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Cien años de cine español

Eduardo Serradilla Sanchis / Eduardo Serradilla Sanchis

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Con el paso del tiempo, lo que empezó siendo un entretenimiento al que pocos daban una larga vida se convirtió en un formato ideal para recoger las vivencias de las sociedades humanas, sin importar su localización geográfica. Luego, con la llegada de la radio, la televisión y, en las últimas décadas, Internet, las fuentes de documentación han llegado a ser casi infinitas. Sin embargo, no nos debería ser difícil imaginarnos la cara de perplejidad del público de las primeras películas de los hermanos Lumière, pudiendo disfrutar de una escena cotidiana sin necesidad de estar allí.

Nuestro país, a pesar de la mentalidad imperante entonces ?poco amiga de los adelantos tecnológicos- tampoco fue ajena a la revolución que supuso el séptimo arte como medio de comunicación. Por ello, en un lejano 1896, se filmaba la primera película en suelo patrio, la cual, como no podía ser de otra manera, narraba la salida de la misa del Pilar en Zaragoza. El artífice de esta primera muestra cinematográfica española fue Eduardo Gimeno y el tema escogido -de marcado carácter religioso- es totalmente opuesto al de los hermanos Lumière, laico y cotidiano.

Varios fotogramas de la película de Eduardo Gimeno presentan la exposición Cien años de cine español. Una crónica visual organizada por el Instituto Cervantes, la Agencia española para la Cooperación y Desarrollo internacional. La muestra, comisariada por Jesús García de Dueñas, formó parte de las actividades incluidas dentro del 20º aniversario del Festival Internacional de cine de Espoo, Espoo Ciné 2009, gracias a la ayuda de la Embajada de España en Helsinki.

La motivación principal de esta exposición, tal y como comentó su comisario, es recorrer de manera cronológica la historia del cine español, utilizando de soporte imágenes de buena parte de las películas que conforman la historia del cine español. Así, tras el religioso punto de comienzo, se nos muestran imágenes de películas como Riña en un café, de 1897, estampa costumbrista de la España de la época.

Con la llegada del nuevo siglo surgieron nuevos creadores, tales como Segundo de Chomón, autor no suficientemente reconocido en España, a pesar de su enorme talento y capacidad creativa. Las imágenes de La casa de los duendes, de 1906, y su sorprendente Hotel eléctrico, de 1905-1908, suponen un más que merecido homenaje a este director.

En las siguientes décadas se intercalaron adaptaciones literarias clásicas ?como Don Juan Tenorio- con zarzuelas rodadas para la gran pantalla, fiel reflejo de los gustos de los españoles de entonces. Francotiradores como Luis Buñuel y su Edad de Oro convivieron en los años 30 con películas como El embrujo de Sevilla, de Benito Perojo, y Abajo los hombres, comedia de José María Castelví.

A partir de los años 40, la España nacional y católica marca la impronta en el cine y un patriotismo rancio, según García de Dueñas. Títulos como A mí la Legión, Los últimos de Filipinas, o Misión Blanca son una inmejorable carta de presentación para conocer la mentalidad del régimen franquista.

Los años 50 perpetuaron las consignas ideológicas y religiosas del régimen, con títulos como Balarrasa, de José Antonio Nieves Conde; la inolvidable Marcelino, Pan y Vino, de Ladislao Vajda; los cantos de El pequeño ruiseñor; El último cuplé, con Doña Sara Montiel; o Los Tramposos, una de las mejores comedias de la historia cinematográfica de nuestro país.

De esa misma década datan dos títulos que ya osaron plasmar las miserias del régimen franquista. Una es la maravillosa Bienvenido, Mister Marshall, de Luis García Berlanga; y la otra es la que se considera la primera película antifranquista hecha en suelo español, Muerte de un ciclista, de José Antonio Bardem.

La década de los 60, muy bien reflejada por la selección de García de Dueñas, muestra al visitante imágenes antagónicas de un mismo país, según quién se pusiera tras la cámara. El mejor ejemplo de esto fue la colocación de una imagen de La gran familia -película que es una auténtica alabanza al fomento de la familia numerosa que tanto gustaba al régimen de Franco- junto con la disfuncional familia que aparece en Viridiana, de Luis Buñuel.

En estos años, junto a películas como La ciudad no es para mí, o Un rayo de luz, protagonizada por Marisol, los espectadores españoles pudieron ver cintas tan cabales ?por extraño que esta palabra pueda sonar en medio de una dictadura- como El cochecito, de Marco Ferreri; Plácido, de Luis García Berlanga; La caza, de Carlos Saura; o la inquietante La residencia, de Narciso Ibáñez Serrador. Estas películas, junto con otras como No desearás a la vecina del quinto, protagonizada por Alfredo Landa, o Estudio amueblado 2P, de José María Forqué, supusieron la avanzadilla de una nueva concepción de entender el cine y la sociedad en si misma.

Con la muerte del dictador y el final de la censura, nuevos realizadores se dedicaron a contar historias más acorde con la España de la democracia. Es el caso del oscarizado José Luis Garci, el no menos galardonado Pedro Almodóvar, o la desaparecida Pilar Miró. Películas como Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, Gary Cooper que estás en los cielos, Los santos inocentes, La corte del faraón, o El bosque animado son algunas de las películas que recoge la muestra.

Desde aquí hasta el final ?en el año 2006- la exposición se detiene en una treintena de títulos, muchos de los cuales han disfrutado de más de un merecido éxito internacional, como es el caso de Acción Mutante, Abre los ojos, Intacto, Mar Adentro, Todo sobre mi madre, o la inigualable Torrente.

Gracias a esta selección de imágenes, cualquier visitante se pudo hacer una idea bastante clara y acertada de cuál ha sido el discurrir de la historia española en los últimos cien años. Como complemento, la muestra contó con un apartado especial dedicado al maestro Fernando Fernán Gómez y una pequeña selección de carteles -de los cincuenta escogidos originalmente- en los que se puede ver la evolución iconográfica del diseño cinematográfico español.

La exposición, luego de estar en el Festival Internacional de cine Espoo Ciné 2009, partirá hacia la república báltica de Lituania y de allí, ya en el 2010, comenzará un periplo por Rusia y Japón, continuando así su viaje de divulgación de la historia del cine español.

Agradezco a Jesús García de Dueñas la visita guiada con la que me obsequió tras la inauguración de la exposición en Espoo Ciné 2009, la cual me ayudó a entender, un poco más la historia del cine realizado en mi país.

Eduardo Serradilla Sanchis

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