Lucha libro: un combate en un ring que hace correr ríos de tinta, no de sangre

Uno de los participantes golpea desde el cuadrilátero.

Eva González

Las Palmas de Gran Canaria —

Lucha libro es una de las iniciativas culturales más impactantes que se ha ofrecido al público isleño en los últimos años. Cada vez más público, más participantes, más recorrido, crece el cuadrilátero de la palabra. Un juego, un combate en el que los participantes salen al ring enmascarados para sudar, pelear, y teclear ante un público que puede ir leyendo los textos de modo simultáneo al que está siendo escrito. Los improvisadores pueden ser veloces, dudosos, seguros, de resolución rápida, más acertados y coherentes o menos, capaces de concluir o no los textos, reflexivos, arriesgados, claros, prácticos…Todos estos elementos y más se ponen en juego en una improvisación. ¿Tendrán la agudeza y destreza de sortear con las palabras a su contrincante? Habrá un jurado encargado de decidir.

El pasado 11 y 12 de noviembre, el público tuvo la oportunidad de asistir al último torneo, esta vez a modo de exhibición y celebración de Lucha Libro All Star. El cuadrilátero se estableció en la Puerta de la Biblioteca Insular de Las Palmas de Gran Canaria, desde donde, durante dos días, en horario de 21.00 a 23.00 de la noche, los participantes golpearon las teclas, logrando en ocasiones noquear, más que a su contrincante, al público asistente.

Criserei Oropez y Daniel Medina, de Gran Canaria y Tenerife, hicieron un viaje a Perú hace unos años. Desde aquellas tierras nos trajeron el formato Lucha Libro que ya lleva cinco años dándose cita en ambas islas. Los campeonatos han tenido lugar en El Café Atlántico de Tenerife y The Paper Club en Gran Canaria. Tres ediciones cuyos ganadores han sido premiados con una publicación de sus relatos por la editorial Baile del Sol. Además han celebrado a modo de exhibición combates en Tiramisú Bar, Asociación 20 Sacos o este último en la Biblioteca Insular de Las Palmas de Gran Canaria. Siempre bajo el lema “Tus palabras son más fuertes que tus puños”, logran convocar a cientos de personas que acaban por alabar una iniciativa que fomenta la creatividad, ofrece alternativas al ocio, da vida a las palabras y acerca las actividades culturales a la ciudadanía.

El camino a seguir para poder participar en estos combates callejeros, abierto a cualquiera que se sienta capaz, es enviar dos relatos a https://luchalibrocanarias.com, una vez se haya abierto la convocatoria. Los organizadores harán una selección y podrán enmascararse y realizar su improvisación bajo pseudónimo como en esta edición la han hecho El pollito de Macondo, Arcadia, Guacamole Peleón, Akhesa, todos ellos de Gran Canaria, Ojo de Pato, Ronnie Fox, Utópico Atípico y Guanchita Pluma, de Tenerife.

Noquear al público

En este caso las palabras fueron elegidas por la organización y sacadas de los libros que contienen los relatos de los ganadores de las tres competiciones celebradas hasta ahora. Otras veces ha sido el propio público el que las lanza arbitrariamente, y es que en estas sesiones de improvisación siempre hay sorpresas que van desde un blanco, hasta un relato capaz de noquear al público.

Así ocurrió en la jornada del viernes con el texto de Guillermo Quesada, alias Utópico Atípico. Jugó con el espectador, escribió un texto lleno de faltas de ortografía y esperó el tiempo necesario desorientando a la peña hasta desvelar que lo que leíamos era una carta escrita por un menor del que estaban abusando sexualmente y quien, de un modo muy inocente y honesto y sin la menor intención, estaba desvelando a su agresor. En los dos últimos renglones, quedaron las faltas justificadas y cerrado un relato que nos sobrecogió a todos. ¡Olé por la calidad de tu juego Guillermo!

En realidad, los contrincantes compiten con ellos mismos, ponen de manifiesto su capacidad de desarrollar una historia y la que consiga atraer más al jurado será la ganadora, pero cuando ellos están en el combate no saben lo que ha escrito o escribirá el otro, puesto que cada uno se expone al público por separado aunque cuentan con el mismo tiempo y las mismas palabras.

Al finalizar esta primera jornada de viernes recogimos impresiones. Belén Pueyo se encontraba en el público con su pareja y su hijo menor. “Es muy divertido ver en la pantalla cómo borran, cómo rehacen, cómo les van surgiendo las ideas. Ha habido textos que han conseguido conmovernos. Me gusta la idea de que nos podamos divertir con las palabras y, nunca se sabe, de aquí pueden surgir escritores”. Antonio Vega echó de menos calidad literaria y dijo no reconocer ningún estilo en los textos, sí le parece que el evento como idea funciona. “Hubo un texto que si me gustó, que tenía un componente sicológico y una estructura clara. Si por mi fuera, añadiría una dificultad más, en las palabras dadas a los participantes incluiría una que fuera muy difícil conocer el significado para ver cómo la encajaban, no sé, sería un reto mayor.” Y tanto…que recen los futuros participantes si esto entra en juego.

"El reto de los participantes es escribir un breve relato frente a un público. Tres palabras asignadas previamente, cinco minutos y un teclado"

Josefa Molina, miembro del jurado, reconoce la dificultad de crear una historia con principio, desarrollo y final en cinco minutos y resalta la cercanía de la iniciativa con el público y el hecho de que se haga a pie de calle. “Se nota que no es la primera vez que se enfrentan a la improvisación”.

Paula Rodríguez ha disfrutado de la exhibición desde el público y le llama la atención, la capacidad de resolución de algunos participantes y la flexibilidad a la hora de cambiar el rumbo de la historia en tan poco tiempo. “Creo que en este tipo de juegos se ve parte de la personalidad de los jugadores, los hay que tiran ”pa´lante“ sin pensar y luego añaden o quitan, los dudosos…me pareció súper original”. Y me encanta que las personas a quienes les guste escribir tengan oportunidades como estas sin necesidad de ser doctores, catedráticos o escritores profesionales. Creo que genera un espacio potencialmente creativo, al margen de que lo que salga sea bueno o malo. Es un reflejo de lo que hay, una realidad que es, sin adjetivos. Yo no juzgaría esto como un libro, esto es otra cosa“. Coco Morales, entre el público, opina sobre la curiosidad del evento. ”Me resulta complicado, pero es la segunda vez que asisto a un Lucha Libro porque me entretiene muchísimo. Yo, que no tengo facilidad de palabra, me resulta admirable“. Tebu Guerra, otro de los miembros del jurado dice que lo que hemos visto hoy aquí es escritura en directo y que ha habido relatos que no desmerecen nada. Bajar a la escritura del pedestal en el que a veces se sitúa, no va a dañar a las buenas obras, y si cabe la posibilidad de ampliar el espectro. Como jurado confiesa que a veces le ha resultado difícil elegir y que ha estado en tensión en varios momentos. Pero vamos, repetiría.

Y toma la palabra una de las participantes, que ahora se relaja gin tonic en mano tras saber que pasará a la final del sábado, Alejandra Galo, alias Arcadia, asidua luchadora en estos campeonatos y exhibiciones, asegura que le han ocurrido muchísimas cosas interesantes catapultadas por Lucha Libro. “Venía sin practicar y hoy casi lloro. Para mi escribir en Lucha Libro es como cogerte un pedo en directo, es decir, yo escribo y casi nunca recuerdo lo que he escrito. Si me preguntas las palabras, recuerdo huida, jugador y la tercera no sé cuál era. Lo que si recuerdo es que escribí una historia y hablé de feminismo. Siempre el feminismo o el postfeminismo va a estar en medio de lo que yo haga”.

Cualquier cosa puede ser literatura

Después de una emocionante final tuvimos ganadora. Isabel Lores, alias Guacamole Peleón, se hizo con la victoria tras improvisar un relato que resolvió con un tema natural, pero que para muchos puede ser de mal gusto, vulgar o desagradable. Así nos demostró que todo es susceptible de convertirse en literatura y aunque, en cinco minutos se valora la resolución y la capacidad de improvisación y no otros asuntos, dejó clara su capacidad.

Sean libres de juzgar aquí sobre el papel, pero las dificultades que supera cada uno de los participantes que logra concluir una breve historia en un ring de Lucha Libro no son pocas, ni de poco valor. Para comprenderlo, como dice Criserei Oropez, productora y directora pasen y vean. “Yo invito a todo aquél que escriba que venga, que participe y que pruebe”.

Las impresiones del público asistente dejan claro que esperamos Lucha Libro tenga una larga vida y con el tiempo podamos hablar de “improvisadores informales” de largo recorrido en nuestras islas. Quien sabe…Las sinergias que provocan las palabras son mágicas e infinitas, quizá algún día el camino de alguno de ellos se cruce con el de alguno de los grandes repentistas y maestros de la palabra con los que contamos ya en las islas, y se puedan mezclar saberes y experiencias, dando nuevos colores a nuestra paleta literaria. Todo camino que se recorre evita ciénagas de inactividad, sólo por eso merece la pena dar vida a las palabras y que las palabras den vida a la ciudad. Hay mil maneras y se ha visto aquí, una de ellas.

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