Carracedo: “En el volcán de La Palma no se puede descartar absolutamente nada”

El volcán de Cumbre Vieja en la tarde de este miércoles. Foto: JOSÉ AYUT

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

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“En el volcán de La Palma no se puede descartar absolutamente nada”. Lo dice Juan Carlos Carracedo, profesor jubilado de Investigación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), un referente en el estudio del volcanismo de Canarias y Hawái y experto en islas oceánicas.

En la nueva erupción que surgió el pasado 19 de septiembre en la zona de Cabeza de Vaca, en Cumbre Vieja, “es posible la apertura de nuevas fisuras, aunque cada vez es más lógico que la erupción se comporte de una manera muy similar porque las lavas ya corren por unas zonas preferentes, pero no se puede descartar nada, absolutamente nada”, remarca Carracedo, y destaca que “hasta ahora la erupción se ha manejado muy bien, no ha habido víctimas, naturalmente hay que lamentar los daños que se han producido en propiedades y viviendas, que la gente lo está sufriendo, pero es una erupción que no ha causado víctimas, que se está llevando muy bien y que acabará cuando quiera, variará de acuerdo a lo que digan sus parámetros internos, que nosotros no podemos conocer con precisión y por eso no podemos hacer previsiones científicamente correctas”, admite.

La sismicidad que se ha registrado en los últimos dos días en la zona sur de La Palma, con terremotos que han superado los tres grados de magnitud, según Carracedo, es algo similar a lo que ocurrió con el volcán submarino de El Hierro. “En la dorsal de Cumbre Vieja hay, digamos, una serie de diques de kilómetros de largo y el magma cuando trata de salir, puede hacerlo por muchos sitios, lo que pasa es que en uno avanza más rápidamente, con mayor facilidad, y en otros no”, explica. “En el caso de esta erupción avanzó con más facilidad por esa zona donde está emplazado el actual centro de emisión, pero todavía hay magma que intenta salir por otras zonas y encuentra mayores dificultades, por eso se limita a producir una sismicidad más o menos profunda y mientras siga así no hay mayor motivo de preocupación”, asegura.

En el caso de nuevas fisuras, estima, “lo más probable, de producirse, es que sean por esa zona, porque la naturaleza es muy sabia y hace las cosas gastando el mínimo de energía, y si ha salido por ahí, es porque es más fácil y por ahí seguirá saliendo”.

Entre el Teneguía (1971) y la última erupción que ha registrado La Palma, este experto percibe “diferencias principalmente de magnitud”. “Lo que ha ocurrido a lo largo de esta erupción es muy parecido, salió por una serie de conos volcánicos con múltiples bocas, corrió por la pendiente y llegó al mar, todo eso en escala pequeña en el Teneguía y en escala muy grande como está ocurriendo ahora en este volcán nuevo de La Palma”, apunta.

A Carracedo, que ha dedicado toda su vida profesional a estudiar y divulgar el volcanismo del Archipiélago, no le ha sorprendido el nuevo volcán de Cabeza de Vaca. “Claro que esperaba esta erupción; La Palma es la isla más activa de Canarias, y dentro de la Isla, la dorsal de Cumbre Vieja es la zona más activa de la geografía insular, por lo que lógicamente era un lugar donde podíamos esperar en cualquier momento una erupción, de hecho, ha pasado medio siglo de la última, o sea, que ya se ha tomado su tiempo”, comenta. Aunque, añade, “de 1712 (volcán de El Charco) a 1949 (erupción de San Juan) pasaron doscientos y tantos años, y los palmeros se habían olvidado de que la isla era volcánica”.

“El periodo de recurrencia de las erupciones es como el de las plagas en el hombre, la humanidad ha sufrido muchas plagas, pero la recurrencia ni se puede adivinar por tiempo ni se puede predecir, lo único que se puede hacer es tomar las medidas adecuadas para que el daño sea mínimo”, resalta este doctor en Ciencias Geológicas por la Universidad Complutense de Madrid.

En el último volcán de La Palma “no ha habido peligro para la población porque se han tomado las medidas adecuadas y por tanto ha sido nula”, afirma. “En cuanto a los bienes económicos, el daño ha sido bastante considerable teniendo en cuenta la escala que manejamos en el Archipiélago, porque se han destruido centenares de casas y fincas”, concluye.

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