Las muertes y las llegadas no cesan en la ruta migratoria canaria: “Mientras se mueva dinero, habrá pateras”

Natalia G. Vargas

La Laguna —

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Hamza tiene 27 años y llegó hace un mes a Lanzarote en patera. Allí pasó al menos tres días en una nave precaria con cientos de personas más, sin ducha y durmiendo en camastros militares. Ahora está en Tenerife, en el campamento de Las Raíces. Cada día sigue a través de una página de Facebook las noticias sobre embarcaciones que parten de África occidental para llegar al Archipiélago. En más de una ocasión se ha enterado por esta vía de la muerte de algunos de sus vecinos de Beni Melal. Muchos de los migrantes marroquíes que han llegado en estos años a las Islas nacieron en este barrio de Marruecos. Para ellos, como para Hamza, obtener un visado para llegar a Europa fue imposible, ya que le exigían tener un colchón de al menos 8.000 euros: “Mientras este negocio mueva dinero, habrá pateras”.

14.720 personas han sobrevivido a la ruta canaria entre el 1 de enero y el 15 de octubre, según los datos del Ministerio del Interior. En 2020, en este mismo margen temporal habían llegado a las Islas 8.029 migrantes. Este mes la comunidad autónoma vivió su máximo del año de acuerdo con un recuento de Cruz Roja. 1.070 personas llegaron a las islas en 52 horas, repartidas entre 21 pateras, cayucos y lanchas neumáticas.

El uso de este tipo de barcazas para alcanzar Europa a través del Atlántico ha crecido este último año, con el consecuente riesgo para la vida de las personas. “Hay algunos conductores que, si muere alguien en el camino, pinchan la lancha para no llegar a tierra y no ir a prisión”, asegura Hamza.

Junto a una pintada en la pared donde se puede leer libertad en árabe, Hamza señala Agadir en un mapa que los voluntarios que van a Las Raíces utilizan para mostrarles dónde está el Archipiélago en el continente. Desde allí salió su patera con 28 personas después de haber pagado 3.500 euros a la mafia.

Entre los migrantes había solo una mujer. El joven marroquí reconoce que para ella fue mucho más complicado el viaje: “Estaba sola rodeada de hombres. Incluso antes de tomar la embarcación, ella estaba en una casa con las otras mujeres esperando el día para salir. Allí es posible que haya sufrido alguna violación”, cuenta.

Hamza estudió inglés en la Universidad, con el objetivo de convertirse en profesor en Noruega o en Suecia. Mientras tanto, trabajaba en Carrefour para ahorrar dinero. “Marruecos es un buen país, pero pensábamos que aquí el dinero nacía de los árboles”, bromea. No esperaba pasar por una nave precaria y tampoco por un campamento formado por tiendas de campaña. Estos espacios de acogida han sido criticados desde su apertura por la calidad de la comida, el elevado número de personas de diferentes nacionalidades que conviven en ellos, el agua fría de las duchas o la alta vulnerabilidad ante fenómenos como la lluvia o el viento.

Algunas de estas carencias se han solventado en los últimos meses, pero las condiciones siguen sin ser las idóneas, según algunos usuarios y activistas defensores de los derechos humanos de las personas migrantes. 

Según datos ofrecidos a este periódico por la Delegación del Gobierno, hay acogidas en las Islas un total de 2.989 personas. De ellas, 2.505 en los centros del Plan Canarias: Las Canteras y Las Raíces en Tenerife; la nave de Bankia, Canarias 50 y el CEIP León en Gran Canaria y El Matorral en Fuerteventura. La ocupación de estos campamentos, instalados como recursos de emergencia a principios de 2021 y con capacidad para alojar a 7.000, es del 35%. Hace un mes, solo estaban ocupadas 899 plazas. 

Los que no llegan

El fallecimiento de un bebé tras el parto gemelar de su madre en una patera rumbo a Gran Canaria el 14 de octubre es una de las últimas muertes que ha dejado la ruta canaria. El 24 de septiembre, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) mostró su “extrema preocupación” por el aumento de las muertes y desapariciones en el Atlántico. Entonces, la falta de vías seguras para desplazarse se había cobrado 785 vidas, el doble que en 2020 en la misma fecha. 

Para las mujeres, dar a luz en estas condiciones pone en riesgo su propia vida. Para que un parto se dé en buenas condiciones, una mujer necesita un ambiente de confianza, donde se sienta segura y sin estrés, pero una patera es “justo lo contrario”, explica la psicóloga perinatal Rosa Javier. Artemi Dámaso, matrona y miembro de Médicos del Mundo, insiste en que “no se puede romantizar el nacimiento de un bebé en una patera y pensar que todo salió bien, cuando hay una cadena de sucesos violentos que se han dado para que eso ocurra”. En muchas ocasiones, el embarazo es fruto de las numerosas violaciones que sufren las mujeres antes de la travesía. 

En octubre, las muertes no han dejado de crecer. Tres días después de la muerte del menor a pocas millas de la costa canaria, Salvamento Marítimo rescató una embarcación con 45 personas, entre ellas un migrante fallecido, a cien metros de Mogán. “Si quieres llegar a Europa, te ves obligado a sacrificar cosas. Cuando estás en el mar todo es azul. Sientes que tu esperanza de sobrevivir es de un 0%. En la patera vi a hombres mayores llorar como si fueran niños. Solo quieres encontrar un pedazo de roca para abrazarte a ella”, describe Hamza.