No hizo falta a Soria que nadie lo invitara el año pasado para personarse en el puchero de las siete carnes. La gente es educada y se lo tragó con papas y calabacines. No es el mismo estilo el que emplea el presidente del Cabildo, que además de ser muy mirado para esto de las invitaciones a los demás, las decide en función de sus filias y sus fobias. No nos referimos a sus fiestas de cumpleaños y sus asaderos privados, que allá él, sino a los actos oficiales de la Corporación que preside. Por ejemplo, el de este lunes por la noche, el que servía para conmemorar el 91 cumpleaños del Cabildo, se lo ha tomado como siempre se toma los actos que no le son propios, sino de la institución. Ya saben que a nosotros no nos invita a ninguno desde que las urnas lo pusieron de alcalde de la ciudad, favor por el que le estamos profundamente agradecidos, pero ya ha ampliado la lista a un par de malditos más. Al listado de directores de medios que se han caído del mailing se ha sumado el de la Cadena Ser. De este modo, el malditismo es mucho más llevadero, qué quieren que les digamos.