“Hay que educar para que se consuma el producto cercano y se valore lo local”

Facundo Cabrera con su 'caja de luz'.

Justo Pérez Cruz

Santa Cruz de La Palma —

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Continuamos con un episodio más de nuestra sección Scientia Palmensis dedicada a los científicos nacidos o que desarrollan su actividad en la isla de La Palma con una entrevista a Don Facundo Cabrera Expósito (San Andrés y Sauces, 1956), ingeniero técnico agrícola que actualmente presta sus servicios para la Consejería de Agricultura del Cabildo de La Palma. Don Facundo Cabrera Expósito es natural de San Andrés y Sauces, de padre fuencalentero y madre de las Lomadas (San Andrés y Sauces), “volcán y agua”, como cariñosamente le define uno de sus familiares. 

Tras cursar el bachillerato en el Colegio Libre Adoptado de San Andrés y Sauces y en el Instituto de Bachillerato Alonso Pérez Díaz de Santa Cruz de La Palma, se trasladó a La Laguna para realizar los estudios de Ingeniero Técnico Agrícola en la antigua sede de la Escuela de Ingeniería Técnica Agrícola de la calle San Agustín. 

Finalizados los estudios, regresó de nuevo a su isla natal donde trabajó durante un año en la construcción, actividad que le resultaba familiar, al haber compaginado los estudios con el trabajo en la misma durante los meses de verano, al igual que otros muchos estudiantes palmeros de su época. 

En el año 1981 se desplazó al sur de Tenerife para iniciar en San Isidro (Granadilla de Abona) la novedosa experiencia de crear la primera cooperativa agrícola de trabajo asociado de Canarias.

La cooperativa, con el nombre de Tierra Quemada, fue fundada por siete emprendedores que tras comprar un terreno en Atogo, lo sorribaron y construyeron invernaderos para dedicarlos al cultivo de flor cortada para la exportación, concretamente de rosas. Su actividad solo duró cinco años al no poder competir con los bajos precios de la flor cortada procedente de Centroamérica, principalmente Colombia, pero le permitió adquirir suficiente experiencia para abrirse camino en el difícil campo de la Ingeniería Agrícola. 

En el año 1988 se incorporó como técnico al inicio del proyecto regional Mercocanarias, actualmente llamado Gestión del Medio Rural, GMR.  Dicho proyecto, impulsado por la Consejería de Agricultura del Gobierno de Canarias, nació con la finalidad de planificar, acondicionar y comercializar las producciones agrícolas para el mercado interior. En el año 1999 se trasladó a la isla de La Palma para crear la delegación insular de Mercocanarias, labor que realizó satisfactoriamente y que en poco tiempo se consolidó como un referente en el sector. 

En el año 2007, tras ser depurado del puesto de delegado de Mercocanarias en la isla, fue contratado por la Consejería de Agricultura del Cabildo de La Palma donde continúa en la actualidad dentro de la sociedad para la promoción, fomento y desarrollo de las actividades económicas de carácter estratégico de la Isla de La Palma Sodepal. 

Esta intensa actividad profesional la ha compaginado desde su época de estudiante con su afición a la fotografía. Tras ensayar con diferentes técnicas fotográficas, a partir del año 2010 se ha especializado en la microfotografía (fotomicrografía) también denominada macro extremo, técnica que permite tomar imágenes de objetos o animales extraordinariamente pequeños. Para el desarrollo de esta técnica fotográfica construyó, de forma totalmente artesanal, su propia caja de luz, que podemos ver en la foto que acompaña a esta entrevista. 

¿Don Facundo, cómo comenzó a desarrollar esta técnica y cómo la ha hecho compatible con el mundo de la Biología y las Ciencias Agrarias?    

-Mi primera apuesta fue fotografiar pequeños rincones de piroclastos (pequeñas piedras de origen volcánico, picón) consiguiendo con ello paisajes típicos de Avatar. En dos años conseguí una colección única de microfotografías de piroclastos de lugares tan diversos como Islandia, Etiopía, Italia, las islas Galápagos y por supuesto Canarias. Con ese material realicé numerosas exposiciones por diversos lugares, como, por ejemplo, en el congreso internacional de geólogos y vulcanólogos que se celebró en el año 2012 en la isla de El Hierro con motivo del primer aniversario del volcán de La Restinga, exposición que despertó notable interés entre los científicos allí presentes. 

En el año 2014, y a través de Arnulio López, un amigo común recientemente fallecido, conocí al también ingeniero técnico agrícola Jaime Gil y rápidamente iniciamos las primeras experiencias de microfotografías de semillas. Como fruto de ese trabajo y a través de Germobanco nació el Atlas Digital de Semillas de Canarias, ADSIC, que con el apoyo de la Consejería de Agricultura del Cabildo de la Palma ya es una realidad que va creciendo cada año y que se puede consultar libremente en la web “www.atlasdesemillasdecanarias.org”. En dicha web pueden contemplar, en inglés y español, una ficha muy descriptiva de numerosas especies de

Canarias realizada por Jaime Gil acompañada de las microfotografías de las semillas realizadas por mí. En este momento disponemos también de semillas de toda la Macaronesia, Sáhara, Mauritania y Marruecos. 

También he colaborado con el biólogo Rafael García Becerra, fotografiando insectos, y con el catedrático de Prehistoria de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria Pablo Atoche Peña, fotografiando incrustaciones de semillas en cerámica aborigen. 

-¿Cuáles son los próximos retos que va a abordar en esta tarea? 

-Con la llegada de la fotografía digital se abre un mundo de infinitas posibilidades a la hora de ensayar diferentes técnicas fotográficas. De todas ellas, es la microfotografía de semillas, a la que le he dedicado más tiempo. Nuestro deseo es que en pocos años, el Atlas Digital de Semillas de Canarias, ampliándolo a toda la Macaronesia y abarcando el norte de África, se convierta en un referente europeo. Si se cumplen las previsiones para 2020, el Atlas ya contará con 350 fichas. En ese momento será, sin duda, lo mejor en su género. 

A corto plazo, próximamente, para febrero de este año, haremos la primera exposición de microfotografías de semillas en la sala al efecto del Parlamento de Canarias. 

Además de las semillas, pretendo continuar con la microfotografía de piroclastos.

He pretendido resaltar la parte artística de esas minúsculas piedras de picón, material volcánico muy abundante en Canarias y fotografiar paisajes que no vemos a simple vista, pero que tienen una gran belleza artística en interés científico. 

-¿Qué impacto considera que tiene esta actividad para la isla de La Palma?    

-Tanto la fotografía que hago de las semillas como la de los piroclastos, o también paisajes y atardeceres, pueden servir para que tanto La Palma como Canarias se escuchen en otros lugares y sirvan así de atractivo para visitarlas. También contribuye a que la sociedad en general sea consciente de la biodiversidad que nos rodea y aprendan a amarla y respetarla, sin vivir de espaldas a ella. 

-Ha puesto usted en evidencia que el mundo rural y la agricultura no está en absoluto reñido con el universo tecnológico y de comunicación en el que vivimos. ¿Qué le diría usted a los habitantes de La Palma y en particular a los más jóvenes en este sentido? 

-A los jóvenes les sugiero cultura, cultura y cultura, eso incluye también a los que después se dediquen a la agricultura-ganadería. Hoy no se concibe la agricultura sin la aplicación de las nuevas tecnologías. Hay que tener en cuenta que estamos siendo invadidos por artículos de consumo producidos en terceros países con salarios de miseria. Y, por último, educar al consumidor para que en un orden de prioridades consuma en primer lugar el producto cercano y aprenda a valorar el producto local.     

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