Siria celebra elecciones parlamentarias mientras persiste la violencia

DAMASCO, 7 (Reuters/EP)

Los sirios han votado en unas elecciones parlamentarias promovidas por las autoridades como un hito de su reforma política, pero que son rechazadas por la oposición, que las ve como una fachada mientras continúan las muertes a diario en medio del levantamiento contra el Gobierno.

Los enfrentamientos violentos persisten en todo el país entre las fuerzas leales al presidente Bashar al Assad y los rebeldes que luchan para poner fin a cuatro décadas de la dinastía de su familia en el Gobierno.

“Todo esto es un espectáculo teatral. Los candidatos son hombres de negocios y títeres de las personas fuertes en el poder”, ha dicho un hombre a Reuters en declaraciones bajo anonimato, cerca de un colegio electoral en la capital.

En la provincia norteña de Idlib, los residentes han informado de disparos y explosiones, mientras que en la ciudad de Hama, rebeldes y soldados se han enfrentado en la madrugada de este lunes, según ha señalado el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, cuya sede está en Reino Unido. El organismo también ha indicado que en la provincia de Deir al Zor (este), tres disidentes han muerto al amanecer durante una incursión de las tropas gubernamentales.

El grupo ha destacado, además, el reto de celebrar unas elecciones confiables y la complicada tarea de los observadores de Naciones Unidas que deben verificar el alto el fuego declarado el 12 de abril.

BOICOT A LOS COMICIOS

Figuras de la oposición están boicoteando la votación con el argumento de que la Constitución, que fue supuestamente revisada para permitir la creación este año de nuevos partidos políticos, no ha cambiado en nada.

El activista Musab al Hamadee ha dicho que Hama, una ciudad tradicionalmente opositora, está en huelga y que los milicianos queman neumáticos en las calles.

Un video grabado este lunes en Qalaat al Madeeq, una aldea de la provincia de Hama, según los activistas, muestra calles completamente desiertas y tiendas cerradas. “Hoy son las elecciones parlamentarias de Siria y le decimos a usted, Bashar al Assad, que no hay personas votando en Qalaat al Madeeq. Usted ha obligado a la gente a huir de sus casas y ha matado a mujeres y niños. Estamos en huelga”, sostiene un hombre fuera de plano.

Mientras, los canales estatales de televisión han transmitido imágenes desde los centros de votación en las que se ven a personas marcando las papeletas y deslizándolas en las urnas de plástico. A pesar de la fuerte cobertura de los medios de comunicación, en los últimos días, apenas ha habido debate sobre las propuestas de los candidatos o de las tendencias políticas.

En un colegio electoral de Damasco, 137 personas votaron durante las primeras tres horas, según dijeron a Reuters las autoridades. Pero los periodistas sólo observaron a tres personas sufragar allí, durante 40 minutos.

Reem al Homsi, una joven recién graduada de la universidad, dijo que votó porque desea lo mejor para su país. “Quiero una vida normal y quiero un trabajo”, ha señalado.

LA OPOSICIÓN

El director del centrista Movimiento para la Creación de un Estado, Luay Husein, ha asegurado que las elecciones son “de adorno” y no cambian el equilibrio de poder en Siria. “No importa quién vota. Se trata de una elección fraudulenta contra la voluntad de los sirios, sin participación popular. El Parlamento no tiene autoridad sobre ningún alto cargo, no tiene ningún poder en el país”, ha señalado.

Por su parte, el político independiente Qadri Jameel dijo que participa porque cree que las elecciones se pueden convertir en el punto de partida de un proceso político, y para disminuir el nivel de violencia con el fin de llegar al diálogo.

Las autoridades dicen que 14 millones de personas pueden votar, incluyendo a los emigrantes, y que 7.195 candidatos compiten por entrar en un parlamento de 250 escaños.

A diferencia de los líderes autocráticos de Túnez, Egipto, Libia y Yemen, quienes fueron derrocados por la llamada Primavera Árabe, Al Assad ha mantenido el apoyo suficiente entre los militares y su secta, la alauita, que domina el Ejército y el aparato de seguridad, para soportar la revuelta nacida hace ya 14 meses.

El presidente sirio considera el levantamiento obra de “terroristas” respaldados desde el extranjero, y, con el apoyo diplomático de Rusia, dice que va a llevar a cabo su propio programa de reforma. Pero la ferocidad de la represión ha consternado a todo el mundo y muchos gobiernos extranjeros le han instado a dimitir.

Desde que sucedió a su padre Hafez al Assad en el año 2000, el mandatario ha contado con un Parlamento dócil para refrendar la voluntad de la familia gobernante, de mayoría musulmana suní.

En la actualidad, no hay ni un solo miembro de la oposición en el Parlamento y los medios de comunicación oficiales señalan que la mitad de los escaños se reservará a “los representantes de los trabajadores y campesinos”, cuyos sindicatos están controlados por el Partido Baaz, de Al Assad.

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