Los retos del histórico cultivo del tomate en Canarias ante un futuro incierto

Cultivo de tomates en el programa de TVC 'Informe Trópico'.

Iván Alejandro Hernández

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“Ya estamos muertos”, dice José Bonny, responsable de una de las mayores empresas productoras de Canarias, el Grupo Bonny, y presidente de la Federación Provincial de Asociaciones de Exportadores de Productos Hortofrutícolas de Las Palmas (Fedex). Sin embargo, no cree que la de esta temporada sea su última cosecha porque, dice, que no le queda más remedio que continuar con la producción. El programa de Televisión Canaria Informe Trópico dedica su segundo episodio, estrenado este domingo a las 19.30 horas, a explicar las causas de que un cultivo que ha marcado profundamente el paisaje, la economía y la vida en algunas zonas de las islas y que se encuentre al borde del abismo; al tiempo que explora los retos a los que se enfrenta para sobrevivir.

El declive del cultivo del tomate en Canarias se gesta en las últimas dos décadas. A principios del siglo XXI se exportaban 305.300 toneladas gracias a las más de 4.000 hectáreas cultivadas y generaba unos 18.000 puestos de trabajo; en la actualidad, los envíos de tomate al continente europeo rondan las 40.000 toneladas anuales, el terreno en el que se planta se ha reducido hasta las 352 hectáreas y quedan 1.500 trabajadores. En 1997 se llegó a exportar desde las Islas tomate por valor de 283 millones de euros; en 2018, el valor de las exportaciones se quedó en cerca de 35 millones.

“Éramos un sector que dábamos mucho más trabajo que el del plátano, pero nos han ninguneado siempre”, sostiene Bonny. En su empresa llegaron a tener 8.000 trabajadores, pero en la actualidad dice que tienen entre 1.500 y 1.800, dependiendo de la época del año. Entre las causas que explican la caída del tomate, el empresario cita la competencia “desleal” de Marruecos, que aumenta la oferta en los mismos mercados de exportación, la escasez de agua, plagas como la mosca blanca (detonante de la actual crisis que atraviesa el sector) y el aumento de los costes de producción.

María del Rosario Ojeda da buena cuenta de este escenario. Dedicada a la aparcería del cultivo del tomate desde los años 70 en el Grupo Bonny, dice que “hace como unos seis años esto toco fondo y sigue tocando fondo; del jornal que cobramos cada 15 días, a lo mejor nos pagan 4 o 5 días y los otros 10 se quedan a fondo, a esperar a que venga el dinero”. Bonny explica que esto se debe, entre otras razones, a la tardanza en percibir las subvenciones que le corresponden al tomate en los fondos del Programa de Opciones Específicas por la Lejanía y la Insularidad (Posei).

En la nueva ficha financiera del Posei (de 2021 a 2027), los solicitantes con cultivos de tomate cuenta con una ayuda específica a la exportación de 5,3 millones. Además, para los productores se han incrementado los fondos de los 15.000 a los 24.000 euros por hectárea. También pueden acceder a los 21,5 millones contemplados para la comercialización local del grupo de frutas, hortalizas, raíces y tubérculos alimenticios.

“Lo que no puede ser es que cuando un sector depende de la subvenciones no sepa cuando van a llegar. Yo aporto la información en 2020 y la cobro en diciembre de 2021, casi dos años después”, señala Bonny, quien no cree que el Gobierno de Canarias “se mate” para salvar al cultivo, porque si “tuvieran interés pagaría subvenciones en tiempo y forma y habría otro tipo de dialogo”. En este sentido, Ojeda reclama al Ejecutivo regional que “apriete el tornillo para que no deje caer esto, que ayuden a los patrones para que sigan plantando, porque se van a cargar una vida, 140 años de actividad en agricultura, alguna solución le tienen que dar”.

Al respecto, la consejera de Agricultura, Ganadería y Pesca del Gobierno de Canarias, Alicia Vanoostende, considera que “la época dorada del tomate de exportación hace años que ya pasó” y “lo que queda es lo que tenemos que cuidar y acompañar, bien si se quieren quedar en el sector de exportación o si se quieren reconvertir a otros productos”, como trata de hacer con el plan para la diversificación y mejora del tomate de exportación. En este trabajo, añade, se deben incluir planes de empleo y de formación para las personas que trabajan en el sector.

Vanoostende asegura que el Ejecutivo regional ha hecho “un esfuerzo extraordinario con el cultivo del tomate”, pero “las competencias desleales con terceros países, hace que sea más difícil de defender”. Por ejemplo, expone que el plátano ha tenido una mayor protección al contar con una denominación de calidad y campañas de publicidad para que los consumidores valoren el producto local, pero con el tomate eso no se ha podido conseguir.

Entre otras medidas para frenar la desaparición del tomate y de los empleos que genera, Bonny recuerda que ha solicitado información al Gobierno de Canarias sobre qué productos se importan y en qué cantidades, de cara a abastecer al mercado local. “Tener esa información para poder organizarnos y ver si nos interesa cubrir ese nicho de mercado”, añade.

La supervivencia o la condena del tomate de exportación en Canarias depende, en gran medida, de las decisiones que se tomen en la Unión Europea, de donde provienen los fondos del Posei. El eurodiputado del PSOE, Juan Fernando López Aguilar, recuerda que en Europa “se ha defendido al tomate de exportación con medidas especiales”, pero en la actualidad “cada vez es más difícil defender la Política Agraria Común” porque cada vez tiene más enemigos.

Al respecto, el eurodiputado del PP, Gabriel Mato, añade que “se ha hecho mucho y bien” la defensa del tomate canario en Europa, pero la competencia con un país como Marruecos añade una “dificultad enorme”, a la que se ha sumado el Brexit. “El tomate se exportaba al Reino Unido con una serie de ayudas al transporte al estar dentro de la UE; al ser países tercero, ya no tienen esas ayudas en las mismas cuantías”, señala.

“Tenemos unas dificultades que son serias y que requieren ayudas y luz larga y estratégica; para empezar, intentar sostener la producción que queda, protegerla mucho para que perdure”, dice López Aguilar, quien resalta que las ayudas públicas son fundamentales para ello. De hecho, añade, “lo que está en pie es por las ayudas europeas, pero hay que hacer más, hay que pensar en el futuro, los responsables políticos y el propio sector”.

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