Risco Caído, el templo astronómico que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad

Bóveda de más de cuatro metros de altura en Risco Caído. (Cabildo GC).

Cristóbal D. Peñate

Las Palmas de Gran canaria —

El Cabildo de Gran Canaria invirtió el año pasado 546.210 euros en la rehabilitación del yacimiento de Risco Caído (Artenara) y los espacios sagrados aborígenes de montaña con el objeto de convertir este singular conjunto en referencia internacional de la arqueología y la astronomía para intentar lograr que en 2019 sea reconocida por la Unesco como Patrimonio Mundial de la Humanidad. Por eso la institución ha trazado un ambicioso plan cuatrienal para conseguirlo.

El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, subraya que “no en vano en Risco Caído se encuentra un santuario en el que tiene lugar un prodigioso fenómeno de luz creado a conciencia en su interior como soporte de un sofisticado calendario o marcador astronómico, lo que junto al resto de riquezas arqueológicas y culturales del área le confieren un indudable potencial cultural, científico y turístico”.

En respuesta a las iniciativas del Cabildo de Gran Canaria, Risco Caído y los espacios sagrados de montaña han sido incluidos en la lista indicativa española de Patrimonio Mundial. Por lo tanto, ya se ha dado un paso importante. “Estamos trabajando para hacer posible que en el año 2019 se consiga calificar como Patrimonio Mundial de la Humanidad esta propuesta que estamos defendiendo”, añade Morales, quien presentó en su día el proyecto junto al consejero de Cultura, Carlos Ruiz; el jefe de Patrimonio Histórico, José de León, y el arqueólogo Julio Cuenca, descubridor de Risco Caído y coordinador científico del proyecto.

El Cabildo se traza, según su presidente, tres objetivos fundamentales con este proyecto: conseguir inscribir en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad esta propuesta, ampliar la propuesta internacionalmente de patrimonio arqueológico y astronómico de Gran Canaria y mejorar sustancialmente el patrimonio arqueológico, etnográfico, natural y paisajístico de la isla. “Nos aseguran los expertos que tenemos muchas posibilidades, por lo que estamos muy ilusionados”, dice.

El Cabildo acometió en 2016 los trabajos para abrir este año el Centro de Interpretación de Artenara, “que tiene una superficie de 400 metros cuadrados, incluye una réplica de la bóveda principal y es vital para difundir los valores de Risco Caído”, explica el consejero insular de Cultura, Carlos Ruiz.

Desde Presidencia del Cabildo se aportaron 150.000 euros para el proyecto durante el año pasado y la Consejería de Cultura concedió 396.000 euros más. “Tenemos que proyectar nuestro patrimonio cultural porque nos ayuda a hacer visible nuestro proyecto de reactivación económica para la isla. El turismo cultural puede ser un atractivo importante para nuestra economía productiva, empezando por nuestras cumbres. Apostamos fuertemente por este proyecto”, manifiesta Antonio Morales.

Las actuaciones prevén obras de conservación, restauración y mantenimiento, ampliación de los estudios científicos, la mejora del entorno, los caminos, veredas y señalización, así como la culminación de los expedientes de Bien de Interés Cultural de los conjuntos que restan. “Estas son algunas de las acciones contempladas, por lo que seguro que de aquí saldrán muchas tesis doctorales”, apostilla el arqueólogo José de León.

Hallazgo fortuito

Gran Canaria atesoraba una riqueza que no fue descubierta hasta 2011, cuando un hallazgo fortuito desveló un asombroso juego en el que los aborígenes consiguieron introducir la luz del sol en el interior de una cúpula de cinco metros para que bañara orificios y triángulos púbicos de marzo a octubre y en el resto del año lo hiciera la luz de la luna. Todo ello relacionado, según las investigaciones efectuadas hasta el momento, con la fertilidad de esta sociedad matrilineal, subraya el inspector de Patrimonio Histórico del Cabildo, José de León.

“Entre 2011 y 2012 hemos actuado en un tiempo récord en unas cuevas que eran casi desconocidas y ahora es un espacio que está nominado para ser Patrimonio Mundial de la Humanidad por parte de la Unesco. Tenemos una idea fuerza que entra como propuesta de paisaje cultural. Son unos hitos arqueológicos que a nivel internacional no se encuentran en lugares aislados como el nuestro. Nuestra cultura bereber estuvo anclada durante 1.500 años en un pequeño archipiélago, por lo que se refuerza el valor excepcional y universal de este conjunto. Podemos llegar a convertirnos en un paradigma mundial de la arqueología, como puede ser hoy Pascua o Machu Picchu, con el máximo reconocimiento internacional”, añade De León.

El Plan Integral 2016–2019 prevé actuaciones para los cuatro ámbitos que integran la propuesta, compuesta por Risco Caído, Acusa, Sierra del Bentayga-Cuevas del Rey y Risco Chapí (Cuevas del Caballero y Cueva Candiles) y proseguir con la política de adquisición de propiedades del entorno, hasta ahora más de medio centenar de cuevas con anécdotas de todo tipo relacionadas con la falta de escrituras o hijuelas.

El proyecto contempla la creación de una comisión permanente de coordinación entre las consejerías insulares de Cultura y Patrimonio Histórico, Turismo, Medio Ambiente y Sector Primario, así como con el Gobierno de Canarias, que participa de manera activa en el desarrollo del expediente de la candidatura a Patrimonio Mundial, y con los ayuntamientos afectados: Artenara, Tejeda, Agaete y Gáldar. Además, el Cabildo desea implicar en este proyecto a la ciudadanía, colectivos sociales, coordinadoras y asociaciones vinculadas a la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria.

“Este lugar, a media hora de vereda de la carretera, cuyos trabajos se han podido realizar gracias al uso de mulas, es todo un ingenio de referencia que aúna cosmología aborigen y simbología sagrada en el contexto de las antiguas poblaciones insulares del planeta, por lo que otro de los objetivos es convertir a los antiguos canarios en nuevo paradigma mundial en la diversidad cultural que ha desarrollado la aventura humana a lo largo del tiempo”, agrega De León.

Hábitat troglodita único

El entorno incluye conjuntos ceremoniales, templos y un hábitat troglodita único, presididos por la colosal Caldera de Tejeda, pertenecientes a una cultura ya desaparecida que evolucionó en total aislamiento, “lo que le confiere un valor aún más exclusivo, hasta la llegada de los marinos del sur de Europa que buscaban en el siglo XIII nuevas rutas de las especias y del comercio de esclavos”, recuerda Morales.

Este excepcional patrimonio arqueológico servirá, además, para dinamizar la cumbre y demostrar que, con una clara apuesta de recuperación y disfrute sostenible, el legado patrimonial puede convertirse en un recurso complementario para Gran Canaria, máxime dado el número de visitantes que recibe la Isla al año y cómo este yacimiento enriquecerá su visita. “Tanto es así, que ya ha dado trabajo a medio centenar de personas y dará a más, lo que se suma a la reactivación de la zona con, incluso, el alquiler de casas cuevas”.

Lograr que Gran Canaria sea un referente arqueoastronómico, de por sí con escasas manifestaciones en el planeta, “depende del esfuerzo que haga el Cabildo a través de un plan diseñado para conseguir algo que ya está al alcance de la mano”, manifiesta el presidente, quien reitera el compromiso de la corporación con el proyecto de convertir Risco Caído en Patrimonio de la Humanidad.

Expediente definitivo

José de León explica que en este período se cubrirán los requisitos científicos, de conservación, institucionales y jurídicos para que pueda ser elevada la propuesta definitiva para su declaración como Patrimonio Mundial, de modo que se cumplan los plazos establecidos por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España y la Unesco para la puesta a punto del expediente, con las consiguientes reuniones políticas, científicas y técnicas.

Entre octubre y noviembre de 2016, la Comisión Permanente culminó el primer avance del expediente, que se remitió en septiembre de este año al Centro de Patrimonio Mundial para que sea sometido a las correcciones oportunas. En febrero de 2018, el Estado remitirá formalmente el expediente definitivo de Risco Caído a la Unesco, mientras en primavera aún deberá someterse a una auditoría externa de los órganos asesores del organismo internacional.

Un proceso complejo de esta envergadura en el que confluyen diferentes organismos nacionales e internacionales siempre está sujeto a la modificación y flexibilización de los plazos, aunque la previsión es que en verano de 2019 el Comité de Patrimonio Mundial emita la decisión definitiva acerca de la inclusión de Risco Caído en la lista del Patrimonio Mundial.

La Unesco ya lo tiene incorporado en su Portal de Patrimonio Astronómico (www.astronomicalheritage.net), que incluye enclaves como Stonehenge (Reino Unido), Jantar Mantar (India) o Lascaux (Francia), expresiones únicas del patrimonio cultural y científico mundial.

Este portal tiene como objetivo incentivar y ayudar a los estados a identificar posibles sitios astronómicos o arqueoastronómicos para su inclusión en sus listas indicativas nacionales y apoyar posibles candidaturas a la Lista del Patrimonio Mundial, un objetivo que está más cerca para toda Gran Canaria.

Proceso participativo

Los arqueólogos Julio Cuenca y José de León, máximos responsables del yacimiento de Risco Caído, en Artenara, consideran que su declaración como patrimonio mundial de la Unesco supondrá una dinamización económica para Gran Canaria, pero advierten también que hay que hacer compatible la visita al espacio sagrado de montaña de los antiguos canarios con los tres millones y medio de turistas que visitan cada año la isla. Los arqueólogos responsables advierten que “la Unesco ha valorado mucho que esto sea un proceso participativo, de abajo arriba, y continuado”.

Los dos técnicos insulares de Patrimonio han participado en el debate titulado ‘Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña de Gran Canaria: Patrimonio de la Humanidad’ acerca de las estrategias del Cabildo de Gran Canaria con respecto a esta cueva aborigen localizada en Artenara. Este templo astronómico de los antiguos canarios que ha sido seleccionado recientemente como candidato español a Patrimonio Mundial de la Unesco está poniendo en valor la arqueología en las islas.

Julio Cuenca es director científico del proyecto Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña de Gran Canaria y José de León es inspector insular de Patrimonio del Cabildo de Gran Canaria. Cuenca descubrió en 1996 el almogarén o centro ceremonial de Risco Caído en las montañas de Gran Canaria. Este auténtico templo perdido constituye un singular y único complejo arqueológico de carácter religioso y astronómico de los antiguos canarios. Tal hallazgo representó el redescubrimiento de un espacio de excepcional importancia simbólica para los aborígenes.

Cuenca señala que “estamos a las puertas de conseguir algo importantísimo para la isla y la conservación de nuestro patrimonio. Será un reconocimiento internacional que hará que las administraciones se preocupen más por la vida de los antiguos canarios”.

“Todos recuerdan cuando la acrópolis de Maspalomas situada junto a la autopista, cuando no se contaba con el impacto arqueológico y medioambiental. Ese fue un punto de inflexión porque fue una obra hecha con fondos europeos a la que no se prestó la debida atención. No se quiso modificar el trazado de la autopista porque entorpecía y no había manera, por lo que hubo que desmontar la necrópolis y volverla a montar en un museo de sitio. Fue algo sorprendente, pero ha sido una constante en nuestro patrimonio. Llevo una larga lucha en este sentido, muchas veces predicando en el desierto”, añade.

Según él, para muchos ayuntamientos y administraciones “el hecho de que aparecieran vestigios arqueológicos cuando se estaba haciendo una obra era una auténtica desgracia y se convertía en un problema. No nos damos cuenta de que el patrimonio arqueológico en la isla de Gran Canaria es una reserva estratégica, algo fundamental en nuestro territorio. Pero hay que hacerlo bien”.

“A veces he creído que estos temas se nos pueden ir de las manos porque en ocasiones hay una presión importante sobre esos espacios arqueológicos que se descubren porque en muchas ocasiones están en lugares aislados y en sitios inaccesibles. Si conseguimos la dimensión y el reconocimiento mundial de Risco Caído se convertirá en un lugar de visita deseada de mucha gente de muchos lugares del mundo”, agrega.

Reconoce que este es un tema que les preocupa. “Por un lado estamos muy ilusionados y entusiasmados con esta idea de que Risco Caído sea un reconocimiento mundial de nuestro patrimonio. Cuando en 2011 se inauguró el Museo Arqueológico Nacional había representaciones de todas las culturas del Estado de todos los tiempos, pero Canarias no estaba representada. Bueno, sí, había allí un billete de 5.000 pesetas con la figura de Pérez Galdós en la Sala de Monedas, pero no había nada más”.

Cultura desconocida

El descubrimiento del yacimiento ha hecho que cambie toda la concepción que había sobre una cultura desconocida. “Se sabía algo de las momias de los guanches, pero realmente no se había sacado de este contexto archipelágico. Ahora las cosas adquieren otra dimensión. El patrimonio cultural, el legado de los antiguos canarios va a tener un reconocimiento mundial porque se lo merece. Son culturas que atesoran un bagaje importantísimo y que han dejado un legado que hasta ahora no había sido bien conservado, pero a partir de ahora la cosa será distinta”.

Por su parte, José de León manifiesta que “Risco Caído está teniendo cada vez un eco social mucho mayor, por lo que es importante mantener informados a los ciudadanos de todos los pasos que estamos dando. Estamos en un proceso vertiginoso. Cuando Julio descubre la cueva de Risco Caído a finales de los 90 ha pasado poco tiempo desde que nos hemos puesto a hacer trabajos de conservación. Si conseguimos la declaración en 2019, que es el plan que tenemos, es una velocidad importante, un proceso muy rápido y muy complejo”.

“Lo que hemos conseguido, que el Estado español haya hecho suya la candidatura de Risco Caído para la Unesco, implica no solo un reconocimiento importantísimo, sino sobre todo una responsabilidad enorme. Tenemos que ponernos en estos dos años los deberes de manera muy intensa, tenemos que cumplir unos requerimientos muy completos porque van a venir evaluadores internacionales, sobre todo en 2018 y vamos a tener que desarrollar muchas cosas que se han puesto en marcha”, agrega.

León declara que “nos estamos jugando ahora cosas muy importantes, algo que puede contribuir al futuro de la isla de Gran Canaria. Esto no es solo la recuperación de yacimientos arqueológicos, sino poner en marcha todo un proyecto alternativo de desarrollo de gestión para toda la zona de cumbre de la isla”.

“Los canarios tenemos que creernos la importancia extraordinaria que tiene la cultura de nuestros antepasados en las islas. Risco Caído nos ha hecho tambalear todo lo que sabíamos de nuestros antepasados, todo lo que nos habían enseñado y poner en un escalafón mucho alto la idea que tenemos de estas culturas. Esto no solo va a ser importante para Gran Canaria, que quizá fue la cultura más desarrollada de los antiguos canarios, sino para todo el Archipiélago”, afirma.

“Una de las ideas importantes con la que los evaluadores se han quedado asombrados con nuestra cultura es que los antiguos canarios fueran una población separada entre islas y del continente. Una cultura desarrollada en todo el norte de África, la bereber o amazigh, que vive allí durante milenios. No sabemos exactamente si por un proceso propio o presionado por la romanización, hace más de 2.000 años salta a un archipiélago y ahí de manera aislada, durante más de 1.500 años, desarrollan una cultura impresionante. Esto no es normal en el planeta”.

El arqueólogo afirma que la Unesco “ha valorado mucho que esto sea un proceso participativo, de abajo arriba, y continuado. La idea de esto es que sea un elemento de dinamización económica para que la población de ahí se pueda recuperar. Cuando hablamos de elemento identitario estamos hablando de la continuidad de los elementos tradicionales de nuestra cultura pero también de mucha gente que se está asentando aquí para desarrollar actividades en esta línea sostenible”.

De León es muy gráfico al señalar que “esto no es la segunda gallina de los huevos de oro porque al final nos quedamos sin huevos y sin gallinas. Esto, que está creando unas expectativas enormes en una isla con tres millones y medio de visitantes, puede acabar cargándonos esta joya de la corona que tenemos en el archipiélago. Tenemos que tener un turismo responsable y sostenible. Que se declare Risco Caído patrimonio mundial no significa Jauja. Muchos sitios que están declarados patrimonio mundial están teniendo problemas de control y sostenibilidad”.

Caldera de Tejeda

El complejo arqueológico está situado en el desborde de la mítica Caldera de Tejeda, en las tierras altas de la vertiente noroeste de la Isla de Gran Canaria, a unos 960 metros de altura, en un lugar recóndito y apartado de Barranco Hondo integrado en el ámbito del paisaje cultural.

Las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo indican que el almogarén de Risco Caído se encontraba situado en un lugar estratégico relacionado con una de las principales rutas de lo sagrado que utilizaba la población aborigen de las tierras bajas del norte, hacia los principales santuarios de montaña de los canarios, situados en la Caldera de Tejeda y las montañas que la circundan.

En este territorio mítico de los ancestros, los estudios arqueológicos han permitido recuperar una serie de yacimientos que se identifican como lugares de culto y celebración de rituales, bien en lo alto de roques prominentes con estructuras excavadas en superficie, o lo más frecuente, en cuevas excavadas en las partes más inaccesibles o recónditas de ciertas montañas, como es este el caso.

Las dos principales y excepcionales cuevas del complejo de Risco Caído conforman básicamente lo que los canarios ancestrales llamaban un almogarén, esto es, un templo, un lugar de celebración de rituales, a donde acudía la población en determinadas épocas del año o cuando escaseaban los temporales y era preciso llevar a cabo rituales en demanda de la lluvia para garantizar las cosechas de cereales, tal y como refieren las fuentes etnohistóricas.

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