Todo contra el clima

Rizando el rizo de la situación, un grupo de investigadores de la Universidad de Michigan ha publicado un informe según el cual el aumento de los divorcios causa un impacto negativo en el medio ambiente. No les mareo con cifras y datos. Sí señalo el meollo del informe y su premisa principal. Un divorcio supone que quienes antes vivían en un hogar pasarán a vivir en dos. Al crecer el número de inmuebles habitados ?y con menos inquilinos- se produce un mayor consumo de energía, de agua y de residuos sólidos. Y de ahí? (el resto del razonamiento es previsible). Sin embargo, por muy ecológicamente concienciados ecológicamente que estén los componentes de un matrimonio, al final para ellos serán pesarán más las calenturas domésticas que el calentamiento global y acabarán rompiendo. Una cosa es contribuir al evitar el cambio climático y otra, muy distinta, seguir aguantando a la vacaburra de la esposa o al tripón cervecero del marido.

Esto es una bobada. Todos con algo de y capacidad para encadenar razonamientos aparentemente lógicos podemos demostrar que cualquier actividad o cualquier decisión particular serán dañinas para el medioambiente. Hasta comprar un coche ecológico de esos que tanto se anuncian. El coche ecológico, por mucho que lo sea, siempre emitirá contaminantes. Si es el primer coche que se compra el conductor, unirá su CO2, por mínimo que sea, al de los automóviles ya en circulación. SI el comprador lo ha sustituido por uno antiguo, el vehículo viejo será desguazado ?y el reciclaje de sus componentes no será una ganga ecológica- y si no lo destruye, pasará a engrosar el mercado de los coches de segunda mano y seguirá contaminando como antes. Crecerá el parque automovilístico, y por más coches ecológicos que haya, siempre será mayor a contaminación total que se produzca. (Que era lo que se trataba de demostrar).

Este tipo de argumentos podría convertirse en un divertido juego social.

José H. Chela