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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Calentando la(s) censura(s)

Fachada del Ayuntamiento de La Laguna.

Carlos Sosa

El presidente del Gobierno de Canarias y sus asesores de comunicación (en nómina y fuera de nómina) desplegaron este fin de semana todas sus habilidades y el talonario de cheques para tratar de neutralizar la imparable aparición de informaciones que colocan a su alcalde-presidente, Fernando Clavijo, en posiciones más que comprometedoras. Si ya era del dominio público la sucesión infame de zancadillas propinadas al ex socio socialista mientras compartió gobierno con Coalición Canaria, su expulsión del poder está permitiendo confirmar que aquello era un infierno político y que la política está infestada de indecentes y de mentiras. Porque alguien tiene que estar mintiendo cuando se afirma que el alcalde-presidente pidió suprimir el tratamiento para los enfermos de hepatitis C y, desde el lado contrario, que esa conversación entre Clavijo y el exconsejero de Sanidad Jesús Morera, “jamás se celebró”. Es verdad que es la palabra de Morera contra Clavijo, pero ahora se sabe que esa negligencia con la vida de los 400 enfermos de hepatitis C también se lo permitió Clavijo con Patricia Hernández, quien alarmada llegó a comentarlo con José Miguel Barragán, el hombre fuerte de Coalición Canaria dentro del Gobierno. Y Barragán, que tiene la cabeza sobre los hombros, le aseguró que “eso no va a pasar nunca”.

No le conviene en absoluto al presidente de Canarias que sigan aflorando informaciones que lo convierten al menos en una persona de poco fiar, y las pruebas de momento no le socorren. Sus idas y venidas con la majadería del Fondo de Desarrollo de Canarias (Fdcan), ese engendro llamado a “cambiar el modelo económico de Canarias” con 160 millones de euros al año en marquesinas, aceras y campañas publicitarias, alimentan las dudas de que sus acusaciones contra los ex socios socialistas tengan fundamento. El silencio que los ofendidos guardaron mientras formaron parte del Gobierno solo demuestra lealtad, y no el oportunismo que pretenden atribuirle ahora que ya no tienen sobre sus espaldas el yugo (y las flechas) que para ellos representaba Clavijo.

Acabado de salir de su primera prueba de fuego en el Parlamento con tan solo sus dieciocho votos (lo de 33 es una de las nuevas majaderías en boga), Fernando Clavijo sabe que no las tiene todas consigo, que su ansiado pacto con el Partido Popular ni siquiera depende de Asier Antona, y seguramente jamás estará en su exclusivo ámbito de decisión aunque se alce, como es de esperar, como nuevo presidente del PP canario. La confluencia de asuntos nacionales en los que Mariano Rajoy se las tiene que ver un día sí y el otro también con el PSOE, le limitan bastante sus maniobras. Por eso, Antona dice a los socialistas con mando en plaza (o con pretendido mando en plaza) que “hablen con Rajoy”.

Y ya lo ha hecho la Gestora federal, que sabe -como sabe mucha más gente por estos andurriales- que lo primero será arreglar el desgobierno orgánico que reina en el PSOE canario antes de pretender encabezar un cambio de rumbo político en Canarias.

Este lunes habrá dos acontecimientos destacables en Tenerife. Uno de ellos en el hotel-escuela de Santa Cruz de Tenerife, donde el portavoz de la Gestora federal, Mario Jiménez, se reunirá con cargos públicos y orgánicos en un encuentro que venía programado con anterioridad a los últimos acontecimientos pero que se dedicará muy probablemente a estudiar las estrategias a desarrollar en las próximas semanas y meses, con congreso federal y regional por medio.

Cuando se produzca esa reunión ya se conocerá lo que habrá ocurrido por la mañana en los soportales del Ayuntamiento de La Laguna, donde la mayor parte de la oposición presentará ya sin etiquetas de Twitter y a cara descubierta su intención de formular una moción de censura contra el alcalde José Alberto Díaz, de Coalición Canaria. Será una presentación informal de una acción política que todavía no se puede formalizar porque falta solamente que el PSOE arregle sus desaguisados y la Gestora regional tome la decisión de tirar p’alante. Javier Abreu, el secretario local depurado, parece dispuesto a pasar por alto las ofensas de las que dice haber sido víctima, e incluso someterse a las decisiones de reparto de gobierno que imponga la persona que sea elegida alcalde o alcaldesa. Un puesto para el que parece tener todas las papeletas un reacio Santiago Pérez, socialista de los pies a la cabeza y el único que a estas alturas parece ser capaz de poner de acuerdo a toda la fauna y la flora presente en el sector opositor de ese consistorio.

El incendio que se le puede generar a CC de prosperar una moción de censura en La Laguna puede extenderse muy rápidamente al Cabildo de Tenerife, donde el PSOE podría pedir al PP que apoye a Aurelio Abreu en una censura contra Carlos Alonso que habría de contar con el respaldo de Podemos. A cambio, los socialistas entregarían la alcaldía de Santa Cruz de Tenerife a la cabeza de lista del PP (con más concejales que el PSOE), siempre con el concurso de Sí se Puede.

De eso se hablará mucho este lunes en Tenerife y en toda Canarias, porque es más que probable que a esos tambores de censura que empiezan a sonar en el bastión de ATI le sucedan nada veladas amenazas de Coalición Canaria de mandar al PSOE a la oposición en cabildos como Lanzarote, Fuerteventura y La Palma, donde cogobiernan. Cáscaras de lapas, proclaman los más informados socialistas, sabedores de que los responsables locales de CC en las islas orientales no están por aguantar más insensateces de sus compañeros tinerfeños, culpables exclusivos de la ruptura del pacto regional. O sabedores al fin y al cabo de que jamás CC de La Palma había estado tan a gusto en un gobierno de coalición en el Cabildo como el que sostienen ahora con Anselmo Pestana de presidente.

Así que, de ejecutarse esas censuras en cascada en Tenerife, y a la espera de lo que pueda dar de sí la insoportable inestabilidad en la que ha quedado sumido el Gobierno de Canarias, al equipo médico habitual de Fernando Clavijo solo le queda amarrarse al palo mayor y esperar acontecimientos. Y seguir filtrando apocalipsis en la sanidad canaria para que Baltar empiece a contratar quirófanos y camas en la privada. Por lo menos que alguien salga ganando en esta crisis.

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