Recuperamos con horror viejas prácticas de los políticos, según las cuales los contribuyentes que se quejan lo hacen de puro vicio. En esa teoría de la evolución de las especies, los mandamases son seres (no necesariamente inteligentes) enviados por la providencia para resolver los problemas a sus semejantes, aplicando soluciones todavía más grandiosas a las reclamadas por los afectados. Un ejemplo de tal prodigio lo tuvimos este viernes, y dio hasta vergüenza. Fue durante el acto de firma del llamado Plan Insular de Rehabilitación Psicosocial de Gran Canaria, que viene a ser el plan de atención a los enfermos mentales que llevan reclamando los familiares desde hace un porrón de tiempo. Lejos de huir de la pose benéfico-asistencial, a los mandamases del Cabildo grancanario y del Gobierno regional sólo les faltó vestirse de arcángeles y constituirse en el acto levitando al son de músicas celestiales. Después de luchas hasta virulentas de los familiares, que llegaron incluso a ser desalojados por la fuerza del salón de plenos del Cabildo; después de recibir un trato vergonzoso de la mayoría gobernante, del PP; después de manifestarse, gritar, clamar y llorar hasta la saciedad, Miguel Jorge Blanco y María Salud Gil, por el Cabildo; y Mari Mar Julios y Águeda Montelongo, por el Gobierno, se presentaron este viernes como si bajo su manto trajeran el premio gordo del Un, Dos, Tres.