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El valle de los prodigios: un viaje por los encantos de El Bierzo

El pequeño Pueblo de El Acebo, uno de los más pintorescos de El Bierzo. VA

Viajar Ahora

A pocos kilómetros de Foncebadón se yergue la Cruz de Ferro. Para los que llegan con el Camino de Santiago a cuestas, la entrada a estas tierras delBierzo se tiñen con un halo de magia y emoción difíciles de explicar. Zona montañosa en la que se mezclan las gentes y culturas de dos regiones de gran personalidad dentro del mosaico de las Españas. León, por un lado, y Galicia por el otro. Enclaustrada por montañas que, en algunos casos superan los 2.000 metros, esta hoya de más de 3.000 kilómetros cuadrados es una verdadera clase de historia y antropología. Zona de encuentro, como decíamos, entre lo leonés y lo gallego en un lugar donde las identidades son una permanente fuente de oposición y, a veces, hasta conflicto: nada raro teniendo en cuenta que estamos en un trozo de España y ya sabemos a lo que nos atenemos.

Pero a lo que íbamos. El viajero que llega a esta comarca mágica se encuentra con una realidad marcada por un ambiente tan duro como bello. El cauce del Río Sil y sus innumerables tributarios excavó una maraña de valles y torrenteras que deja poco espacio a lo humano. Por eso no es de extrañar que cualquier espacio útil acumule un puñado de casas de piedra y techos de pizarra para formar un pueblo. El que llega a pie lo descubre de manera rápida en pueblecitos encantadores como Manjarín, El Acebo o Riego de Ambrós. Sólo donde el agua ha logrado vencer de verdad la resistencia de la montaña crecen ciudades de cierta importancia. El Sil allanó el solar donde se asienta Ponferrada, capital de la comarca, y el Burbia hizo lo propio para que Villafranca del Bierzo pudiera ser. De resto, quebradas, bosques, cimas imposibles y riscos en los que apenas pueden juntarse tres o cuatro casas.

Campo base en Ponferrada

El paisaje urbano de la comarca viene marcado por el Camino de Santiago, principal vía de comunicación con las tierras galaicas y, también, eje vertebrador del Bierzo. Ponferrada es una buena opción para establecer el cuartel general en el feliz caso de los que opten por dedicar un par de días a la zona (que los merece). El Castillo de la Orden del Temple (Dirección: Avda. del Castillo sn; Tel: (+34) 987 402 244; Ver Horarios) marca la geografía urbana de una ciudad que creció como estación de servicios para peregrinos. Sin ir más lejos, esta magnífica fortaleza del siglo XII, construida sobre un antiguo castillete de origen romano, tenía como principal función la protección de la ruta jacobea. En torno a los muros fue creciendo una pequeña ciudad típicamente medieval que aún se deja ver en las callejuelas que rodean a la porticada Plaza del Ayuntamiento.

La minería dio forma a la región desde tiempos de los romanos. El Oro que modeló el paisaje surrealista de Las Médulas dejó, muchos siglos después, su lugar al carbón y al Volframio. Y Ponferrada pasó de ser un pequeño laberinto de casas de piedra bajo la protección del castillo a una próspera ciudad que alimentó las calderas de las acerías del norte peninsular. De esa época, además de la lógica expansión urbana, quedan testigos de la expansión industrial y la modernidad como el Museo del Ferrocarril (Dirección: C/ Vía Nueva, 7; Tel: (+34) 987 405 738; E-mail: museoferrocarril@ponferrada.org), uno de los mejores de España entre los de su temática, La Fábrica de la Luz (Dirección: Av. de la Libertad, 46; Tel: (+34)987 400 800), antigua central eléctrica de principios del siglo XX que hoy, tras haber sido minuciosamente restaurada, alberga el Museo Nacional de la Energía o el Museo de la Radio (Dirección: C/ Gil y Carrasco, 7; Tel: (+34) 987 456 262; E-mail: info@museoradioponferrada.com).

Antes de salir a explorar los impresionantes rincones de la caprichosa geografía berziana no es mala idea pasarse por el Museo del Bierzo (Dirección: Calle Reloj, 5; Tel: (+34) 987 414 141) que aparte de permitir ver por dentro una de las casas del casco medieval, hace, a través de piezas arqueológicas y objetos de interés etnográfico, un recorrido por la historia y las costumbres de la comarca desde la Prehistoria hasta nuestros días pasando por la larga etapa de ocupación romana o la Edad Media.

Camino de Villafranca y el mítico O Cebreiro

Lo que para el peregrino es una penosa ascensión de más de 30 kilómetros y casi ocho horas de travesía, apenas supone un suspiro de 20 minutos para el viajero motorizado por la moderna Autopista A6. Pero no es mala idea seguir la antigua senda peregrina y pausar un poco la marcha y plegarse a las estrecheces de la LE-713 para dejarse caer por pequeños pueblos como Cacabelos y transitar entre los viñedos del que sale el vino de la Denominación de Origen El Bierzo. Los paisajes domados por las cuencas de los ríos se suavizan. Estamos en el fondo de la ‘hoya’, corazón de la comarca y asiento de sus principales poblaciones.

Como la propia Villafranca del Bierzo, ciudad íntimamente ligada a la Ruta Jacobea. El Castillo de los Marqueses de Villafranca domina, desde las alturas, una población que creció en torno al Camino. La Colegiata de Santa María (Dirección: Plaza de Don Pío sn) destaca por su imponente volumen entre las casas de tejados negros que se agolpan a ambos lados del Río Burbia. Es el principal edificio religioso de un pueblo pequeño pero intenso. Última gran población leonesa camino de las alturas donde León se convierte en Galicia. Por el camino, pequeños pueblos como Pereje, Trabadelo o Valcarce, que atesora las ruinas de su propio castillo.

De aquí hacia arriba, el paisaje torna hacia la alta montaña culminando, por el oeste, el borde de esa olla que, justo en el otro extremo, podíamos ver desde Foncebadón. La carretera vecinal CV-125 permite cubrir los últimos kilómetros de escalada hasta O Cebreiro, aldea de pallozas con techo de paja e iglesias prerrománicas con vírgenes y cálices milagrosos. Esto ya es Galicia. Pero merece la pena dar dos pasos fuera del Bierzo para encaramarse a lo alto del monte y ver el lugar dónde lo berciano y lo gallego se unen.

Naturaleza en Mayúsculas

La Sierra de los Ancares , situada al norte de la comarca, es quizás, el más célebre de los monumentos naturales bercianos. Frontera natural de las regiones de León, Asturias y Galicia, estos montes que se acercan a los 2.000 metros de altitud son refugio del oso, o el lobo, especies antaño numerosas que hoy se recluyen en bosques milenarios donde abunda el roble, el acebo, la haya y el castaño. La presencia humana queda de manifiesto en lugares como el Castro de Chano (Acceso desde Fabero y LE-711), antiguo poblado fortificado del siglo I antes de Cristo que pone de manifiesto la continuidad cultural de los hombres y mujeres de aquellos tiempos y los de hoy. Campo del Agua (Acceso desde San Martín de Moreda y LE-5202) es una de las aldeas más auténticas de la comarca donde aquel urbanismo castreño de casas redondas y techos de paja (pallozas) es aún la norma.

Enumerar todos los atractivos naturales de la zona supondría un listado interminable. En el debe del viajero se podrían anotar lugares como el Valle del Silencio, el Hayedo de Busmayor o la Sierra Gistredo. En otro apartado tendríamos que situar las celebérrimas Médulas, un paisaje inquietante esculpido por los seres humanos a golpe de agua a presión. Las Médulas (Dirección: Carretera Carrucedo sn; Tel: (+34) 987 420 708; Horario: LD 11.00-14.00 y 15.30-18.00) son uno de los ejemplos más antiguos de transformación humana radical de la naturaleza. Antigua mina a cielo abierto, esta profunda cicatriz de picachos rojizos, túneles y grietas fueron el resultado de 250 años de intensa actividad minera por parte de los romanos. A través de kilómetros de canales, los romanos crearon un complejo sistema hidráulico destinado a reventar la montaña a través de la presión del agua.

Un paseo por las inmediaciones del enorme boquete permite ver desde dentro el impresionante trabajo de desgaste que, según los historiadores, necesito del trabajo de más de 20.000 hombres de manera simultánea; la gran mayoría de ellos eran esclavos. Muy cerca del boquete se encuentra el Poblado Metalúrgico de Orellán, en el que aún se ven los cimientos de las casas donde habitaban los trabajadores y los hornos donde el oro se transformaba en lingotes. Ésta fue la más importante mina del Imperio romano. Se calcula que desde León se exportaron 1,6 millones de kilogramos de Oro lo que convierte a Las Médulas en la Potosí del Imperio .

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