“Tengo 67 años y no voy a dejar de competir en la vela latina mientras pueda”

Santiago González Hernández.

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Santiago González, natural de Lanzarote, ha sido galardonado por su amplia y prolífica trayectoria deportiva como patrón de barquillos de vela latina canaria, así como por su tenaz contribución en la conservación y promoción de esta modalidad. Durante su reciente estancia en La Palma ha concluido con su entusiasmo habitual los trabajos de un nuevo barquillo que él mismo ha navegado al timón en las aguas de la bahía de Santa Cruz de La Palma, enriqueciendo con ello la flota latina de la Isla Bonita. 

Santiago, usted antes de carpintero de ribera ha sido carpintero 'blanco'.

Empecé de pequeño. Siempre iba con mi padre a unos talleres donde trabajaba en vacaciones. Allí se hacían barcos, me inicié  haciendo chalanas cuando tenía unos 12 años. Luego con 17 me metí en la carpintería blanca, que es la que se encarga de puertas, ventanas, muebles y demás para chalés, hoteles… Yo tenía una empresa bastante grande y como la vela era mi afición comencé  a hacer algunos barquillos. La gente empezó a encargarme barquillos y he ido combinando, hasta la fecha, la carpintería blanca con la carpintería de ribera.

Últimamente lo vemos frecuentado las calles de Santa Cruz de La Palma. Y también trabajando en el barco de La Virgen. Parece que La Palma lo reclama.

A mí siempre me han encantado las islas no capitalinas porque son más tranquilas. Y especialmente La Palma que es una isla muy sosegada con respecto a la misma isla de Lanzarote o Tenerife y Gran Canaria. Me salió el trabajo del palo del barco de la Virgen que por el COVID y la erupción se vieron interrumpidas. Cuando la erupción frenó, inmediatamente nos pusimos manos a la obra y lo instalamos.

¿Cómo empieza la vela latina en Canarias?

Tiene una larga tradición: desde la regata de San Ginés en Lanzarote, con las Fiestas del Carmen en Fuerteventura y en Gran Canaria con los botes. Pero la vela latina de barquillos que tenemos hoy en día nació en 1978 cuando decidimos, en vez de estar pidiéndolos  prestados  o coger los barquillos de pesca,  que cada vez eran menos, ir haciéndonos con embarcaciones y creando estos veleros. Una vez tuvimos cinco barcos a nuestra disposición que no eran para otras labores como la pesca, decidimos empezar a organizar regatas periódicamente entre nosotros hasta que a finales de 1979 y principios del 80 empezamos a conformar una liga como la que tenemos hasta ahora.

Nos contaba Elías Cruz, un amigo de la Vela Latina, que su abuelo transportaba troncos en un trayecto por mar de unos 30 kilómetros, desde el norte de la isla en Garafía  hasta un embarcadero en Mazo, allí los serraban y con esa madera se construían los techos y pisos de las  viviendas. ¿En Lanzarote también se usaba como medio de transporte?

Sí, se usaba mucho sobre todo entre Arrecife y La Graciosa o Arrecife y Corralejo. Los barcos de La Graciosa venían a traer  pescado y de paso se llevaban víveres. También llevaban harina, gofio…Eran barquillos grandes, de siete metros para arriba.

Usted  ha impartido en La Palma un taller explicativo de cómo se hacen los barquillos y cómo se navegan.

Sí, hace un mes aproximadamente estuve por ahí en la zona de La Marina, diferenciando un poco lo que es el barquillo con el otro tipo de vela. Porque éste —el de la vela latina— es un barco mucho más sofisticado. No en el sentido en que el material tenga más calidad, sino porque hace trabajar a todos los marineros, del primero al último. Y trabajar bien. Si no hay una concentración en el grupo, nos podemos poner el barco de sombrero mucho más fácil que en cualquier otra clase. En eso era en lo que yo quise insistir en el taller: en que es una embarcación muy buena para el que sepa manipularla y tripularla bien.

Los carpinteros de ribera no abundan. Usted en un referente, no solo en Lanzarote sino en todo el archipiélago. ¿Se está haciendo escuela de este oficio para procurar su continuidad?

No, para nada. En general, en el archipiélago no hay nada, ni nadie, que esté haciendo algo por esta labor. Ser carpintero de ribera te ayuda a tener un abanico muy abierto para muchas profesiones. 

Desde hace unos 20 años, el Gobierno de Islandia trabaja e invierte con la idea de ofrecer a los adolescentes actividades estimulantes que sustituyan la búsqueda de excitantes destructivos como las drogas, alternativas como el deporte. La experiencia ha sido un éxito para la salud pública.  ¿Qué papel piensa que puede jugar la vela latina como propuesta atractiva y de prevención para la juventud?

Si se fomenta en la gente joven, que lo hacemos nosotros mismos indirectamente, es una maravilla. No hay nada peor que llegue la adolescencia y no tener a dónde ir. La vela latina, aparte que es un deporte que emana de la tradición de nuestros antepasados, es en equipo. Eso es una maravilla. Una maravilla porque lo ven como algo tradicional que se está ya arraigando en todas las islas. Además, es un deporte que empieza con una edad y termina mientras te dure tu fuerza. Yo tengo 67 años y no voy a dejar de competir mientras pueda. Y empecé desde niño. Toda mi vida llevo en vela.

De los que estamos en vela latina el menos que sabe pasa una brocha al barco, lo barniza, lo pinta. Son infinidad de cosas que amplían el horizonte a la persona. Te ocupa la mente para que no te dirijas a otra cosa, sino que estás siempre en esto porque es tu motivación. Como siempre peleamos por ser mejor que el otro… Antes lo hacían con guerra, batallas y enfrentamientos. Ahora nosotros nos enfrentamos con un barco a ver quién llega mejor que el otro. Es una tontería, pero es una tontería que nos mantiene sanos, de maravilla, saludables.

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