Guía para un viaje exprés a Bucarest

El destino de cualquier viaje que se programe a tierras de Rumanía tiene como objetivos prioritarios la mítica Transilvania (y por qué no decirlo, las huellas del Drácula real y el literario) y esos castillos de leyenda que se desparraman por esa muralla casi infranqueable que forman los picos de los Cárpatos (uno de los destinos de naturaleza que más nos impactó en toda Europa). Bucarest es algo así como una escala más o menos obligada para los que se atreven (cada vez más) a descubrir este país ideal para hacer un viaje como los de antes. Hemos estado dos veces en la capital rumana. La primera hace ya casi 30 años. El país salía de los tiempos más oscuros de la dictadura de Ceaucescu. Y se notaba ese gris habitual que suele impregnar a los países que se encuentran en estas situaciones de ausencia de libertades y pobreza generalizada (como nuestros años 80, sin ir más lejos). Pero aún así la ciudad nos pareció muy interesante desde el punto de vista arquitectónico y muy atractiva cultural y socialmente. La segunda visita fue hace poco y ya nos encontramos con una Bucarest que hace honor a su sobrenombre. Pero también con una ciudad que tiene mucho que ofrecer más allá del Haussmann.

Hay pequeñas París por todos lados. Hay muchísimas ciudades que se arrogan el epíteto de la París de con mayor o menor fortuna. En verdad París sólo hay una aunque por ahí haya un puñado de ciudades con ganas de parecérsele. Y a Bucarest se la conoce como la Pequeña París del este. Bueno. Hay muchísima arquitectura del estilo Haussmann y hay avenidas y boulevares que tienen un deje… Como sucede en Madrid, en Buenos Aires, en Viena, en Praga… Pero en París, sin ir más lejos, no tienen el Monasterio Stavropoleos (Strada Stavropoleos, 4), un precioso cenobio bizantino del siglo XVII enclaustrado entre esos edificios Haussmann que forman el grueso del casco histórico. Una joya histórica de arquitectura exquisita y pinturas murales de gran altura artística. París es París. Y Bucarest es Bucarest. Y hay un puñado de lugares que hacen de la capital rumana un destino que da para más que como escala para ir a otro sitio.

Un paseo por el casco viejo.- Para entender este lugar hay que tener en cuenta dos datos históricos. En 1847 un incendio devoró casi la mitad de los edificios de la ciudad otomana dejando el centro como un solar. Y en 1881 se convirtió en la capital de un nuevo país tras la unión de Valaquia y Moldavia (origen del Principado de Rumanía en 1862). Y había que dotar a la ciudad de un halo de monumentalidad. Y por aquel entonces, el modelo a seguir era la París que surgió en el siglo XIX tras la supresión de los antiguos barrios medievales. Y por eso lo del dominio de esa arquitectura Haussmann aunque en edificios de entre tres y cinco plantas. Y el resultado es precioso. ¿Qué ver en esta zona de la ciudad?  El centro histórico de la ciudad se concentra en un radio de 500 metros tomando al Monasterio de Stavropoleos como centro. Así que explorar esta zona de la ciudad es cosa de una mañana bien aprovechada. A dos pasos, por ejemplo, está la  Biserica Zlătari (Victoriei, 12), otra bonita iglesia de estilo bizantino –a la que hay que entrar porque el interior está chulísimo- y el impresionante edificio que alberga el Museo de Historia Nacional (Victoriei, 12). La cuestión de que si hay que entrar o no a los museos queda al arbitrio de cada uno. Pero estamos en la antigua Dacia. Ni que decir tiene que las colecciones arqueológicas son sublimes y a la altura de su pasado glorioso.

Otros puntos importantes de esta parte de la ciudad son la Galería Macca-Vilacrosse (Pasaje Macca), una vieja galería comercial del siglo XIX de porte monumental, el edificio de la Banca Nacional de Rumanía (Doamnei 8) o la famosa Librería CărtureÈ™ti Carusel (Lipscani, 55). Todos están a apenas unos minutos caminando por una zona por la que conviene callejear sin rumbo fijado para ir descubriendo fachadas interesantes y rincones muy lindos. Comer en Caru' cu bere (Stavropoleos, 5).- Un imprescindible en el centro histórico. Hay que aprovechar que comer aquí, en estándares del oeste de Europa, es bastante barato pese a ser uno de los restaurantes de referencia de la ciudad. El local es precioso y sirven los desayunos más famosos del país. Los precios rondan los 15 euros por persona para almorzar y los 9 para desayunar.

El entorno de la Plaza Odeón.- El Boulevard Regina Elisabeta divide el casco histórico en dos. Al norte quedan los alrededores de la Plaza Odeon y la Ciudad Universitaria. Al contrario que sucede al sur de la calle (a la que, para que negarlo, le queda bastante grande el nombre de boulevard) aquí la monumentalidad queda reducida al Círculo Militar Nacional (Strada Constantin Mille, 1), al Palacio de la Telefónica (Victoriei, 35), a los edificios de la Universidad o a las dos Iglesias históricas del barrio (San Nicolás - Strada Academiei 22- y a la Basílica Kretzulescu – Victoriei, 45-). De resto nos quedan casas de vecinos, algunos edificios de traza soviética y nuevos iconos del consumo como hoteles y restaurantes de diseño. Pero aquí hay dos pequeñas joyas modestas que son verdaderos iconos de la capital. El más famoso es el Pasaje Victoria, una pequeña calle de vecinos célebre por estar cubierta con cientos de paraguas multicolores. El segundo, y menos conocido, es el Pasaje Inglés. En ambos casos se trata de antiguos patios de vecinos que sobrevivieron al paso de los años y a la piqueta.

Muy cerca de aquí nos encontramos con un par de lugares que merece la pena ir a ver. El más importante es la Plaza de la Revolución (acceso por Victoriei) con su Monumento al Renacimiento como icono más importante. En este entorno arquitectónico tienes el Museo de Nacional de Arte de Rumanía (Calea Victoriei, 49) –no te podemos decir que tal porque no lo visitamos-, la Biblioteca Central de la Universidad de Bucarest y el pequeño Museo de Theodor Aman (Rosetti, 8), uno de los pintores más importantes de la historia del país. Aquí sí que entramos y la verdad es que nos sorprendió gratamente: más por poder ver una de las pocas casas del siglo XIX que han sobrevivido en la capital que por las colecciones artísticas que atesora. También mola mucho el entorno del Ateneo de Rumanía (Benjamin Franklin, 1). Las callejuelas que rodean a este edificio vuelven a recuperar la idea de la Pequeña París del Este.

El Boulevard Unirii.- El Boulevard Unirii es el otro gran centro histórico-patrimonial de la ciudad. Esta calle monumental une el Parlamento de Rumanía (Izvor, 2) y el edificio ultra vanguardista de la Biblioteca Nacional de Rumanía (Bulevardul Unirii, 22) y es una de las avenidas más impresionantes de toda Europa (por lo menos de todas las grandes capitales y ciudades que hemos tenido la oportunidad de conocer). Esta avenida monumental se empezó a construir en la década de los 80 del pasado siglo como una oda a la victoria del Comunismo soviético sobre los nazis. La creación de esta arteria se debió a los estragos de un terremoto que sacudió el país en 1977. La solución para reconstruir esta parte de la ciudad (la más dañada) fue hacer una de esas construcciones icónicas del socialismo al estilo soviético. A unos les puedes gustar más y a otros menos. Pero el conjunto impresiona. Y la verdad es que los edificios tienen una estética más cuidada que en otras ciudades del antiguo orbe soviético.

El bulevard sirve para conectar varios puntos de interés como las Fuentes de Bucarest (Plaza Unirii), un conjunto monumental de fuentes y lagunas artificiales dónde puedes ver espectáculos de agua y luces por las noches o la Catedral de San Constantino y Santa Elena (Aleea Dealul Mitropoliei, 2), una preciosa iglesia de estilo renacentista rumano (o estilo brâncovenesc) del siglo XVI con unos frescos muy interesantes. También en la zona (junto al Parlamento) se encuentran las obras (porque lleva en construcción desde hace décadas) de la futura Catedral Patriarcal de Rumanía de San Andrés (13 Septembrie, 4), un edificio gigantesco que será la iglesia ortodoxa más grande del mundo. Nosotros, sinceramente, nos quedamos con la catedral histórica (la de San Constantino y Santa Elena).

Fotos bajo Licencia CC: Sludge G; Dimitris Kamaras; John PX; Ștefan Jurcă; Alexandru Panoiu; Rhys Thomas