Pero si González Arroyo dedicó sus minutos de gloria a poner a parir a la prensa, su abogado, Javier Artiles, despejó a córner con una elegancia digna de encomio. A requerimiento de este periódico, el letrado ni confirmó ni desmintió que su patrocinado haya admitido ante el juez ser el autor de tan cochino ofrecimiento a un concejal. Tiene el señor Artiles un alto concepto de su profesionalidad y de la pulcritud que ha de presidir sus actos, al menos en lo que se refiere a la vertiente de la judicatura, lo que necesariamente no ha de corresponderse con su tarea como propietario de restaurantes en Las Palmas de Gran Canaria. Tenemos pendiente con él una vieja querella moral en sede gastronómica que esperamos resolver muy pronto de modo satisfactorio en favor de la verdad. Que es lo que todos buscamos siempre con ahínco.