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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Los cuatro fracasos encadenados del Gobierno de Clavijo en su primer año

Carlos Sosa

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No es la primera vez que Fernando Clavijo es presidente del Gobierno de Canarias. Lo fue entre 2015 y 2019, cuatro largos años en los que pudo haber entendido Canarias, cómo enfocar la resolución de los problemas que tiene la gente que vive aquí, y cómo evitar volver a perder las elecciones. Pero en este primer año de gestión del nuevo Ejecutivo, formado por Coalición Canaria y el Partido Popular, ni Clavijo ni su partido dan muestras de haber aprendido algo. Más bien al contrario.

El principal problema con el que se ha tropezado este Gobierno, el del fuerte repunte migratorio, fue abordado desde el principio por Clavijo y su equipo con la fórmula más socorrida de Coalición Canaria: primero, el alarmismo, la continua mención al asunto viniera o no viniera a cuento al término de cada Consejo de Gobierno o en cualquier comparecencia pública. El manual del regionalista folclórico y trasnochado lo requiere como estadio previo a la victimización como pueblo, como región ultraperiférica abandonada por España y por Europa, como destinataria del olvido, del despojo, de la discriminación y del desprecio.

Creyó el Gobierno que podría ser una buena solución para tapar otras graves carencias que ya se habían detectado, como el flagrante incumplimiento de una de las promesas electorales y del acuerdo de legislatura: la de la rebaja del Impuesto General Indirecto Canario (IGIC), uno de los mantras favoritos del Partido Popular, que sigue manteniendo a estas alturas que activando una medida así no solo no se reduce la recaudación de la Comunidad Autónoma, sino que se incrementa gracias a la reactivación económica. Un disparate de tal calibre que lo han terminado aparcando. Porque para atender a los miles de menores migrantes de los que se ha hecho cargo Canarias en aplicación de sus competencias constitucionales, hace falta, fundamentalmente, dinero, muchos millones de euros, y sería una absoluta incongruencia reducir la recaudación con una mano y pedirle al Estado mayores transferencias con la otra.