Tres días en Oporto: la ciudad burguesa, el Puente de Luis I y la ribeira de Gaia

Si el primer día de paseo por Oporto lo empezábamos desayunando junto al Mercado de Bolhao, esta segunda jornada (ver iconos de color violeta en el mapa) empezaremos la ruta en la popular y comercial Calle de Santa Catarina, uno de los iconos del ensanche de Oporto cuando la ciudad de se desbordó de los límites de las murallas de la zona de Ribeira. Santa Catarina junto a la vecina Rua Sá da Bandera son el icono de esta ciudad burguesa e industrial del siglo XIX (Barrio de Bolhao) que surgió en torno a la Estación de San Bento. En estas calles puedes ver elegantes edificios de estilo modernista, racionalistas y clasicistas que nos retrotraen a aquellos tiempos de pujanza industrial en los que Oporto se convirtió en un próspero centro de producción textil que sentó las bases para la transformación de la economía portuguesa.

El icono de Santa Catarina es el Café Majestic (Rua de Santa Catarina, 112) otro de esos cafés ‘decadentes’ de la belle époque que tanto nos gustan. Es un lugar ideal para desayunar (aunque abre a las 9.00) antes de iniciar un día de exploración exhaustiva de esas que tanto nos gustan. Dicen que es el café más bonito de todo Portugal y no es una exageración. Este alarde modernista de principios del XX se inauguró en 1924 y no ha perdido ni un ápice de su esplendor. Una vez cumplimentado el ritual del desayuno (no hay nada más anti viajero que hacerlo en el hotel) empezamos a ver en vez de mirar.

Y la primera parada es la Iglesia de San Ildefonso (Praça da Batalha, sn). Este templo de inicios del XVIII es otro de los iconos de la ciudad. De esta joya barroca hay que destacar sus más de 11.000 azulejos que crean un conjunto sublime mezclando el azul y blanco de la cerámica con la piedra gris de la zona. Y si por fuera es bonita, por dentro lo es aún más. En el entorno de San Ildefonso podemos detenernos un rato en la Plaza da Batalha, otro espacio público icónico donde se concentran varios de los ‘templos’ cívicos de esa ciudad burguesa que empieza a dejar atrás los dogmas de la religión y se entrega a otros cultos propios de su tiempo: el Palacio de la Bolsa (Praça da Batalha, 62); el Teatro Nacional San Joao (Praça da Batalha, sn) y la Casa de Correos (Praça da Batalha, 12).

Cruzando el puente Dom Luis I.- Caminar sobre las aguas del Duero a través de uno de los puentes más famosos de Europa. Esta imponente estructura de hierro lleva la firma del estudio de Gustav Eiffel y se inauguró en 1888 como respuesta a la creciente industrialización de la orilla ‘brasileña’ de la ciudad y la necesidad de dar respuesta al movimiento de mercancías y trabajadores entre ambas orillas. Este enorme arco de acero cuenta con dos pasarelas peatonales: la superior, a la que se accede desde la Rua Viamara Peres (a dos pasos del Terreira da Sé) y la inferior con conexión directa con Ribeira. Nosotros te proponemos tomar el Funicular dos Guindais (Porta do Sol). Antes de bajar hacia Ribeira detente un rato en dos pequeñas joyas: la Capilla de los Sastres (R. de São Luís) y la Capilla do Postigo do Sol (R. de Augusto Rosa, 24). ¿Por qué tomar el funicular? Para poder ver en todo su esplendor el único lienzo de las Murallas Fernandinas que aún sigue en pie.

Cruzar a pie el Puente de Dom Luis I a pie es una gozada. Una buena idea es ir hacia la orilla ‘oriental’ (en realidad Sur) caminando por la pasarela inferior y volver a la zona de San Bento por la pasarela superior con el Tranvía (Línea D) desde el jardín do Morro. El paseo entre las dos orillas por la pasarela inferior es una agradable caminata de apenas 170 metros (frente a los casi 400 de la plataforma superior) que ofrece algunas de las mejores fotos del viaje. A un lado el mosaico caótico de Barredo y la monumentalidad del Terreiro do Sé con la fachada del Palacio Episcopal como gran referente de la acrópolis Tripeira (curioso gentilicio de la ciudad que toma el nombre de un plato tradicional de la zona elaborado con tripas de cerdo).

Los Cais de Gaia y el mundo del vino de Oporto.- El Puente de Dom Luis I nos deja en Vilanova de Gaia, al otro lado del río y justo en frente de los Cais de la Ribeira. Esta es la ribeira de las grandes bodegas de Oporto que aquí tenían sus grandes cavas y almacenes desde dónde los caldos de la ribera del Duero (la zona vitivinícola se extiende entre las localidades de Peso da Régua (a 115 kilómetros de aquí) y São João da Pesqueira. Aquí vemos los grandes almacenes de los intermediarios y comerciantes (casi todos ingleses) que exportaban el vino hacia Inglaterra y el norte de Europa. ¿Qué bodegas visitar? Es muy difícil. Nosotros vimos dos: Sandeman (Largo Miguel Bombarda, 47), la más histórica -siglo XVII-, y Ferreira (Av. de Ramos Pinto, 70), que data del XVIII y está bastante alejada de las masas turísticas. Y al lado de esta última bodega puedes ir a ver el Estaleiro Naval do Rio Douro (Cais de Gaia, sn), un astillero tradicional donde se construyen y reparan los tradicionales Rabelos, barcos de madera que servían para transportar el vino desde los viñedos río arriba hasta Oporto.

Un lugar muy interesante en esta zona de Oporto es el complejo cultural del Mundo del Vino  -WOW- (Rua do Choupelo, 39), una antigua zona de bodegas que se han reconvertido en siete museos y galerías de arte. Si eres un amante de la historia es imprescindible el Centro Multimedia Oporto a través de los siglos un ejemplo de aplicación de la tecnología de la información a un museo para contar los más de 2.000 años de historia de este lugar.

Subir hasta el Jardim do Moro en el Teleférico de Gaia.- Vamos en pos del mejor atardecer de la ciudad y para ello hay que subir más de 60 metros de desnivel desde la orilla del Duero. Una buena opción para ahorrarse la subida y de paso deleitarse con las vistas es tomar el Teleférico de Gaia en su estación del Cais de Gaia (Avenida de Ramos Pinto 331) y subir hasta el jardín do Moro sobre los tejados de las bodegas y el campanario de la bonita Iglesia de Santa Marina. El Jardin ddel Moro nos deja junto al arranque de la plataforma superior del Puente de Dom Luis I y al Monasterio de la Sierra del Pilar (con un sublime claustro redondo). Junto al cenobio tenemos uno de los mejores miradores de Oporto desde donde ser puede ver ese atardecer glorioso.

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