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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Metamorfosis del PSOE canario

José Alcaraz, en una imagen de archivo.

Carlos Sosa

Quince días de José Alcaraz al frente de la fontanería del Partido Socialista Canario-PSOE han dado muchos frutos. El fundamental: por primera vez en lo que va de legislatura, el socio infiel (Coalición Canaria) ya conoce el brillo amarillento del colmillo que gastan 136 años de historia con más orgullo que el mostrado estos primeros tres meses. “No pueden decirnos ‘hoy no me puedo levantar, el fin de semana me sentó fatal’ cada vez que les afeamos que incumplen en algún sitio, a la vez que se levantan como reguiletes cuando alguno de los nuestros se sale del plato”, resume muy gráficamente un alto dirigente del PSOE. Del arrodillamiento sumiso y humillante se ha pasado a la acción y a emplear terminología casi boxística: si nos dan en algún lado, busquemos cómo “golpear donde duela”. ¡Ñios! Y el mensaje ha llegado nítido a los cuarteles generales nacionalistas desde que el reciente comité regional aprobó un aviso a navegantes en forma de comunicado público que sentó a cuerno quemado en CC. La falta de costumbre, debió ser. Los nacionalistas de Fernando Clavijo ya saben que tienen hasta el mes de diciembre para arreglar los incumplimientos en Santa Cruz, en el Puerto de la Cruz y en La Laguna, entre otros muchos, y que corren el riesgo cada vez más serio de perder algunas plazas que consideran innegociables. Y, ya puestos, ver tambalearse hasta la presidencia del Gobierno si los astros se siguen alineando como lo están haciendo estas dos últimas semanas. El último hito que se ha incorporado a ese cambio de designios es La Gomera, donde el PSOE dio una sonora lección de democracia interna eligiendo por primera vez en Canarias secretario general insular en primarias. Después de Pedro Sánchez, Gregorio Medina puede presumir de haber sido el primero elegido bajo esa modalidad como secretario general del PSOE de La Gomera. Fastos orgánicos aparte, la elección de Medina ya ha sido traducida dentro y fuera del socialismo canario como un revolcón a los que soñaron con la ruptura total del Partido Socialista gomera con quien siempre fue su líder, Casimiro Curbelo.

 

 

 

El regreso pausado de Casimiro

Gregorio Medina fue enviado por el PSOE al Senado para compensarle los sinsabores de haber sido mano derecha de Casimiro Curbelo en el Cabildo de La Gomera y terminar, como terminó, defenestrado por el indiscutible líder insular. Nadie pensó entonces que Curbelo acabaría fuera del PSOE en aplicación de la prohibición de presentar a las elecciones a quienes tuvieran pesadas cargas judiciales sobre sus espaldas. Del mismo modo que nadie se pudo imaginar que, tras aquella traumática ruptura, el presidente del Cabildo se repondría de inmediato creando un nuevo partido con el que arrasar en las elecciones a esa Corporación y conseguir tres valiosísimos diputados al Parlamento regional. Un refrendo popular de ese calibre no solo acalló la voz de una multitud de agoreros que festejaron por anticipado su muerte política; también supuso una lección contundente para el PSOE, en cuya sede central de Ferraz se tiran todavía de los pelos por haberle aplicado a Curbelo exigencias procesales que no se le aplicaron a otros dirigentes socialistas canarios que campan a sus anchas por las instituciones y hasta se permiten concurrir a los procesos internos para postularse a las Cortes Generales. La elección de Gregorio Medina ha supuesto un alivio en los cuarteles generales del PSOE porque, a pesar de sus diferencias de antaño con Curbelo, ven en el senador un puente que permita recomponer las relaciones en lo que los tribunales de justicia dilucidan su futuro procesal y, por lo tanto, de militante socialista. Mientras eso llega, las conversaciones con el líder gomero no han dejado de producirse de manera informal: mantiene muchos amigos dentro del PSOE y él mismo, a poco que se deshace en los primeros minutos de conversación del cabreo que le provocó su defenestración, confiesa a cualquiera que es socialista y siempre lo será. El obstáculo que representaba el también gomero Julio Cruz, secretario regional de Organización y enemigo íntimo de Casimiro Curbelo, en el que el emperador vio encarnado a su Marco Bruto, ya ha sido removido: al igual que se hizo en su día con Medina, el PSOE lo ha mandado al Senado en representación de la Comunidad Autónoma, al tiempo que le ha puesto un quarterback, Pepe Alcaraz, que ya está recomponiendo algunos de sus desaguisados que dejó.

 

Más allá de las elecciones

Casimiro Curbelo se ha convertido en el líder más solicitado del Parlamento regional. Esos tres diputados que en un rapto de rabia y de venganza restregó por las narices al PSOE podrían convertirse en decisivos si se produjera cualquier movimiento de placas tectónicas promovido por alguna de las minorías mayoritarias de la Cámara. Coalición Canaria y el PP lo tientan para que en diciembre se sume –si los hados le son propicios a Rajoy- a un nuevo pacto de gobierno regional; y del lado contrario, con más voluntarismo que números, lo dan por incorporado a un revolucionario paisaje parlamentario con el PP y Coalición por primera vez juntos y solos en la bancada de la oposición. Casimiro tiene su propia cobertura partidaria, la montó deprisa y corriendo y le salió bien; el PSOE no lo puede recuperar para la militancia hasta que los mismos que lo expulsaron (Ferraz) no cambien el criterio, lo que sólo se produciría con un sobreseimiento o una absolución judicial. Por lo tanto, habría de sumarse al cotarro como Agrupación Socialista Gomera. El resto de las fuerzas que compondrían esa revolución de enero habrían de ser Podemos y de Nueva Canarias, con el concurso inestimable del diputado número 31, puesto para el que tiene todas las papeletas el nacionalista disconforme Mario Cabrera, de Asamblea Majorera-CC. Ese complejo conglomerado tendrá, sin embargo, algunos hitos previos. El más destacable va a ser la alianza electoral entre el PSOE y Nueva Canarias, que tendrá dos intensidades bien definidas, una más acentuada en Gran Canaria, con la incorporación de un candidato de NC en el puesto número dos de la candidatura y otro en una de las dos plazas al Senado, y algo más diluida en Santa Cruz de Tenerife, con un puesto cuarto o quinto en la lista al Congreso. Estos últimos días, sin embargo, se ha puesto sobre la mesa una posibilidad mucho más audaz para la isla de Tenerife consistente en apartar al candidato socialista al Senado Jonay Rodríguez para colocar en su lugar a otro socialista alejado de la disciplina orgánica del PSOE pero perfectamente reconocible por el electorado progresista de la isla, Santiago Pérez, adscrito como independiente en la lista de Nueva Canarias a La Laguna. El campanazo podría oírse en San Borondón porque la candidatura conjunta tendría al menos un candidato de peso dada la negligencia con la que se han elaborado las listas del PSOE en esta convocatoria. Además, la candidatura al Senado se ahorraría el disgusto de tener que defender a un candidato, Jonay Rodríguez, condenado en firme por haber atentado contra el coche de un periodista al que insultó, un gesto que –salvo derecho al olvido de Google- le va a perseguir por los siglos de los siglos durante toda su carrera política, por mucho que sus padrinos políticos lo hayan ocultado a los guardianes del código ético del PSOE.

 

Hacia la fórmula PSC-NC

Santiago Pérez es otro de esos históricos socialistas que se perdieron para la causa en una de las tradicionales refriegas en las que los coroneles ejecutan a sus viejos enemigos en nombre de los generales, que terminan bendiciendo la acción creyendo que los ejecutores son verdaderamente los leales. Error fatal y frecuente. Va a tener que ser el puente que han tendido entre Nueva Canarias y el PSOE Román Rodríguez y José Miguel Pérez el que puede obrar el milagro de que confluyan bajo un proyecto progresista común esos viejos damnificados por batallitas de enanos de los bosques junto a las nuevas incorporaciones llamadas a impulsar la causa. Patricia Hernández, por ejemplo, vería con buenos ojos recuperar de alguna manera para su proyecto de futuro a un veterano como Santiago Pérez, y seguramente terminará agradeciendo algún día a su antecesor, José Miguel Pérez, el trabajo callado de labrarse una relación sólida con Nueva Canarias que en un futuro indeterminado pero seguramente próximo pueda desembocar en la versión canaria del Partido Socialista de Euskadi tras su confluencia con Euskadiko Ezquerra, el PSE-EE, desde entonces indisoluble. Todos los que han analizado sin apasionamiento la operación coinciden en que es la única capaz de romper el histórico bloqueo que impone Coalición Canaria desde su fundación a principios de los noventa. Ni come ni deja comer, y se cierra en banda a cualquier modificación en la ley electoral que pueda llevarle a la oposición. Si hasta hace muy poco resultaba imposible desplazarla, la crisis interna que vive en la provincia oriental, particularmente en Gran Canaria, junto a la inexorable caída electoral propia y de su socio natural, el PP, le están llevando a sus peores horas. Nueva Canarias es consciente y buena parte de sus dirigentes parecen dispuestos a sacrificar una parte de su tarjeta de presentación (el nacionalismo) si en la jugada consiguen amplificar la otra (la acción progresista) que diera un vuelco político a Canarias. Para eso, el PSOE habrá de ser muy generoso en Gran Canaria, donde los de Román Rodríguez taparían cualquier flanco nacionalista que pudiera rebelarse, y recoger los frutos de la cesión de Nueva Canarias en Tenerife, donde los socialistas son los verdaderos frenos a Coalición Canaria. El contagio al resto de las islas sería cuestión de semanas porque el caldo de cultivo está en su grado máximo de transmisión.

 

Vuelven las tensiones a El Hierro

Y no son del volcán que ruge en sus entrañas. A pesar de la intervención de las alturas, mayormente socialistas, frenando a sus tres concejales de La Frontera, la tensión no ha abandonado el ambiente político herreño. El amago de moción de censura en ese municipio de 4.000 habitantes fue frustrado gracias a la acción contundente y rápida del PSOE, que expulsó a sus concejales a petición de Coalición Canaria en una nueva cesión que parece que va a ser la última. Los expulsados depusieron su actitud –no les quedaba otra- pero la alcaldesa, de AHI-CC, siguiendo instrucciones de su propia superioridad de ella, no ha actuado en consecuencia, es decir, ha mantenido los decretos y resoluciones plenarias como si no hubiera habido –como hubo- rendición de los tres rebeldes. Así que, en lugar de reintegrarlos al grupo municipal socialista, los mantiene como apestados en el grupo de no adscritos, lo que precisamente no ayuda un carajo a que se desbloquee la situación en el resto de las instituciones donde CC y el PSOE deberían ponerse de acuerdo en cumplimiento de ese cada vez más churrigueresco pacto en cascada. El PSOE ya ha mandado un recadito en la línea de esos nuevos gestos de la temporada otoño-invierno: cuidado, que ahora Nueva Canarias es socio mío, a ver si Belén Allende se va a quedar gobernando el Cabildo en minoría y te metemos un meneo en Valverde, una vez ha quedado comprobado que las ganas de AHI-CC de aflojar un punto eran un cuento chino. Y cuidado con Alpidio Armas, ex secretario general, que amenaza con no marcharse del todo.

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