta por calles repletas de viejas casas coloniales de colores e iglesias que alternan la piedra, la madera, la forja y los magníficos azulejos portugueses.

Los principales puntos de interés del casco histórico se aglutinan en torno a las plazas. Espacios abiertos que suelen estar resididos por algún edificio religioso. El ejemplo paradigmático es el Terreiro de Jesús, que abre un hueco la trama urbana para dar lustre a la Catedral del salvador (Terreiro de Jesús, sn; Tel: (+55) 71 3321 4573). Alrededor se abre una plaza que alterna bonitas casas coloniales y otras dos iglesias (sobredosis). Para los amantes de la historia, junto a la Catedral está la sede del Museo de Arqueología y Etnografía de la Universidad Federal da Bahia (Terreiro de Jesús, sn; Tel: (+55) 71 3283 5533; E-mail: mae@ufba.br) con interesantes colecciones centradas en el pasado prehispánico local. Otro punto imprescindible de la zona es la Iglesia de San Francisco (Largo do Cruzeiro de São Francisco, sn; Tel: (+55) 71 3322 6430). Y tú dirás. Qué manía con las iglesias tiene esta gente. Otra más. Pero no. No es otra más. Es una de las obras cumbre del arte luso en América. La hicieron por primera vez nada más llegar, pero los holandeses la destruyeron en el XVII. Así que la volvieron a hacer un poco más tarde, en pleno auge del barroco portugués. Por fuera es bonita, pero por dentro es, sencillamente, brutal. La iglesia está decorada con madera de jacarandá y pan de oro (unos ochocientos kilos); madera y oro en muros, techos e impresionantes retablos. Y fuera tenemos el claustro alicatado hasta el techo con preciosos azulejos lisboetas que cuentan la historia de San Francisco. Una maravilla.

Y sin salir del casco histórico queda el callejeo sin rumbo descubriendo casas coloniales, plazas y rincones (ver mapa). En sentido contrario al barrio del Pelourinho se encuentra el Barrio Do Carmo (como en Lisboa), donde hay un par de cosas interesantes que ver. El antiguo Convento Do Carmo (Largo do Carmo, 1) hoy es un hotel a todo lujo y más allá, la calle culmina en el Largo de Santo Antonio, que aparte de impresionantes vistas sobre el puerto y la bahía está junto al Castillo de Santo Antonio além do Carmo una de las antiguas defensas de la ciudad que hoy alberga un centro cultural destinado a la enseñanza de Capoeira (si está abierto entra porque es un espectáculo).

A los pies de la Ladera de La Misericordia (La ciudad baja y las playas)

Las maneras más usuales para bajar el escalón que separa el casco histórico es a través del Plano Inclinado Gonçalves (Praça Ramos de Queirós, 51), un curioso funicular que nos trasladó de inmediato a las laderas de Valparaíso, y el Elevador Lacerda (Praça Tomé de Souza, sn), que fue el primer ascensor urbano del mundo (se inauguró en 1873). A dos pasos del Elevador se encuentra el Mercado Modelo (Praça Visc. de Cayru, sn) antiguo abasto de principios del XX que hoy alberga un mercado de artesanía local (dicen que es el mejor de todo Brasil). La antigua zona portuaria también merece un paseo. Te puedes acercar al borde de la bahía, por ejemplo, para ver desde la distancia el Fuerte de San Marcelo y, si te gusta el arte contemporáneo, acercarte hasta el Museo de Arte Moderno (Av. Contôrno - Dois de Julho, sn; Tel: (+55) 71 3117 6139) que ocupa un edificio histórico a orillas del mar (algunas noches se programan sesiones de Jazz).

Más allá del viejo puerto el paisaje urbano cambia por completo. Las casas coloniales desaparecen y su lugar lo toman las torres de apartamentos más o menos agraciadas. Las zonas residenciales de la ciudad se uniformizan en la típica sucesión de avenidas, centros comerciales y edificios altos típicos de las ciudades latinoamericanas. Pero aquí hay unas playas alucinantes y eso ayuda bastante. Las playas más conocida de la ciudad son la de Porto da Barra (que tiene una vieja fortificación portuguesa –el Castillo de Santa María-) y la de Farol da Barra llamada así por el viejo faro construido sobre una antigua batería de artillería de tiempos de la presencia lusa (y también sede del Museo Náutico de Bahía ).

VISITAR LA ISLA DE ITAPARICA

Es una excursión fundamental desde Salvador. Los transbordadores salen desde la Terminal Marítima de Sao Joaquim y la travesía apenas dura media hora. Tan cercanas y tan diferentes. Desde las playas de esta isla paradisiaca se ven nítidamente las casas, edificios y hasta los coches que circulan por las avenidas costeras de la ciudad; pero Itaparica es un mundo aparte. Un inmenso banco de arena situado entre el mar y la desembocadura del Río jaguaripe, que aquí forma una especie de laguna inmensa. El principal atractivo de la isla son sus más de 40 kilómetros de frente marítimo con playas increíbles. Pero hay mucho más que ver. Si vas de excursión y vuelves el mismo día a la ciudad vete al extremo norte de la isla. No sólo vas a encontrar las mejores playas, sino que también hay algunos edificios de época colonial portuguesa (un par de iglesias y varios castillos) además de un precioso pueblo de casas bajas que nos recordó a los del Algarve portugués. Aquí la isla se abre a laBahía de Todos los Santos, que alberga el arrecife de coral más grande de todo Brasil (más de 40 kilómetros).

Si puedes hacer noche aquí (es una escapada recurrente para los bahienses) puedes recorrer los caminos de la isla e ir descubriendo sus pueblos y sus playas. Aquí aún persisten los pequeños poblados de casas de madera y tejados de hoja de palma en la que viven los pescadores. Como curiosidad, aquí está la única fuente de aguas termales medicinales a nivel del mar de todo el continente suramericano. Es la Fuente de la Bica, dónde, según dice la tradición, “entras vieja y sales chica”. La costa de mar está cubierta de palmerales y surcada por playas de arena fina, mientras que la ‘banda de tierra’ alberga un imponente manglar que es un auténtico vivero de peces. Los mejores manglares (y los más fáciles de visitar) son los que se encuentran en Ponta da Ilha, en el extremo sur de la isla (la segunda población en importancia).

LAS MEJORES PLAYAS AL NORTE DE SALVADOR

Playa de Itapua.- A pocos kilómetros de la ciudad es uno de los lugares de esparcimiento preferidos de los bahienses. Enormes playas de arena clara y todos los servicios de los arenales urbanos pese a tener zonas más vírgenes con cocoteros y todas esas cosas que nos transportan a esa imagen idílica del paraíso. Y muy bien comunicada por transporte público con el centro de la ciudad. Buenas olas ara hacer surf.

Playa do Forte.- A 79 kilómetros del centro de la ciudad. Es una de las playas más impresionantes ya no sólo del estado sino de todo el país. Kilómetros y kilómetros de arenas blancas, bosques de cocoteros y aguas templadas. La playa es una pasada. Hay zonas de arrecife de coral y piscinas en las que se puede practicar el esnorkel (gafas y tubo). Otro de los atractivos del lugar son los restos históricos de época colonial que hay en la zona (Castelo de García D’Avila). En la propia playa está una de las sedes del Proyecto Tamar, con interesante información sobre las tortugas marinas.

Mangue Seco.- En el límite norte del estado. Una muestra de lo que era la costa de este país antes de la invasión turística. Zona de amplias dunas e impresionantes bosques de cocoteros. Eso sí, está a 278 kilómetros al norte de la ciudad. Hay excursiones que parten desde Salvador.

OTRAS VISITAS

¿Favela sí o Favela no? En Río tuvimos la oportunidad de visitar varias favelas aunque siempre para hacer reportajes periodísticos, nunca de turismo. A nosotros no nos gusta el poorism, esa moda de convertir la desigualdad en una atracción turística. Hay varios tours que ofrecen excursiones de varias horas por algunos de estos barrios. No se recomienda andar por las favelas sin guía. Así que si quieres visitar alguna, te recomendamos ir con alguna agencia acreditada.

El Palacio de Aclamación (Av. Sete de Setembro, 1330; Tel: (+55) 71 3329 3011). El edificio es imponente. Alberga un museo de artes decorartivas muy al estilo portugués. Si estas más de tres o cuatro días en la ciudad no es mala idea darse una vuelta.

Ver un Bloco Afro . Los blocos son agrupaciones musicales africanas que forman la espia dorsal de Carnaval de Bahía. Es fácil verlos ensayar por las calles de la ciudad aunque los más famosos programan salidas durante todo el año. El más famoso es el de Olodum . La mayoría de los blocos salen a la calle los martes por la noche.

El Barrio Bermelho. Es la zona de moda de la ciudad. Barrio de niños bien junto a la playa que se ha convertido en el núcleo bohemio y contracultural de la ciudad. Abundan los restaurantes, las salas de arte, los teatros alternativos y los locales de ocio nocturno. En el barrio están los mejores lugares de la ciudad para comer Acarajé, un plato típico local a base de de feijao (judías negras) cebolla, gambas, especias y vegetales. Los acarajés más famosos de la ciudad son los de los puestos callejeros de Cira, Dinha y Regina (ver tenedores naranjas en el plano).

Fotos bajo licencia CC: Dr Tr ; Amadeu Júnior ; Leandro Neumann Ciuffo ; Filipe Fortes ; Fotos GOVBA ; Leandro Neumann Ciuffo ; Patrick G ; MTur Destinos