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Que les aproveche

Cristóbal D. Peñate

El pasado fin de semana el partido de la derecha y el de la izquierda celebraron sus respectivos congresos en Madrid. El PP, en la Caja Mágica (nada por aquí, nada por allá) y Podemos en Vistalegre. Mientras en la convención de Podemos hubo debate y posturas enfrentadas, en la del PP se reeligió al cansino líder Mariano Rajoy por enésima vez y a la búlgara, con más del 95% de los votos.

Suena raro que la derecha que se tilda liberal tenga sus congresos tan amañados y previsibles, como aquellos del Partido Comunista de la Unión Soviética y sus países afines del Este europeo o como la misma Cuba castrista, mientras que en el partido que algunos llaman de extrema izquierda, aunque no lo sea, los debates estén a la orden del día y no exista unanimidad a la hora de elegir al amado líder. Prietas las filas no es el estilo de Podemos.

Curiosamente algunos críticos han vapuleado a Podemos por sus diferencias y sus luchas intestinas, como si la discrepancia estuviera mal vista en la democracia, mientras que la paz del camposanto del PP les ha parecido un signo político positivo. Solo en las dictaduras se presume de unanimidades y lealtades inquebrantables. El disenso está prohibido.

A veces vemos mal lo que está bien y bien lo que está mal. Las votaciones a la búlgara, las que se hacen más por miedo o disciplina que por convicción, como las del antiguo partido comunista de Bulgaria, donde a veces había más votos que asistentes, no son nada encomiables ni plausibles. Los caudillismos son propios de otros regímenes totalitarios.

No deja de ser curioso que desde la derecha se tildara a Pablo Iglesias de caudillo cuando el verdadero caudillo lo tenían dentro de su propio partido. Detectaban fuera lo que tenían en su interior. Es lo de la viga, la paja y el ojo aplicado a la política doméstica.

En los congresos del PP solo se ven dos banderas: la española y la de la gaviota o del charrán. El resto no existe, ni siquiera la bandera arcoíris. La Caja Mágica es como el Santiago Bernabéu, donde casi hay más banderas de España que del propio club al que apoyan y aplauden, sobre todo cuando vienen a jugar a su casa los equipos vascos y catalanes.

El problema del PP es como el del Real Madrid: se apropian, monopolizan y trivializan la bandera de todos en su provecho. Pues eso, que les aproveche y que con su pan se lo coman

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