La verdad es que parece buena la idea del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana de poner un museo y un restaurante en el Faro de Maspalomas. Y no deja de ser curioso que cuando sale a escena un lugar principal en esto del turismo, como es el parque de Santa Catalina, salte la opción del faro, que es en el sur lo que el parque es al norte: el lugar de máximo encanto y portador del mayor carisma físico. Pero el faro tiene mejor renta de situación para el negocio turístico: allí es donde los turistas se cuentan por miles. Quizá puedan formar parte del mismo proyecto y albergar el faro una pinacoteca temporal de excedentes de museos europeos o lugar de exposición de jovenes artistas. El Faro -pongámoslo ya con mayúsculas- de Maspalomas, en cualquier caso y como diría un mejicano, es “lo máximo” para cualquier cosa que se dirija al turismo. Lo grande es que el 90% de nuestros visitantes no lo conocen y prácticamente ninguno lo ha visitado.