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Bienvenido, míster Arena

Inauguración del Gran Canaria Arena con el partido entre el Herbalife Gran Canaria y el Fútbol Club Barcelona

Teresa Cárdenes

Las Palmas de Gran Canaria —

Un pabellón multiusos de primera división sin colapsos en su estreno y con una apabullante calidad de sonido y de luces. Es la imagen que queda este 1 de mayo de 2014 del estreno deportivo oficial del Gran Canaria Arena, aguado por la derrota del Granca (74-82) a manos del Barcelona, pero que da el pistoletazo de salida a la carrera que culminará la ciudad este verano con su conversión en sede de la Copa del Mundo de Baloncesto 2014. Aunque de menor dimensión y capacidad y menos vocación de ostentación visual externa, el Gran Canaria Arena está llamado a proporcionar a Las Palmas de Gran Canaria la función de recinto multiusos con prestaciones de última generación análogas a las que dispensan a sus ciudades el O2 de Londres (20.000 espectadores), el O2 World de Berlín (17.000) o el Palacio de Deportes de Madrid (15.000). Y hoy pasó su primera prueba rozando la matrícula de honor.

El GC Arena no defraudó, más allá de la derrota de un Granca que no pareció esta vez asistido por el talismán que supuestamente le protegía en el CID en sus choques con el Barcelona. Por más que la organización se esforzó en citar al público anticipadamente en el pabellón, con el señuelo de una apertura de partido especial para el estreno, una auténtica riada de público accedía al Gran Canaria Arena apenas 15 minutos antes de las 11:00 de la mañana. Desde lejos, la longitud de las colas hacía presagiar un retraso forzoso del acto de inicio, pero no fue necesario gracias a la solvencia y la rapidez con que se resolvieron los accesos de los espectadores a través de media docena de puertas. A las once en punto, con todo el mundo sentado, una cuenta atrás cantada con logrados artificios visuales desde el ya célebre vídeomarcador daba la señal de inicio: en las gradas no cabía ni un alma y el público literalmente aulló cuando un juego de luces azules y amarillas dieron paso a la entrada de su equipo sobre el parquet del GC Arena.

El Cabildo de Gran Canaria no dejó nada al azar y nada falló este jueves en un estreno que va más allá de lo deportivo, excepto las canastas que no pudo meter en Granca y que dieron la ventaja de ocho puntos a los de Xavi Pascual. Eso y el plomizo guión elegido para la megafonía en los minutos previos al partido: una infumable letanía de datos técnicos del pabellón que, como es de suponer, no le interesaba lo más mínimo en esos momentos a una audiencia cuya única preocupación, amén del espectáculo y su equipo de baloncesto, era encontrar un buen ángulo para un buen selfie.

El primer partido deja lejos de momentos uno de los temores recurrentes cuando el pabellón multiusos era todavía una estructura a medio terminar: la hipótesis de que un recinto más grande y donde el público luciera menos restara calor humano al equipo amarillo. No hubo tal. Y no sólo por el esfuerzo de la organización en asegurarse de que este jueves no cabría un alfiler más en el GC Arena. La reducción en varios metros de la distancia inicialmente proyectada entre el borde de la pista y las primeras butacas surte el buscado efecto de la aproximación. Y a ello se añadió la evidencia de que los aficionados se sintieron este 1 de mayo como en casa, pero sin el suplicio del efecto horno del CID, causado por sistemas de ventilación que quedaron hace ya mucho tiempo obsoletos.

Puede leer el artículo completo en el blog de Teresa Cárdenes

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