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OPINIÓN | 'Un error mayúsculo', por Javier Pérez Royo
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¿Noventa segundos de indolencia?

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“A no ser que sea reprimida y domesticada, la globalización negativa convierte a la catástrofe en algo inevitable. Sólo cuando esta profecía sea considerada con seriedad, la humanidad podrá albergar alguna expectativa de impedir la catástrofe. La única posibilidad es comenzar una terapia en contra de este creciente miedo, mirar a través de él, estudiar sus raíces… En definitiva: sólo enfrentando el miedo se lo podrá erradicar.” Entrevista a Zygmunt Bauman, Iglenda Vieites, El Interpretador, nº 22. Enero 2006. 

 Desgraciadamente  las expectativas de Bauman en 2006 son hoy reales, además ello obliga a enfrentar el miedo, nuestros miedos, para detener como sociedades el disparate de una confrontación mundial. La tensión se incrementa día a día, lo que eran posibilidades son realidades, lo que se niega, posteriormente se afirma, el relato institucional y mediático  se ajusta  para ir preparando gradualmente a  la opinión pública  de los países europeos y mundiales a una participación en la guerra. Emmanuel Macron no está solo. Países bálticos, Finlandia, Chequia, Moldavia, incluso Rumania y algunos otros, más discretos, están en el bloque intervencionista.

A  noventa segundos

El Reloj del Juicio Final elaborado por Boletín de los Científicos atómicos(https://thebulletin.org/)  desde 1945, cuando un grupo de investigadores del Proyecto Manhattan lo crea  para advertir sobre los peligros de la energía nuclear y otras armas de destrucción masiva nos coloca a 90 de la destrucción.

Desde 1947, el Reloj del Apocalipsis ha sido el símbolo más representativo de peligro nuclear. La Crisis  de los misiles  de Cuba en 1962, colocó las manecillas a siete minutos; en 2002,  tras el 11 de septiembre de 2001 y la  intervención en Irak, estuvimos a siete minutos; en 2024, la guerra de Ucrania nos ha colocado a 90 segundos del fin de mundo.

Utilizo este reloj ya que siento la extrema  urgencia de concienciar a todos sobre momento crucial en el que está la humanidad. Me permito también advertir que sólo una guerra convencional en Europa  tendría efectos letales en la economía canaria, lo digo por los que se refugian en nuestra lejanía o los avariciosos que consideran que favorece a este destino turístico. No cabe la indolencia, solo la sociedad civil puede detenerla si se moviliza.

Es tan evidentes esta realidad que el término “Tercera Guerra Mundial” tanto por dirigentes políticos, en redes como, en medios de comunicación  tradicionales,  es ya cotidiano. También el término economía de guerra se apodera de las instituciones como ocurre en la Unión Europea. La incidencia es tan grande y, a veces tan banal, que numerosos influencers se dividen, como hooligans, entre proucranianos y  prorusos, con cientos de miles de seguidores “con su camiseta”, celebrando ataques, conquistas  y muertes como goles, expresión decadente  de estos tiempos de conciencia monetizada. 

Deseo firmemente que no suceda, pero la situación en Ucrania, Oriente Medio, Asia y el Sahel, más las altas e imparables tensiones sociales en América Latina no nos permiten un gran optimismo, la catástrofe se  aproxima, mientras cerramos los ojos, nos tapamos los oídos y huele a pólvora.  

 Odessa, Trasnistria y el río Dnieper.

El escenario bélico en Ucrania señala que el avance de ejército de la Federación es imparable. Uno de los objetivos prioritarios  de esta ofensiva es Odessa, ello por sus valores estratégicos, económicos y el hecho de que gran parte de su población es de habla rusa.

Odessa es  clave para el tráfico marítimo de transporte y el oleoducto Sarmatia,  proveedor de Polonia y países bálticos de petróleo del Mar Caspio, además su conquista por Rusia crearía un pasillo hasta la prorusa Transnistria, que dejaría gran parte del control del Mar Negro a  Turquía y Rusia, a esta última a cincuenta kilómetros de la frontera de Moldavia. En Rumania como en  Moldavia hay mayoría por la fusión de ambos estados, por contra Transnistria y la región de Moldavia, Gagaúzia,  desean integrarse en la Federación Rusa. Ambas son frontera con el Oblast de Odessa. 

Es más,   si Rusia cruzara el Dniéper o si  acercara a Odessa, más esta última, se generará una intervención de terceros,  dado que para la OTAN  es inadmisible  que Rusia controle toda la costa de Ucrania hasta el delta del Danubio. Intervención que se realizaría unilateralmente, renunciando a la defensa mutua.

Epitafio

Harmunt Rosa, filósofo francés, afirma, refiriéndose a la sociedad actual: “El yo y el mundo se vuelven pálidos, fríos e indiferentes. Este es, por supuesto, el estado de ”agotamiento“. Así que mi pregunta fue: ¿qué es lo contrario del agotamiento? ¿Cuál es una forma alternativa de relacionarse con el mundo, de estar en el mundo? Aceleración y resonancia: entrevista al filósofo Harmunt Rosa,  Homo consciens, 19 abr 2023.

¿Seremos capaces de superar el agotamiento y la indiferencia? ¿Nos comprometeremos a movilizar nuestras sociedades por la  resolución diplomática de los conflictos?  

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