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Big Brother Trump y su mundo surrealista

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Este artículo no es un análisis, sino puntos o pinceladas de una presidencia que nos afectará a todos.

Estamos viviendo en un mundo que no controlamos y acogotados por noticias que no siempre sabemos si son informativas o desinformativas. Estamos viviendo momentos de tensión en casi todo el mundo que son trágicos para California por la inmensidad de sus incendios forestales y en ese infierno ardió la ciudad de Los Ángeles devorando 16.000 hectáreas de la propia ciudad y dejando más de 25 muertos. Eso no pareció preocupar mucho al nuevo presidente Trump. No tiene lógica que el director de cine David Lynch haya muerto dejando este mundo envuelto en esas llamas que caminaban con él en sus películas, pero la lógica es cosa de las matemáticas y algunas ciencias, pero no del comportamiento humano. Y un Presidente Trump rebuzna como si fuera dueño del mundo.

Según diversos comentaristas: la narrativa surrealista de Lynch, desprovista de una estructura argumental tradicional, transmitía la experiencia inmersiva de los videojuegos. Su visión replanteó la experiencia de juego como algo parecido a un viaje alucinatorio hacia lo desconocido, exactamente el tipo de atmósfera que define gran parte de su obra cinematográfica.

Y surrealista parece este mundo de arbitrariedades y amenazas por la boca de un personaje real, no ficticio. A pocos días de la segunda investidura de Donald Trump, el libro más vendido en Estados Unidos es The let them theory, de la escritora, conferenciante, y podcaster Mel Robbins, famosa por su habilidad para resumir en cuatro palabras principios más complejos. En español la expresión se traduciría como la teoría del déjalos o del allá ellos y el objetivo de la obra es, según su material publicitario, “enseñarte a dejar de desperdiciar energía en lo que no puedes controlar y empezar a enfocarte en aquello que importa de verdad: tú. Tu felicidad. Tus metas. Tu vida”. Robbins cuenta que empezó a dejar de intentar manejar la vida de los otros el día de la graduación. Eso parece bien y estimulante, pero en momentos en que las mayorías en Estados Unidos tanto en el Tribunal Supremo, como en el Senado y en el Parlamento, han caído en manos de la derecha Trumpista es poco tranquilizador el panorama de los próximos meses tanto en Norteamérica como para Europa.

Todo parece más bien hundirse en la atmósfera fílmico-neurótica de David Lynch.

El actual presidente fue condenado por varios delitos: los hechos durante su presidencia son protegidos por el Supremo; es un presidente que fue condenado como delincuente.  Y ha indultado y sacado de la cárcel a los golpistas que trataron de asaltar el congreso cuando Biden del Partido Demócrata  ganó las elecciones. Un Trump que ha llamado a su Gobierno a Robert Kennedy Junior, personaje fascistoide, que lo único común que tiene de John Kennedy es el apellido.

Los huevos que parecen faltar a los machos son desplazados por la valentía y los ovarios femeninos de las mujeres como la obispo de Washington Mariann Edgar Budde que se dirigió directamente a Trump en su prédica: En nombre de Dios yo le ruego, que se apiade de la gente que en nuestro país ahora tiene miedo, las mujeres de la limpieza que no son ciudadanos que no tienen los papeles legales precisos, o adecuados. La mayoría de los emigrantes no son criminales, tenga Piedad de las familias que viven en nuestras comunidades cuyos hijos tienen miedo que sus padres sean expulsados. (Se calcula que son unos 11 (once) millones de emigrantes) .

El senador demócrata Bernie Sanders denuncia lo que no dijo Trump: los problemas importantes que enfrentan las familias trabajadoras de EEUU, un aspecto importante ignorado por Trump fue la crisis de vivienda, ya que las clases sociales bajas no pueden comprar vivienda por sus precios exorbitados y sus salarios bajos. Sanders destacó que: las tres personas más ricas de América ahora poseen más riquezas que la mitad inferior y esas tres personas estaban sentadas justo detrás de Trump en la toma de posesión. La riqueza de esos tipos aumentó en más de 233 mil millones desde las elecciones de noviembre. Y nada ha dicho Trump sobre cómo enfrentar el cambio climático, desde Los Ángeles hasta la India.

Lenguaje no verbal y miradas pecadoras

La Primera Dama es cosa del siglo XIX de apoyo al hombre, etc., El que la Dama de Trump haya ido de color oscuro, casi de negro es semejante a cuando se va a un entierro.

La toma presidencial fue interna. Limitada, no al aire libre como las anteriores investiduras presidenciales, parece indicar que no es la mayoría del pueblo la que interesa, sino la minoría oligárquica que me ha apoyado.

El protagonismo de Musk, Zuckerberg y Bezos en el acto de jura del presidente de Estados Unidos en el Capitolio abre una nueva era en la relación entre riqueza y poder en Washington.

Mark Zuckerberg, consejero delegado de Meta, con su mujer, Priscilla Chan, Jeff Bezos, de Amazon, con su novia Lauren Sánchez, Sundar Pichai, de Google, y Elon Musk, de Tesla y X, entre los invitados a la ceremonia de inauguración del presidente de EEUU, Donald Trump.

Por su parte Michelle Obama, contraria a Trump y su política, se negó a asistir. 

En la época de bombas atómicas, el bailar con un sable no resulta amenazador y sí quiso ser un gesto militar resulta ridículo. A Trump le gusta hacer el payaso y que le rían las gracias y ocurrencias.

El senador demócrata Bernie Sanders ya lo dijo sin respeto a los gestos desequilibrados de Trump: el precio de los medicamentos es superlativo. Universidades y colegios deberán ser gratuitos, y aumentar el miserable salario mínimo actual. Y que los multimillonarios que estaban invitados a la presidencia de Trump sean invitados a pagar impuestos por sus desorbitadas fortunas especulativas.

Musk, mano al corazón, vale, pero el brazo extendido en alto recuerda a Hitler y Mussolini (dicho sea, la italiana fascis-toda o fascisnada sí fue invitada, pero no fue invitado ningún europeísta demócrata y menos aún un socialdemócrata como Scholz).

Los seguidores de Donald Trump y sus millones de votantes, cuyo ideario no precisa de lectura ni de análisis, tienen el mismo perfil que tenían los que siguieron a los profetas del nacionalsocialismo y provocaron la última gran guerra, son los que aún encuentran inspiración en los fundadores de Falange Española, la inmensa masa de franquistas incrustados en las instituciones españolas, incluidas las más relevantes e influyentes, o los usurpadores del mundo espiritual –lo más personal e íntimo que posee el ser humano– que visten sotanas y ocupan las iglesias. No existen diferencias esenciales entre Trump, Abascal o Bolsonaro, como tampoco las hay respecto a buena parte de los votantes de las organizaciones políticas de este país que deberían defender las ideas de la derecha democrática, pero miran con envidia y lujuria a su diestra, votan con quienes han establecido allí sus campamentos y se aprovechan de su presencia para mantener de guardia a la reacción, lista para echarse al monte a la menor ocasión en que las condiciones lo permitan.

Estamos viviendo en un mundo que no controlamos y acogotados por noticias manipuladas, pero no perdamos la cabeza, ni la voluntad democrática. Vendrán tiempos mejores, aunque quizás algunos de nosotros no los veamos. La Esperanza es lo último que se pierde.