Los encargos se han ido ejecutando paso a paso, no sin cierta contestación interna dentro del PSC, porque todavía hay gente que prefiere seguir trabajando en la oposición que ganar los favores de los medios de comunicación y a ver qué pasa cuendo lleguen las elecciones. El primer encargo era quitar a Sánchez Bolaños hasta del Consejo. No hubo problema: lo aceptó. Luego había que respaldar dentro del consejo el despido de Carlos Santana, el auditor que perparó el informe que luego dio lugar a la famosa querella. A continuación había que blindar a Poveda, el representante de los trabajadores que los trabajadores no quieren. Y ya está blindado, o al menos hasta que los tribunales se echen manos a la cabeza y le pregunten a La Caja si han cambiado ya los estatutos. A cambio de esos apoyos, el PSC ha recibido un visado momentáneo de no agresión, lo que debe haber llenado de gozo a Eduardo González de Franquis, que debe creer que eso es suficiente. Nos falta por saber cuál es el siguiente paso, pero muy bien podría venir dado por la incorporación de Chano Franquis al proyecto mediático de la vía franciscana a través de la vía del ciudadano croqueta, ambas en El Sebadal, provincia de Las Palmas.