Las nuevas restricciones frente a la pandemia no dan tregua a la hostelería en Canarias

El Gobierno de Canarias actualizó este sábado los niveles de alerta de las islas capitalinas. Así, Gran Canaria le pasó el relevo del nivel 2 a Tenerife y esta última hizo lo mismo con la isla redonda, pero con el nivel 3, acompañando de esta manera a Lanzarote por los malos datos epidemiológicos que ha registrado desde que acabó la Navidad.

El endurecimiento de las restricciones supone una jarra de agua fría para los ciudadanos que viven en las islas bajo el nivel de alerta máximo por el avance de la pandemia, pero, sobre todo, trae consigo un nuevo palo para la hostelería y la restauración.

Durante 14 días, por el momento, los establecimientos hosteleros de Gran Canaria tienen prohibido ofrecer servicios en zonas interiores (salvo en centros sanitarios, de trabajo o en alojamientos turísticos), las terrazas disminuyen su aforo al 50%, el número permitido de comensales por mesa es de cuatro personas (convivientes y no convivientes) y la hora de cierre de los establecimientos es a las 22:00 horas.

“Esto supone la ruina para el sector y el cierre definitivo de muchísimos locales”. De esta manera lo ha afirmado Antonio Márquez, vicepresidente de la Asociación de Bares y Restaurantes, quien, además, considera que la hostelería y la restauración “no tienen nada que ver con el avance de la pandemia”.

Márquez sostiene que ante los repuntes de contagios siempre se señala al sector como el máximo responsable, a pesar de que los datos indican que “los mayores porcentajes de contagios se dan en el comercio o en el ámbito familiar”, ha asegurado. Asimismo, ha denunciado que estas nuevas restricciones que vienen de la mano del nivel de alerta 3 no vayan aparejadas a un bloque de ayudas hacia la hostelería.

Por ello, este lunes la Asociación de Bares y Restaurantes ha solicitado al Gobierno regional “ayudas urgentes para parar los gastos fijos de los locales y para los empresarios que son autónomos o que pertenecen a un régimen de asimilados y que no tienen protección. Asimismo, el colectivo ha pedido que ”los ayuntamientos exoneren todas las tasas posibles“ y ha instado al Ejecutivo a crear ”una mesa de trabajo en la que nos expliquen las medidas en la restauración y no nos enteremos a golpe de rueda de prensa los fines de semana de lo que va a pasar con nosotros y nuestros empleados al día siguiente“, explica Márquez.

Ampliación de las terrazas de la capital

Mientras, el presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, garantizaba en la mañana de este lunes que a finales de enero, en Consejo de Gobierno, se aprobará un paquete de ayudas para los subsectores más golpeados por la pandemia, como la hostelería, el comercio o los gimnasios.

Por su parte, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ha autorizado también este lunes la ampliación temporal y excepcional de superficie de las terrazas de bares, restaurantes y cafeterías del municipio, así como la ocupación de la vía pública de establecimientos que solo cuentan con zona interior de manera provisional hasta que finalicen las restricciones del nivel de alerta 3 en la isla.

Los requisitos que se exigen para obtener dicho permiso son cumplir con el aforo permitido de acuerdo con cada licencia, garantizar el cumplimiento la normativa sanitaria y la distancia de seguridad entre mesas, que se garantice el cumplimiento de la norma de tránsito de los peatones y que no se obstaculicen las entradas y salidas a garajes, viviendas u otros locales.

Estas ampliaciones son temporales y de carácter excepcional y quedarán sin efecto en el momento en que se permita el 100% de la ocupación por las autoridades sanitarias, explica el Ayuntamiento.

No obstante, Javier Doreste, concejal de Urbanismo, Edificación y Sostenibilidad Ambiental, ha recordado que el consistorio capitalino lleva aplicando medidas para aliviar el varapalo que ha supuesto la pandemia para el sector “desde el periodo de la desescalada”. El que también es primer teniente de alcalde del Consistorio ha defendido que se han agilizado los procedimientos para las ampliaciones de terrazas y durante “los primeros meses de ese periodo de desconfinamiento se dieron 14 ampliaciones de terrazas de 16 que se solicitaron”.

Doreste asegura, además, que llevan a cabo una “política positiva” en la que prima la ayuda “siempre y cuando se salvaguarde la seguridad de las personas”.

La experiencia de Tenerife

El pasado septiembre, Tenerife vivió un aumento de los casos de COVID-19 debido a la relajación de la población frente a las medidas en verano, por lo que el Gobierno de Canarias activó el semáforo rojo en la isla, lo que conllevó nuevamente un endurecimiento de las medidas.

En los establecimientos de hostelería, restauración y terrazas, así como en los bares y restaurantes de playa, esto significó un horario de cierre a las 00:00 horas como máximo, y que no se permitiera la entrada de nuevos clientes a partir de las 23:00 horas.

Pese a las restricciones, los datos de la isla no mejoraban por lo que el Gobierno de Torres decidió endurecerlas en diciembre con el cierre de la isla y el adelanto del toque de queda a las 22.00 horas hasta las 6.00 horas.

Esta situación se alargó hasta el pasado sábado, cuando Tenerife descendió a nivel de alerta 2 tras registrar una mejoría en sus datos epidemiológicos. Sin embargo, muchos hosteleros tuvieron que pasar por lo que está pasando ahora Gran Canaria en plena época de Navidad.

Cristina Hernández, propietaria de Sabela, un híbrido entre tienda gourmet y restaurante, considera que su local es uno de los que ha corrido con suerte en esta crisis. Su local, situado en Santa Cruz de Tenerife, tiene una pequeña terraza que pudo ampliar gracias a las autorizaciones “expressque otorgó el pasado diciembre el Consistorio y que permitieron la instalación de mesas y sillas en la calle a aquellos establecimientos de hostelería que no disponían de espacio en el exterior. A pesar de este respiro, “seguíamos sin tener mucho aforo, ya que la mayor parte de la capacidad del local es interior”, asegura Cristina.

Su gran suerte fue la Navidad. Sabela pudo mantenerse, ya que Cristina compaginó el servicio del restaurante con la venta de vinos, cestas navideñas o desayunos a domicilio, lo que hizo que fuese un “diciembre bastante positivo, sin mandar a ningún empleado al ERTE”.

“Somos de la opinión de que si nos cierran la puerta abrimos la ventana por otro lado, hemos intentado siempre buscar salida. Sin embargo, a mí si me pilla la fase 3 fuera de Navidad, pues igual no digo lo mismo”, asegura la propietaria.

Cristina pudo y supo reinventarse, pero muchos empleados del sector ya están cansados de hacerlo después de un año de pérdidas. El vicepresidente de la Asociación de Bares y Restaurantes lamenta que “los hosteleros se llevan reinventando desde el año pasado y ya queda muy poco para reinventar”. Muchos están acudiendo a la comida a domicilio como vía de escape, pero el reparto “está en manos de multinacionales que te cobran el 30% y muy pocos negocios de hostelería tienen ese porcentaje de margen”, asegura Márquez, que sostiene “que no merece la pena, salvo que tengas transporte propio”.

El paso de las fiestas navideñas deja un escenario poco alentador para el sector, en un nuevo año en el que “lamentablemente, muchos se quedarán con la persiana cerrada”, asegura Márquez.