Carmen López (IGN): “Cada vez es menos probable que el volcán de La Palma se reactive, pero todavía no lo podemos descartar”

Carmen López durante la última erupción en Cumbre Vieja. ALEJANDRO RAMOS

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

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Vivió la última erupción de Cumbre Vieja en primera línea y asegura que ha supuesto para ella “el hito más emocionante a nivel profesional y personal”. Carmen López, subdirectora de Geofísica del Instituto Geográfico Nacional (IGN), explica en una entrevista con este periódico que la posibilidad de una reactivación del volcán “cada vez es menos probable, pero todavía no lo podemos descartar”. Reconoce que “los días cercanos al inicio de la erupción fueron los momentos de máxima expectación puesto que manejábamos un proceso que se estaba desencadenando muy rápido, y también los cambios de la dinámica eruptiva, que a veces creaba unos escenarios de mayor peligro”. Un año después de aquel 19 de septiembre de 2021, ve que “queda mucho por recuperar, pero a la vez se está haciendo un gran esfuerzo para que esa recuperación deje a La Palma mejor posicionada social y económicamente y para la gestión de futuras erupciones”.

¿Qué ha supuesto el nuevo volcán de La Palma en su trayectoria profesional?

Pues ha supuesto el hito más emocionante a nivel profesional y personal, junto con la erupción de El Hierro, pero, por supuesto, más La Palma porque digamos que es el fenómeno que más me ha ayudado a comprender la dinámica de los volcanes, el fenómeno volcánico. El fenómeno que más me ha enseñado.

¿Dónde se encontraba cuando entró en erupción?

Cuando entró en erupción estaba ya montada en el avión rumbo a La Palma, sentada. Me pilla a punto de dejar el teléfono móvil en modo avión. Hubo un clamor estruendoso en todo el avión cuando salieron las primeras imágenes de Televisión Canaria.

¿Recuerda qué pensó en esos primeros momentos?

Llevábamos trabajando desde el día 11 de septiembre en este fenómeno y ya veíamos que iba in crescendo, aunque siempre hay una probabilidad que aumenta, pero no es determinista, no es fácil saber en qué momento se va a producir, hay un margen de error. Incluso en el último momento estos procesos pueden abortar, hay siempre una incertidumbre, pero ya cuando se inició casi fue decir: ‘Ya está, ya pasamos a otra fase, al menos ya sabemos que la erupción está iniciada’. Y supe que los parámetros de localización estaban en el entorno donde hacíamos los escenarios. Antes de la erupción ya teníamos preparado el área más o menos probable, y realmente fue una tranquilidad saber que, aunque era una erupción muy cercana a núcleos urbanos, en sus inicios estaba a una cierta distancia de las primeras viviendas.

Por su localización, era evidente que la lava iba a ocasionar un daño devastador

Por supuesto. Podía repetirse un tipo Teneguía, que ya era mucha suerte, pero visto donde estaba la actividad sísmica y los centros de presión de las deformaciones superficiales, sabías que el daño era inevitable. Donde se estaba produciendo la sismicidad no había ninguna trayectoria de las lavas que no fuera a  hacer daño, a afectar infraestructuras y a destruir. Podía haber un poco de margen, mejor o peor, pero, realmente, o se daba muy cerca de la costa, que no era este caso, o ya sabíamos que los peligros asociados a la erupción iban a generar daño.

¿Cuál fue la situación más crítica que vivió?

Los días cercanos al inicio de la erupción fueron los momentos de máxima expectación puesto que manejábamos un proceso que se estaba desencadenando muy rápido, y también los cambios de la dinámica eruptiva que a veces creaba unos escenarios de mayor peligro.

¿Cambiaría algo de la gestión científica del proceso eruptivo?

En los aciertos estaríamos igual, la diferencia es que ahora tenemos más conocimiento. Es una experiencia que ha enseñado a todos. Hay que destacar que es el segundo fenómeno eruptivo, la segunda erupción que podemos recoger con datos de vigilancia volcánica, que hay datos científicos con los que poder estudiar la evolución y el volcán. Es la segunda. Hay países como Islandia o Italia que tienen muchas erupciones ya registradas y poseen un conocimiento muy profundo sobre cada uno de sus volcanes. Entonces, cada experiencia que se dé en Canarias con datos de vigilancia es una fuente de avance en el conocimiento, y aunque nosotros solamente hemos registrado dos, este año que ha pasado desde la última erupción nos ha permitido conocer mucho más el fenómeno volcánico en La Palma: génesis de los magmas, el ascenso a la superficie y los peligros y la afección a la población. Sin duda, en este año hemos aprendido mucho. De manera que en la próxima erupción, este conocimiento, más el que se vaya adquiriendo a lo largo de los años, va a mejorar muchísimo la respuesta científica.

Un año después, ¿persiste la posibilidad de que el volcán se reactive?

La realidad es que cada vez es menos probable, pero no podemos descartarlo. La posibilidad de reactivación cercano al final era mayor que la que tenemos ahora un año después. Cada vez es menos probable que haya una reactivación, pero todavía no podemos descartarla. Hay que recordar que en El Hierro hubo una reactivación importante seis meses después y una serie de reactivaciones sísmicas hasta 2014. En La Palma llevamos un año y no ha habido ninguna reactivación, no tiene por qué seguir el patrón de El Hierro. Ese margen de diferencia de un año ya cada vez hace más improbable que se produzca, pero no podemos decir que no se va a producir.

¿Cómo ve la isla tras esta catástrofe natural?

Veo a todas las Administraciones haciendo unos grandes esfuerzos en la reconstrucción, se están volcando, pero hay que hacerlo, porque la isla está todavía muy lejos de haber superado esta situación, con personas aún en hoteles. El volcán ha transformado social y económicamente La Palma para siempre y la esperanza es que cuando se produce un hecho como este, que además es natural, hay daño, pero también una oportunidad para hacer un cambio positivo. Creo que es el momento para hacer proyectos para recuperar la isla, pero no como estaba cuando se produjo la erupción, sino a un estado mejor, a una economía mejor, a una mayor presencia de la ciencia, que se ha visto que es imprescindible en islas volcánicas activas, y también lo es la comunicación de la ciencia. Veo que queda mucho por recuperar, pero a la vez se está haciendo un gran esfuerzo para que esa recuperación deje a la isla mejor posicionada social y económicamente, y para la gestión de futuras erupciones.

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