Sí Se Puede presenta alegaciones a los proyectos de instalación de plantas de generación de hidrógeno en Tenerife y Gran Canaria

Canarias Ahora

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Sí Se Puede ha emitido este martes un comunicado en el que ha expresado que desde el partido han expuesto alegaciones a los proyectos presentados por las empresas Hidrógeno Renovable Tenerife, S.L. e Hidrógeno Renovable Gran Canaria, S.L., cuyo objetivo es la construcción de sendas plantas de producción de hidrógeno en las islas de Tenerife y Gran Canaria. Las alegaciones, presentadas durante el periodo de exposición pública de los proyectos, se centran en las problemáticas que la introducción de esta fuente de energía acarrearía para las islas y su población.

“La producción de hidrógeno en Canarias no sería verde, ya que, en los dos casos señalados, las plantas de hidrógeno se alimentarían de las centrales térmicas de Tirajana y Jinámar, en Gran Canaria, y Granadilla, en Tenerife y, tristemente, estas plantas se alimentan de combustibles fósiles en un 80 %”, señala la portavoz de Sí Se Puede, Vanesa Martín. En cuanto al compromiso del supuesto origen renovable de la energía eléctrica, este se garantizaría solo mediante un contrato de compra de energía a largo plazo, “en el mejor de los casos, un operador permutará energía renovable obtenida en cualquier otro lugar del mundo por energía mayoritariamente fósil producida en Canarias, por lo que no se producirá ninguna reducción en la emisión de gases de efectos invernadero en Canarias ni disminuirán los petroleros en nuestras costas ni la población canaria se verá beneficiada con estas instalaciones”, detalla Vanesa Martín.

Las alegaciones también atienden a los “peligros que significan la generación y distribución de hidrógeno en las islas”. Respecto a la generación, ambas plantas pretenden ubicarse en parcelas propiedad de DISA en las que ya existe una instalación de gases licuados de petróleo. Si bien en la evaluación de riesgos se reconoce un riesgo alto por la posibilidad de fuga o explosión de hidrógeno, con previsible efecto dominó sobre las instalaciones de gases licuados del petróleo ya existentes, las medidas correctoras propuestas parecen “claramente insuficientes, pues se trata de meros sistemas de agua pulverizada en los camiones cisterna o cortinas de agua en el lindero de las instalaciones de DISA”.

Desde el partido expresan que “el proyecto presentado ignora el efecto multiplicador del riesgo que supone la cercanía a otras instalaciones peligrosas; ni siquiera en la evaluación de riesgos se tiene en cuenta la cercanía a otras industrias que almacenan grandes cantidades de material combustible a distancias que oscilan desde los 10 hasta los 950 metros. Esta falta de análisis es especialmente grave en el caso de la planta de Tenerife, ya que se ignora que lindaría con la central térmica de Granadilla; en este caso, tampoco se hace una evaluación medioambiental que contemple esta cercanía”.

Indican que las dos plantas de producción de hidrógeno proyectadas “carecerían de zona de almacenaje, por lo que todo el combustible producido debería distribuirse inmediatamente mediante camiones cisterna, que se unirían a los que ya recorren las colapsadas carreteras canarias”.

El proyecto contempla la apertura de alrededor de 30 hidrogeneras en Canarias antes de 2030, para el suministro directo a vehículos; sin embargo, “estas instalaciones se dejan fuera del estudio de impacto ambiental y de seguridad. Tampoco se aborda el grave problema de seguridad que ocasionaría la circulación de los camiones cisterna por las vías insulares”.

Por último, la organización recuerda los graves problemas que afectan a cualquier sistema de producción de hidrógeno: durante el proceso de producción se generan enormes pérdidas de energía, que pueden llegar hasta el 70%; el hidrógeno es altamente volátil, inflamable y reactivo, mucho más que cualquier gas de origen fósil; tiene una gran difusividad y permeabilidad, lo que hace que sea capaz de difundirse incluso a través de sólidos, provocando pérdidas superiores al 1% diario; a ello se añade la fragilización de los metales empleados para confinarlo.