“Me he sentido un objeto sexual que no tenía derecho a hablar de filosofía”
Ha sufrido el desprecio y el rechazo social por ser mujer y negra. La escritora senegalesa Ken Bugul, nacida en 1948 en una pequeña aldea cuando su padre tenía 85 años, tuvo la osadía de romper desde niña con las tradiciones de su país -quería ir a la escuela y rechazaba el matrimonio- y a lo largo de su vida ha tenido que luchar con fuerza para no dejarse asfixiar por las convenciones. Cuando finalizó la educación secundaria en el Liceo Malick Sy de Thiès, comenzó sus estudios universitarios en Dakar, y posteriormente obtuvo una beca para especializarse en lenguas en Bélgica, a donde viajó en 1970. “Allí experimenté el racismo y, además, me sentí un objeto sexual exótico que no tenía derecho a hablar de filosofía, de civilizaciones, de la vida, de un libro…”, ha relatado a La Palma Ahora Bugul, Gran Premio Literario de África Negra, oficial de las Artes y las Letras de la República Francesa y una de las grandes escritoras africanas de este siglo, que estos días se encuentra en la Isla participando en las I Jornadas ‘La voz de la mujer’ que organiza el colectivo Karmala Cultura con motivo del Día Internacional de la Mujer.
En la década de los setenta vivió el movimiento hippie, del que disfrutó, pero “me sentía una ‘cosa’ sexual, no se valoraba mi inteligencia y la experiencia fue dura”, reconoce. Al regresar a Senegal, sufrió “un trauma psicológico” porque fue despreciada por su familia y por la sociedad en general. “La gente no me comprendía, no me aceptaba y me dejaba sola”, asegura. “Me quedé en la calle, mi madre había sufrido mucho y había abandonado la casa hacía mucho tiempo, no tenía a nadie con quién hablar”, describe. “Entonces empiezo a escribir como terapia para echar fuera todo lo que tenía en mi mente, porque nadie quería escucharme, era una necesidad escribir y sigo escribiendo porque todavía no lo he dicho todo”, afirma.
Ken Bugul fue recogida de la calle por una autoridad religiosa de su país de 85 años, la misma edad que tenía su padre cuando ella nació. “La gente pensaba que yo estaba loca, pero él demostró a la sociedad que mi problema era que nadie me escuchaba, nadie me creía, estaba perdida y una parte de mi familia prefería que estuviera muerta”, admite. “Me consideraban una perdida y este anciano, líder espiritual, me recogió y me convertí en una de sus esposas; me sentía muy bien con él”, dice.
Ken Bugul: ‘Nadie la quiere’
Ken Bugul es en realidad un seudónimo con el que firma sus libros -la mayoría autobiográficos- que significa ‘Nadie la quiere’. Su verdadero nombre, el que consta en el pasaporte, es Marietou Mbaye. “Escribo con este nombre simbólico que me lo aplico por mi historia personal, porque a mí nadie me quería puesto que aspiraba a ir a la escuela y a la universidad, me ilusionaba aprender a leer y rechazaba el matrimonio”.
Esta escritora, que ha vivido en Kenia, Congo y Togo, y que desde hace cuatro años reside en su país natal, considera que “la voz de la mujeres existe, pero es como si no la escucharan, no la entendieran, o no quisieran entenderla”. “El papel de la mujer es muy importante, porque es un regulador de la sociedad, de la vida, del equilibrio en el mundo”. Bugul entiende que “es muy importante recordar a la humanidad la voz de la mujer cuando las cosas no van bien”. “En el siglo XXI la voz de las mujeres es relevante porque conocen el peligro del mundo y saben cuándo hay que parar”. “Los sistemas políticos, religiosos y sociales saben que las mujeres tienen el poder, y por eso quieren esconderlas, ocultarlas, les tienen miedo”. “El mundo está en peligro y hay que confiar en ellas para recuperar su equilibrio”, insiste.
En África, sostiene, “la mujer tiene mucho potencial, un rol importante porque son sociedades matriarcales, pero con el colonialismo, el neocolonianismo, el capitalismo, las religiones o el sistema político, han perdido ese estatus en la sociedad”.
Ken Bugul, que en 2017 cumplirá 70 años, lanza a las mujeres del mundo un mensaje claro: “Deben creerse seres privilegiados con mucho potencial aún por explotar; tienen que sacar de su cabeza que son seres inferiores, sin fuerza, que necesitan un jefe, que son vulnerables… Noooooo, son más creativas, tienen mucho más fuerza, inteligencia, resistencia, instinto de supervivencia que cualquier ser de la naturaleza, más fuerza que el mar, que una montaña…”. “Hay que abandonar la victimización, arrojar muy lejos, lejos, lejos, lejos, más allá del horizonte, esos pensamientos negativos”.