Canarias es la comunidad con menor exceso de mortalidad de toda la pandemia

Unos bañistas se disponen a entrar en una playa de la localidad de Las Caletillas, en el municipio de Candelaria (Tenerife). EFE/Ramón de la Rocha/Archivo

Toni Ferrera

Las Palmas de Gran Canaria —

0

La pandemia ha afectado menos a Canarias que al resto de comunidades. Ya sea por la insularidad, la lejanía con respecto al resto de Europa, las medidas de protección, el confinamiento, la calima, el tiempo, la atención sanitaria, la pirámide poblacional, la notificación de las muertes, la calidad de los hospitales. Ya sea por uno de estos factores o varios, lo cierto es que la COVID ha golpeado con menor fuerza al Archipiélago que a cualquier otra autonomía. Los últimos datos lo confirman.

Una investigación publicada hace unos días por la prestigiosa revista The Lancet destaca que el exceso de mortalidad en las Islas entre los años 2020 y 2021 es de 93,1 por cada 100.000 habitantes. Básicamente, quiere decir que en estos últimos 24 meses han fallecido 3.700 más personas de lo esperado. De ahí la ratio. En otras regiones españolas, los valores van de 139, 9 en Islas Baleares a 252,6 en Cataluña. Ninguna cuenta con una cifra menor que Canarias.

“El impacto total de la pandemia ha sido mucho mayor de lo que indican las muertes reportadas debido a la COVID. El refuerzo de los sistemas de registro de las defunciones en todo el mundo, que desde hace tiempo se considera crucial estrategia global de salud pública, es necesario para mejorar el seguimiento de esta crisis y de futuras pandemias”, apunta Haidong Wang, investigador de la Universidad de Washington (EEUU) y uno de los científicos que firma el estudio.

Según The Lancet, Canarias cuenta con la ratio de muertes por COVID por cada 100.000 habitantes más baja de todo el país (28,7), habiendo notificado 1.140 defunciones a causa del virus. El trabajo académico no recoge los fallecidos contabilizados en 2022, cuando las Islas han vivido las peores semanas de toda la epidemia. Solo en el mes de enero hubo 285 decesos. El dato más alto que se había registrado hasta entonces era de agosto de 2021, con 109 fallecimientos.

Los expertos detallan distintas explicaciones para justificar la realidad. Beatriz González López-Valcárcel, catedrática en Economía de la Salud por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULGPC) y miembro del comité científico asesor del Gobierno de Canarias durante la crisis sanitaria, cree que la clave está en las dos primeras olas del virus, que se sufrieron sin las vacunas y sin experiencia, y casualmente fueron las que menos dañaron al sistema sanitario canario.

“Realmente, en Canarias hemos tenido exceso de mortalidad ahora. Lo que pasa es que, al ser causada por ómicron, una variante más leve, el exceso no es tal como el que habría habido si estuviéramos en las condiciones iniciales”, señala López-Valcárcel. “En la primera ola jugó a nuestro favor que nos confinaron antes de que hubiera transmisión comunitaria. Más en Gran Canaria que en Tenerife”.

La experta recuerda el estudio que firmó junto a otros miembros del comité científico asesor del Ejecutivo regional duranta la emergencia por la COVID, como Lluís Serra-Majem y Antonio Sierra, en el que se admite que la celebración del Carnaval de Día en Tenerife pudo haber ayudado al virus a expandirse por la isla, mientras que en Gran Canaria la suspensión de las fiestas por la calima empujó a que mucha gente se quedara en casa y no se expusiera a un patógeno que ya se extendía por todo el mundo.

De resto, López-Valcárcel cree que, en líneas generales, “el clima, poder vivir al aire libre, incluso en invierno”, ha frenado la expansión de un virus que se transmite por aerosoles, principalmente en espacios cerrados. “Y también creo que hemos sido prudentes. Ha habido una buena comunicación con la población. La oposición política fue leal. Y esto al final acaba plasmándose hacia los ciudadanos, que terminan creyendo en las decisiones tomadas por los gobiernos”, añade.

José Luis Arocha, epidemiólogo y experto en prevención de enfermedades transmisibles en establecimientos alojativos, recuerda dos factores: primero, la cantidad de personas enfermas durante 2020. En España, según el estudio de seroprevalencia del Instituto de Salud Carlos III, al menos 10 de cada cien personas se infectaron con el coronavirus en el primer año de la pandemia. En Canarias, ese valor era de 3,5 para la provincia de Santa Cruz de Tenerife y 4,1 en Las Palmas. Y segundo, la pirámide poblacional. El Archipiélago es una de las autonomías más jóvenes de todo el país. La mortalidad de la COVID se da principalmente entre los mayores de 70 años.

El artículo de The Lancet aporta un dato poco visto hasta ahora: la relación entre el exceso de mortalidad total con la tasa de fallecidos por COVID. Esta métrica, que en todo el Estado no supera el 1,64, trata de precisar cuántas defunciones son atribuibles a causas ajenas al virus. Por ejemplo, si el valor se acerca a uno, como es el caso de España, quiere decir que el cambio neto en la mortalidad de otras enfermedades y patologías durante el periodo pandémico ha sido mínimo. Con respecto a este índice, Canarias cuenta con el indicador más alto de todas las comunidades, 3,24.

“[Las Islas] deben de tener un mejor registro de causas de muertes que otras autonomías. Un control más delicado para filtrar decesos por causas específicas. En grandes ciudades eso suele ser un problema”, reflexiona Quique Bassat, pediatra especialista en Medicina Tropical y Epidemiología del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). “De esta forma, no tienes un exceso de mortalidad inexplicado, que son las que se suelen atribuir a la COVID. Tendrás más muertes de las que tenías normalmente, pero esas est1arán correctamente notificadas”. La conclusión, según añade López-Valcárcel, es que el exceso de mortalidad en Canarias se debe a más patologías que la COVID. 

Etiquetas
stats