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¿Qué parte de Jekyll/Hide no han entendido?

Donald Trump, presidente de Estados Unidos. (Canarias Ahora).

José A. Alemán

El pasado 16 de noviembre la organización no gubernamental Transparencia Internacional (TI), con sede en Berlín y presencia en más de 70 países, dio a conocer los resultados de su encuesta anual titulada “Barómetro Global de la Corrupción 2016”. El sondeo arroja para España unos resultados nada sorprendentes pues coinciden, cuarta más cuarta menos, con la idea que tiene el común del alcance del problema: el grueso de la población cree que el grado de corrupción ha subido frente a un 37% que lo considera estancado. Y la localiza el 55% de preguntados en la “Oficina del Presidente del Gobierno”, un 37% en el Parlamento y un 31% en los círculos directivos de las empresas. Les siguen los concejales de ayuntamiento (29%), los líderes religiosos (26%), funcionarios (16%), autoridades fiscales (15%) y en los dos últimos lugares jueces y magistrados (11%) y Policía (6%).

Este cuadro de “preferencias” se presta a comentarios y opiniones encontradas en las que no entro pues lo que interesa del sondeo es que el 80% considera al Gobierno poco activo en la lucha contra la corrupción. Está muy extendida la impresión de que los mandamases, cuando no están directamente implicados, dejan hacer y miran a otro lado para no ver lo que hacen sus correligionarios, con lo que se ahorran problemas y se atienen al sagrado principio de hoy por ti, mañana por mí.

Entre los casos paradigmáticos que aconsejan no meter la nariz en ese dejar hacer, dejar pasar (eslogan original del liberalismo económico, por cierto) figura el de Ana Garrido, la denunciante de la trama Gürtel en el ayuntamiento madrileño de Boadilla, del que era funcionaria. La ocurrencia provocó represalias que han destruido su economía familiar y apuntan a su equilibrio psicológico. A raíz de este caso, los cuatro principales partidos incluyeron en sus propuestas electorales sacar a España del grupo de países de la UE que menos protegen y ayudan a los denunciantes. Nunca es tarde si la dicha es buena.

Es verdad que ha disminuido el número de casos de corrupción. No sé si porque han destapado todos los que había, lo que nadie se cree, o si se debe a que su frecuencia ya les resta el interés informativo de lo novedoso, salvo que esté involucrado algún pez gordo o cualquier otra circunstancia que los coloree y singularice. Como el caso del Hospital Provincial de Castellón donde han descubierto un pufo de 25 millones por el viejo procedimiento de las facturas emitidas de aquella manera tan repetida que parece responder a un método universal. La suma, la verdad, no llama la atención porque lo que abunda cansa y no puede decirse que el asunto haya trascendido demasiado. Yo mismo no le presté demasiada atención hasta saber que entre las facturas figuran las correspondientes a los 90.000 euros que costó al Hospital el “nacimiento” (“belén” en las Españas), que vienen a ser al cambio unos 14 millones de las antiquísimas pesetas; si no he calculado mal, que a mí en esto de la aritmética me cogen los de PISA y adiós, muy buenas. Pero lo cierto es que la noticia me divirtió; dentro de un orden, por supuesto. Ocurrió en las Navidades 2005-2006 y era presidente de la Diputación, cuyos eran los dineros, el ineféibol Carlos Fabra que ya andaba, el hombre, trasteando con su aeropuerto sin aviones. Pensé que algo ahorrarían al no tratarse de un “nacimiento/belén” viviente ante la comprensible imposibilidad de contratar a San José, la Virgen y el Niño. Ya puestos en el trance de disparatar, alguien pudo proponer traer a los Reyes Magos, pero se desistió no fuera a colarse en el séquito algún comando yihadista. Se pensaría, entonces, en sustituir a Melchor y Gaspar por Messi y Cristiano y poner en lugar de Baltasar a un representante de la cantera o en su defecto algún jugador destacado del emergente fútbol camerunés.

A vueltas con Trump 

Los años no perdonan. Me senté a escribir de Trump y salió el epígrafe anterior, que dejo tal cual pues no son estos tiempos de tirar nada. Quiero decir que mi intención era entrarle otra vez a Trump siguiendo la tendencia general de los medios. Un regalo para caricaturistas, humoristas y los sectores más burleteros del público en general si no resultara tan inquietante el hecho de que a partir de enero tendrá el botón nuclear al alcance de la mano. Inquietan, ya digo sus bravatas, advertencias e incluso amenazas y aunque en principio cabía esperar que, una vez instalado en la Casa Blanca aflojaría, los nombres que se van conociendo de los llamados a gobernar con él indican que sí, que está dispuesto a formarla. En este sentido, escribió John Carlin en El País del pasado lunes, 12, en su sección El factor humano, que es como se llamó en castellano su libro Playing the Enemy en que se basó la película Invictus, de Clint Eastwood con Morgan Freeman en el papel de Nelson Mandela, añadiré como información adicional. Dicho sea porque Eastwood se proclamó partidario de Trump tal cual lo haría Harry, “el sucio” mientras Freeman participó en la campaña a favor de Hillary.

El Dr. Donald y el Señor Trump es el título del artículo de Carlin, clara referencia a la conocida novela El extraño caso de doctor Jekyll y el Señor Hyde, de R.L.Stevenson. Se apoya el autor en un pequeño muestrario de declaraciones del Dr. Donald contradictorias respecto a las del Señor Trump. Si anunció el Señor Trump que instruirá al Fiscal General “para que investigue a la corrupta Hillary”, el Señor Donald asegura que no quiere hacer daño a los Clinton, “que ella ha sufrido mucho”; si dijo Trump que The New York Times es “uno de los peores periódicos”, Donald lo calificó de “una gran, gran joya americana. Una Joya mundial”; Obama pasó de ser “un desastre total” para Trump a caerle muy bien a Donald que consideró “un gran honor” conocerlo. Es como si en el interior del presidente electo forcejearan dos personalidades por adueñarse del cuerpo y la voluntad. En la batalla bipolar descrita por Stevenson se impone por último la personalidad malvada del Señor Hyde al pobre Dr. Jekyll; y cree Carlin que en la cuestión que nos ocupa, el Señor Trump/Hyde a punto está de echarle la pata alante al Dr. Donald/Jekyll. Así ha elegido a un hombre que niega el calentamiento global para ponerlo al frente de la Agencia de Protección Medioambiental y a una defensora de la educación privada para secretaria de educación pública; a un racista reconocido, como secretario de Justicia; el secretario de Empleo será un opositor al salario mínimo; un propagandista de la extrema derecha aparece como su principal asesor en la Casa Blanca; y de secretario de Justicia, en fin, quien retuiteó la noticia de que Hillary Clinton dirigió una red pedófila.

Un proyecto de Gobierno “de millonarios” que recuerda cierta sofisticada dama inglesa a la que ponderaron la fortuna de un magnate USA asegurando que los suelos de su mansión los tachonó con dólares de plata:

-¡Qué desagradable será caminar por esa casa! –comentó la lady ya con el buche lleno.

Pensaba yo en la buena señora cuando saltó la noticia de que Rex Tillerson, presidente y director ejecutivo de Exxon, la mayor petrolera estadounidense, llevará la Secretaría de Estado. Dado que Trump carece de experiencia política internacional, se esperaba que se decidiera por un buen conocedor de los entresijos de la diplomacia internacional; que no es el caso del elegido ya que en ese plano sólo se ha movido en el ámbito de los negocios. Tillerson debe estar privado porque Trump ha roto todas las lanzas posibles a favor de la quema libre de recursos energéticos fósiles y que le den al calentamiento, la extracción mediante fracking incluída. Aunque lo que más morbo provoca es la amistad de Tillerson y Putin debido a las sospechas de que los rusos metieron las narices en las últimas elecciones USA a favor, precisamente, de Trump, declarado admirador del aspirante a zar de todas las Rusias. Al parecer Obama ordenó a la CIA investigar qué hay de cierto en este asunto. No sé para qué, la verdad. Esperemos a ver si el Senado tiene objeciones que ponerle a los nombres propuestos por el nuevo presidente.

Trump está decidido a acabar con 40 años de la política USA respecto a China, que tanto ayudó a aislar a la URSS; también quiere dar marcha atrás en el proceso de normalización de las relaciones con Cuba; por no hablar de la cancha abierta a los combustibles fósiles y su retirada de los planes para contener, que ya no para evitar, el cambio climático, según apunté ya. Parece estar fuera de duda que su propósito de volver a hacer grande a América es más retro que vintage, pues este último concepto implica apreciar la calidad de las cosas pasadas que aún no alcanzan la condición de antigüedades. Diría, en resumidas cuentas, que Trump reivindica el “América para los americanos”, que sintetizó la doctrina Monroe; aunque sospecho que Trump se remonta a tiempos más recientes cuando los americanos (los del norte) reclamaban para ellos no sólo América sino el resto del mundo.

¿Qué parte de Jekyll-Hide no han entendido?

No es Trump todo lo que reluce

Como digo, Trump ha dado pie a chistes, chanzas varias y demás y entre las que han largado comentaristas y observadores está la de considerar a sus electores unos ignorantes. Es verdad, desde luego, que no han estado con él los grandes núcleos urbanos donde hay un grado mayor de cultura e información. Pero no es menos cierto que fuera de esos núcleos no goza Hillary Clinton de especial popularidad al considerársela ensolerada en los niveles más altos de un sistema que ya no es tan satisfactorio como pudo serlo. No sé hasta qué punto considerar a quienes la han rechazado ignorantes y menos cuando parecen obedecer a una reacción de fondo que, con todos los matices diferenciales que se quiera, también se advierte en Europa donde la ultraderecha se afana por montarse en el machito. No en vano es el sector ideológico que se identifica con Trump y lo han elevado a la condición de líder ideológico, lo que es bastante más que la pretensión de Aquel que Habitara entre nosotros que no pasó de centinela de Occidente y se mantuvo cuarenta años en la garita.

Pero a lo que iba: la cuestión es si lo que comenzamos a vivir es un avance ultra, del fascismo xenófobo y del racismo mezclados con toda clase de populismos sin caer en la cuenta de que estos últimos son como el colesterol, que lo hay bueno y menos malo. Se empeñan en buscar no paralelismos con los años 30, que alguno habrá, sino la repetición poco menos que lineal de aquellos años. No se les ha ocurrido pararse a pensar si no será que el capitalismo liberal ya le ha llenado la buchaca a demasiada gente y no es tanto el problema de que ganen terreno los ultras como cuanto ha perdido la democracia. Debe recordarse como ejemplo de desvergüenza el énfasis mentiroso con que juraron Rajoy, Sáenz de Santamaría y Guindos que el dinero del rescate bancario no costaría un duro a los contribuyentes y que, en todo caso, los bancos devolverían los 50.000 millones del ala. Sin embargo, el coste recayó sobre las espaldas del ciudadanaje y échale ahora un galgo a las devoluciones, que lo que se da no se quita y no quiero ni contarles si es un banco el que está al otro lado de la mesa. No menos cabreante es el fracaso, la ruina, de las nueve autovías de peaje impulsadas por Aznar que han acabado en manos de los bancos acreedores o en las de fondos buitre y que van a ser ahora nacionalizadas: toda una novedad, la de nacionalizar las pérdidas, por un montante en este caso de 5.700 millones si bien, al decir del nuevo ministro de Fomento, saldrá la operación por algo menos. Dirán ustedes que deberían investigarse las irregularidades habidas, que no son desconocidas precisamente; pero han de comprender que la Justicia y las fuerzas de seguridad tienen sus prioridades y ya les ocupa lo suyo perseguir a quienes queman banderas o rompen fotografías del rey y vigilar los parques en busca de titiriteros despendolados. Con estos espectáculos es fácil que la gente acabe por votar al rumbo.

He saltado de Trump al caso español porque algo se ha dicho aquí de la ignorancia de quienes permiten con sus votos que Rajoy y el PP sigan gobernando, a pesar de los pesares que son más de los que un cuerpo normalmente constituido puede aguantar. El acento se ha puesto en las encuestas porque, es verdad, no atinan ni una. Y no es mal crónico de la demoscopia española no acertar. Acaban de pifiar en los USA, donde daban por ganadora con diferencia a Hillary Clinton y ocurrió en Inglaterra donde triunfó el Brexit y confiemos que vuelvan a equivocarse, ahora sí, con el Frente Nacional de Marine Le Pen en las elecciones francesas del año que viene. Le dan posibilidades y ya veremos qué ocurre, también el año que viene, con Angela Merkel en las alemanas. Estas dos citas electorales son importantes porque la UE ha funcionado desde el principio sobre el eje París-Bonn y no han logrado sustituirlo por el París-Berlín. Pero volvamos a España y sus particularidades.

No es preciso recordar que aunque Rajoy perdió la mayoría absoluta, sigue siendo el PP el partido más votado y si se temía la convocatoria de las terceras elecciones era debido al convencimiento de que mejoraría resultados. Lo cierto es que sobre el papel no encaja el rechazo en las encuestas a la corrupción en porcentajes de hasta el 80% y que se acuse al Gobierno y al PP de esforzarse sólo en proteger a los corruptos con el hecho cierto de que siguen votándolos. Es fácil atribuir semejante comportamiento, paradójico a primera vista, a la ignorancia, al desconocimiento, a la incultura, a los recursos del PP para intimidar a los votantes más impresionables e imaginar a los curas exhortando a los fieles a votar cristianamente. A la derecha, of course. No creo que sea la ignorancia, el desconocimiento de los entresijos de la política lo determinante. No soy el más indicado para explicar esas actitudes pero es significativo oírles decir de los candidatos que tienen o no “fe” en ellos y cuando ni esa confianza les llene, le den la vuelta a cierto axioma para explicarte que más vale malo conocido que peor por conocer. Si nos quitamos prejuicios de encima habrá de reconocerse, por hablar solo de los cuatro partidos principales, que es el PP el que aparenta, a pesar de todos los pesares, un grado mayor de solidez. El PSOE ya han visto como está; Podemos no acaba de aclararse o de conseguir hacerse entender aunque es evidente su éxito que podría consolidarse o acabar en nada debido a unos cuantos errores de bulto; y en cuanto a Ciudadanos va a costarle zafarse de la impresión de que lo impulsaron para sustituir al PP y tiende a convertirse en su marca blanca. Si se fijan, el PP está mejorando a ojos vistas sus relaciones con el PSOE mientras aparta a Ciudadanos que no para de presumir de haber obligado al Gobierno a hacer esto y lo otro. A Rajoy le es más cómodo y rentable entenderse con los socialistas en plan bipartido porque, si bien es cierto que se disputa con ellos sectores electorales para prevalecer alternativamente el uno sobre el otro, Rivera busca quitarlo para ponerse él y esas ya son palabras mayores.

La reforma estatuaria y dos piedras

Harto me tienen los políticos canarios. Ya ni sé por donde andan. Cuando comenzaba a entender lo de los cuartos del ITE, me salen con el cuasi eterno rollo del Estatuto de Autonomía, justo ahora que Fernando Clavijo y la escasa lucidez socialista ha vuelto a activar los demonios isleños. El presidente anda frito por embarcarse con el PP y los socialistas se han emperrado tanto en evitarlo que han soportado carros y carretones al punto de que las risas de Patricia Hernández tiende a estereotiparse en mueca de desagrado. Mientras, ya curado de soriasis en apariencia, el PP se muestra remolón porque, qué quieren, no le interesa a Rajoy indisponerse con CC; por lo menos hasta que Ana Oramas diga sí a sus presupuestos. Sin olvidar, claro, a NC en la esperanza de que Pedro Quevedo se decida de una maldita vez a imitarla y decir sí a los presupuestos. Hay mucho amarrón en el juego de cartas que se traen y no hay forma de sorprender señas y saber quien lleva triunfos.

Por ahí anda trabada la posibilidad de que PSOE-PSC, PP, NC, igual Podemos y no sé si me queda alguien atrás presenten una moción de censura que descabalgue a CC del Gobierno. Adán Martín y Paulino Rivero trabajaron, a su modo y manera, con sus errores y aciertos, para evitar roces, que no son buenos para los negocios, ya saben. Política ésta que se ha cargado Fernando Clavijo haciendo tándem con Carlos Alonso, presidente del Cabildo tinerfeño, ambos dos pertenecientes a la flotilla de ATI que llevaba un tiempito abarloada, supongo que en el futuro puerto de Granadilla. El fulminante del conflicto, el reparto de los 160 millones del FdCan procedentes del antiguo ITE. Clavijo quiere distribuirlos según el criterio de la triple insularidad compartido por seis Cabildos frente al de Gran Canaria, que se opuso. Debe recordarse que la triple insularidad es un criterio electoral.

Como no es la primera vez que Tenerife toma iniciativas que comparten todos los Cabildos menos el de Gran Canaria, habrá que pensar mal. Hasta ahora, el cabildo grancanario se las tragaba todas. Hasta que ATI soltó a Carlos Alonso que no para de acusar a la parte grancanaria de insularista. Está en su derecho, desde luego, pero lo cierto es que desde que llegó a la presidencia de la corporación tinerfeña cualquier pretexto le sirve a Alonso para sus embestidas. Que podían haber quedado en meras “sulfuraciones” de no advertirse que detrás de Alonso aparecía Clavijo respaldándolo. ATI cabalga de nuevo, pues. Llamando con desvergüenza a quienes se le enfrentan “insularistas”.

El penúltimo episodio ha sido la batalla por hacerse con la miseria que fue la votación en el Parlamento canario en que los partidos de la oposición, a los que se unió el PSOE-PSC en trance de salir del Gobierno, rechazaron la distribución del FdCan que pretende Clavijo. Los nacionalistas han replicado con varios comunicados en los que informan del dinero que perderá cada isla de aplicarse al reparto del ITE el criterio que ganó en el Parlamento y no el que quiere Clavijo. Según esos comunicados, Gran Canaria y Tenerife perderán 45 millones cada una, o sea, un total de 90; Lanzarote perdería 18,5 por 16,2 Fuerteventura; y La Gomera y El Hierro 8,5 y 6,2. En total me salen 139 millones, con lo que quedan por ahí sueltos 21 millones que no sé si encasquetárselos sin más a La Palma, que no se ha pronunciado, que yo sepa, o a San Borondón que en unas ínsulas asirocadas como éstas cabe todo. Incluso que todas las islas dejen de ingresar lo que les corresponde de un Fondo, no de una Lotería sin que se aclare adonde van a parar esas cantidades perdidas.

El caso es que después de tantos años opinando en contra de un pacto de Gobierno de populares y socialistas he llegado al punto de no saber qué es mejor; o peor. Esto ya no lo arregla ni el médico chino. Creo que después de tantos años de retraso, con el sonoro fracaso del anterior intento en que se acabó retirando del Congreso el texto y habida cuenta de la que está formada, no podían buscar peor momento para abordar la reforma del Estatuto de Autonomía. La política ática del tándem Clavijo-Alonso que ha pulverizado cualquier atisbo de entendimiento solidario entre las islas no propicia el mejor ambiente. Siempre he dicho que el gran fallo de la autonomía canaria es haber introducido un Gobierno empapado del espíritu y los reflejos centralizadores e intervencionistas de la Provincia. Controlar éste fue siempre la aspiración del tinerfeñismo ático para reparar la “afrenta” que sigue considerando la División de 1927; que tampoco solucionó el problema sino que lo duplicó al crear otro órgano centralizador. Hoy la oligarquía tinerfeña controla el Gobierno pero sus hombres, Clavijo y Alonso calcularon mal el momento de venirse arriba para consolidar la capitalidad de hecho que hoy ostentan. Con lo que al menos han definido el insularismo que viene a ser cuanto se les opone.

 

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