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Afganistán, año seis

Rafael Morales / Rafael Morales

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Las noticias cotidianas señalan el goteo diario de muertos por ataques de las fuerzas de ocupación, en general civiles señalados en los informes como talibanes, así como los fallecidos por las ofensivas de una resistencia que ahora incluye ataques suicidas formato iraquí. La ONU estima el aumento de las operaciones de la resistencia en un 30% respecto a 2006. El secretario de Defensa gringo comprobó sobre el terreno que ni Kabul está libre de atentados. Este Robert Gates sufre autismo ante las advertencias de organismos como el Centro de Estudios Independientes Senlis Council (integrado en la Red de Fundaciones Europeas) que ya en septiembre del año pasado daba el enésimo aviso, a saber, “el 70% de la población en el sur del país culpa a Occidente de la crisis humanitaria que está viviendo”. He ahí el alimento social de los talibanes que hace varios años parecían completamente derrotados.

El gran jefe de la OTAN, John Craddock, inasequible al desaliento, aún mantiene esperanzas. ¿Cómo derrotar a los talibanes? El general se responde a sí mismo: “Se trata de hacerlos irrelevantes, de crear una cuña entre ellos y la sociedad afgana con pacificación (a tiros) pero también con desarrollo (la reconstrucción económica)”. Exactamente el mismo discurso vendido tras los iniciales dos mil muertos afganos directos, provocados durante los primeros día del asalto de 2001 en venganza por los ataques del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas y a la búsqueda de Osama Bin Laden. ¿Cómo puede Craddock insistir en la misma estrategia inviable porque justo falló la promesa de reconstrucción económica mientras los tiros y los bombardeos golpearon a la población civil? Como Robert Gates, el jefe de la OTAN no escucha ni a la ABC News, que registra regularmente el índice creciente de rechazo a sus tropas entre la población afgana.

Según el último informe de Senlis Council, los talibanes no sólo controlan el 54% del territorio afgano. “La cuestión no es si los talibanes llegarán a Kabul, sino cuándo lo harán y en qué forma”. De manera que “la fuerza dirigida por la OTAN, integrada por unos 40.000 uniformados, debería al menos duplicarse” para hacer otro intento por evitar la victoria de la resistencia. ¿Escuchó el ministro Moratinos estas sabias conclusiones? España tiene que aumentar sus fuerzas en Afganistán para nada. A idéntica estrategia fracasada, cuesta abajo y sin frenos.

Teniendo en cuenta, además, que los afganos echaron a los británicos en el siglo XIX y a los rusos en el XX, ¿a quién se le ocurre que sucederá otra cosa en el siglo XXI con los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN? España tiene un recurso para decirle adiós a su inútil presencia en Afganistán. Mientras no inicien una negociación política en Afganistán entre todas las fuerzas del país y los interlocutores regionales del conflicto, no hay salida. Y, como esa salida sigue ausente, nos vamos.

Rafael Morales

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