El canon de belleza femenina a través de Instagram y los estereotipos dañinos sobre la imagen de las más jóvenes

Una mujer se hace un 'selfie'

Paula Quintero Delgado

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La era 90-60-90 no ha muerto. Aunque la lucha por la normalización de cuerpos reales haya conseguido que la diversidad de cuerpos esté presente en las redes sociales y en los medios de comunicación, los cánones de belleza impuestos e inalcanzables siguen siendo una lacra para las niñas, adolescentes y mujeres. “Tenemos que ser extraordinarias, pero lo hacemos todo mal”, decía el personaje de Gloria (America Ferrera) en Barbie cuando intentó desprogramar a sus antiguas muñecas, aquellas referentes “perfectas” que habían sido todo en un mundo en el que las mujeres seguían relegadas al silencio de un segundo lugar.

Hoy, las referentes de las generaciones más jóvenes están detrás de la pantalla. Las llamadas influencers se han convertido en modelos a seguir, pero muchas de ellas lo han hecho bajo la proyección de una vida y una realidad que no son ciertas. Además de mostrar en redes sociales su faceta más amable y exitosa, es habitual que muchas influencers que se hayan sometido a retoques estéticos o utilicen filtros de belleza para editar sus fotos hagan pasar estos procesos por “belleza natural” y genere en sus seguidoras falsas expectativas sobre el físico. Según un estudio de International Journal of Eating Disorders sobre la insatisfacción corporal de las adolescentes a causa de la edición de fotos en redes sociales, estos estereotipos generan daños sobre la percepción de la propia imagen, la autoestima o el estado de ánimo de las jóvenes. 

No obstante, cabe recalcar que el problema no radica en tomar la decisión de someterse a tratamientos estéticos o en editar las fotos, sino en cuánto de transparentes son estas creadoras de contenido con sus seguidoras que, mayoritariamente, son niñas y chicas jóvenes que empiezan a conformar una percepción sobre ellas mismas. 

En 2021, una investigación del periódico The Wall Street Journal realizada a partir de informes internos de Facebook, desveló que Instagram genera “un importante problema de salud mental a los adolescentes”, hechos que conoce la compañía. Además, señaló que “el 32% de las chicas adolescentes dijeron que cuando se sentían mal con sus cuerpos, Instagram las hacía sentir peor”. El estudio observó que, de manera clara, “las comparaciones en la red social pueden cambiar la forma en que las jóvenes se ven a sí misma”.

Elena Simó Izquierdo, recién graduada en Lenguas Modernas, convirtió recientemente el Café d’espacio en aquel discurso con el que Gloria quiso abrir los ojos a las barbies. Con una sala llena de mujeres que compartieron sus vivencias y preocupaciones, Simó puso voz a esa falsa excelencia que debe cumplir toda mujer: el mito de la belleza. Aquella tarde, la joven presentó su Trabajo de Fin de Grado (TFG) El canon de belleza femenino a través de Instagram para entrelazar cultura y feminismo, pero también para reconciliarse con su niña interior.

Simó cuenta a Canarias Ahora que fue su experiencia personal la que le inspiró a hacer su proyecto final sobre lo que, hoy en día, afecta a muchas mujeres: la construcción del ideal femenino a través de las redes sociales. A pesar de no ser estrictamente su rama de estudio, decidió investigar sobre este tema a través de la cultura popular inglesa, concretamente en Estados Unidos. Para ello, decidió escoger la influencer con más seguidores en Instagram en el momento en el que desarrolló su estudio: Kylie Jenner. Tal y como explicó en el coloquio, esta influencer con casi 400 millones de seguidores pertenece a la familia de modelos y empresarias Las Kardashians y, en los últimos años, ha sido considerada por el mundo celebrity como una referente de moda y belleza.

Kylie Jenner responde al canon de belleza hegemónico: cuerpo delgado y tonificado, curvas, labios voluptuosos y nariz perfilada. Sin embargo, la modelo no siempre ha sido así. Como señala Simó en la charla, Kylie Jenner se ha visto envuelta en numerosas polémicas tras negar que se ha sometido a operaciones estéticas. Según la influencer, solo se ha inyectado relleno en la cara. “La gente no entiende lo que el buen maquillaje y los rellenos pueden hacer”, explicaba la modelo en su reality. No obstante, el cirujano Simon Ourian señaló en una entrevista para la revista InTouch en 2016 que sí se había sometido a varias operaciones, como retoque de caderas, pechos, ojos y barbilla. 

Negar que un cambio físico se deba a retoques estéticos perpetúa cánones de belleza inalcanzables. En las últimas dos décadas, las redes sociales han sido el altavoz para que estos ideales de belleza calen en las mujeres. Como explica Simó, “las redes sociales son una herramienta ideológica en la construcción de lo femenino”.

A día de hoy, en España no hay ninguna legislación que obligue a los influencers a identificar las imágenes manipuladas o alteradas como sí ocurre con el contenido publicitario desde 2021. En otros países, como Reino Unido o Francia, sí existe obligación por parte de las marcas e influencers a prescindir de filtros o a especificar que la foto ha sido retocada, respectivamente. En 2022, el partido Más País propuso que se empezara a obligar a los influencers a indicar qué fotos están retocadas en Instagram.

Por otra parte, la sexualización de las mujeres también juega un papel importante en los estereotipos de belleza. La publicidad ha utilizado desde sus comienzos la figura y el cuerpo de la mujer como un atractivo para vender sus productos. No muy lejos queda aquel spot publicitario de Paco Rabanne de 2015 donde mujeres desnudas eran el trofeo del hombre, o la polémica foto de C.Tangana rodeado de mujeres en un yate. Los medios de comunicación influencian y modifican las conductas de la sociedad y hoy las redes sociales son los nuevos medios de difusión. Según un estudio del Instituto Reuters, el 39% de la población utiliza las redes sociales con fines informativos y, además, señala que los usuarios tienen más en cuenta a los influencers que a los periodistas en plataformas como Instagram.

En el caso de Kylie Jenner, Simó destaca que su éxito no se debe a ninguna cualidad excepcional, sino a la exitosa adaptación del marketing muchas veces ligada a la venta de su imagen. Para estudiar el perfil de la influencer, la joven trabajó en 246 fotos publicadas en seis meses por la modelo. En estas publicaciones, pretendía averiguar qué porcentaje correspondía a fotos sexualizadas y, dentro de esta cifra, cuáles eran publicidad. Previamente, trató de limitar qué fotos podrían considerarse sexualizadas a partir de ciertas apreciaciones, como la psicología del color, qué partes del cuerpo se ven, así como qué fotos tienen más me gusta. Tras el análisis, concluyó que el 70% estaban sexualizadas. 

“La imagen es un texto visual. Naturalizan y legitiman lo que sea que estés mostrando y hoy las redes sociales tienen el poder de conformar una idea sobre el mundo”, afirma Simó. Su investigación concluyó que las redes sociales representan un mundo de mitos difícil de codificar, porque se nos presenta como natural. Además, señala que hoy en día se le da poca importancia a las imágenes, cuando estas “se quedan en nuestro subconsciente”. Simó cerró su intervención con una frase de Umberto Eco: “La civilización democrática se salvará únicamente si hace del lenguaje de la imagen una provocación a la reflexión crítica, y no una invitación a la hipnosis”. 

Aquellas palabras de las que Gloria se despojó también forman parte del imaginario colectivo de las redes sociales: “Tenemos que ser extraordinarias, pero lo hacemos todo mal”. Con su discurso, creó conciencia en un mundo aparentemente perfecto para las barbies cuando, realmente, solo eran lo que otros querían que fueran. Los cánones de belleza encorsetan a las mujeres y niegan la diversidad de cuerpos que, inevitablemente (y aunque moleste) existe en la sociedad.

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