Dos días en La Habana: lo mejor de la capital cubana en dos paseos

Todo empieza y acaba en El Malecón. El paseo marítimo de La Habana es, también, un punto de encuentro recurrente para los locales.

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Lo mejor de La Habana es que te hace olvidar en pocos minutos el mal sabor de boca que te deja las dos o tres horas agotadoras de trámites aduaneros del aeropuerto. No nos engañemos: la capital cubana tuvo años mejores. En los tiempos en los que la bandera española aún ondeaba en El Morro, a la ciudad se la conocía como la Perla del Caribe y rivalizaba en belleza con cualquiera de las capitales peninsulares. Los achaques han minado de desconchones los viejos palacetes de La Habana Vieja. Pero aún así, en su decrepitud y necesidad urgente de varias manos de pintura, la ciudad sigue siendo hermosa: y si a eso añadimos el ambiente, la historia del lugar, la música y el modo de ser de los cubanos y cubanas la ciudad se convierte en un destino apasionante.

Dos días en La Habana dan para lo justo: lo ideal es pasar un par de ellos más, pero también te decimos que si vas a Cuba y te limitas a ver la capital y pasar una semana en la playa te vas a perder un destino alucinante. Por eso te proponemos 48 horas intensas para que puedas ver otros destinos en la isla. Primer consejo: si llegas al país a medio día, entre los trámites de inmigración, el camino al hotel (o la más que recomendable opción de la casa de familia), y acomodarte, se te va a ir al día. No te compliques. Vete al Malecón, disfruta del ambiente, vete a algún local de música en directo y bebe ron. Disfruta. Esta es una de las señas de identidad de Cuba: saber ponerle buena cara a cualquier circunstancia teniendo en cuenta que la vida son dos días. Al día siguiente desayuna con Alka Setzer (o similar) y sal a patear la ciudad.

DÍA 1 EL CAPITOLIO, LA HABANA VIEJA Y LA LANCHITA DE CASABLANCA (EL MORRO).- El Paseo del Prado arranca desde el Malecón y se interna en la ciudad recorriendo el trazado de las antiguas murallas de la ciudad. Pronto, el paseo se convirtió en la zona preferida por la élite habanera para construir sus palacetes. Hoy, este lugar (que recibe el nombre oficial de Avenida Martí), ofrece algunas de las postales más características de la ciudad: las viejas casonas porticadas pintadas de colores chillones, los viejos coches de los años 50 que van y vienen y algunos de los primeros hitos: el Castillo de San Salvador de La Punta; la Real Cárcel; los Leones del Prado (hechos con viejos cañones); el Hotel Telégrafo; el Hotel Inglaterra; el Parque Central y el imponente edificio del Capitolio Nacional. Apenas mil trescientos metros de caminata y un buen montón de lugares en el haber del día. Justo en frente del Capitolio arranca la Calle Brasil –aquí puedes ver algunos restos de la muralla española- que, dos cuadras más allá, se convierte en Teniente Rey. Ya estás en La Habana Vieja rumbo directo a uno de los corazones de la ciudad colonial.

Camina recto hasta la Plaza Vieja y camina junto a los soportales de las viejas casonas españolas rumbo a la preciosa Plaza San Francisco de Asís y la Calle Mercaderes.  Desde aquí, los hitos más importantes de la Ciudad Vieja están a apenas unos minutos caminando: el Palacio de los Capitanes Generales, la Basílica de San Francisco de Asís; la vieja Lonja; la Plaza de Armas –y su interesante feria de libros usados-; el Castillo de la Real Fuerza y la imponente Catedral de la Inmaculada Concepción, una de las más fastuosas joyas de la arquitectura barroca española en tierras americanas. La mayoría de los gr5andes edificios de la época española se encuentran apelotonados entre las plazas Vieja y de la Catedral; a dos pasos de la costanera del Canal, el estrecho brazo de mar que cierra la bahía habanera. Callejea por la zona. Y si eres de ir a museos visita el de Arte Colonial (San Ignacio, 61; Tel: (+53) 7 862 64 68), que es interesante por el contenido de las colecciones y por la casona del siglo XVIII que le sirve de continente.

Como suele suceder en los antiguos cascos antiguos españoles, el urbanismo en cuadras facilita ir y venir sin riesgo a perderse. En la ruta que te proponemos hay que ir hacia el puerto para buscar el embarcadero de la lanchita de Casablanca. Aprovecha el camino para visitar el Parque Cervantes y caminar por calles emblemáticas como Empredrado (dónde está la mítica Bodeguita de en Medio), el Callejón del Chorro, Obispo… Cerca de las viejas murallas (en un lugar dónde puede verse la porción más grande aún conservada, está la Casa Natal de José Martí (Leonor Pérez, 314; Tel: (+53) 7 861 37 78), una bonita cada de la época colonial que guarda un pequeño museo sobre los primeros años del ideólogo de la independencia cubana. Acércate desde aquí al bullicioso Mercado de San José (San Pedro, sn) dónde puedes comprar recuerdos y artesanía local; y de paso darte un salto hasta San Francisco de Padua, una bonita iglesia colonial.

La Lanchita de Casablanca y El Morro.- Las lanchitas de Regla y Casablanca son dos de los símbolos más queridos por los habaneros y habaneras. Con sólo dos días, nosotros te recomendamos subirte a la de Casablanca y visitar el imponente conjunto de fortificaciones españolas que coronan El Morro (San Carlos de La Cabaña y el celebérrimo Castillo de los Tres Reyes del Morro). Aquí también puedes ver la Cabaña del Che Guevara, una sencilla vivienda donde residió el revolucionario argentino durante su estancia en la isla y el Cristo de La Habana. Los atardeceres desde El Morro son brutales y ver llegar la noche aquí te da la oportunidad de asistir al Cañonazo de las 9, una tradición de época española que servía para anunciar el cierre de las murallas. Para volver puedes coger un taxi (no más de 6 CUC) o volver a la Lanchita. La Habana es una ciudad muy segura y sus gentes son amables.

DÍA 2 LAS DOS CUBAS; DE LOS TIEMPOS DEL CABARÉ A LA REVOLUCIÓN.- Empieza la jornada en El Malecón, esa avenida en la que La Habana se tira, literalmente, al mar. Hoy te recomendamos hacer uso del Habana Bus Tour, una de las mejores opciones para moverse por la capital cubana. Las tres líneas funcionan desde las 9.00 a las 21.00 con una frecuencia de 30 minutos, por lo que son ideales para ir y venir. El precio, a septiembre de 2020, es de 10 CUC y puedes subir y bajar las veces que desees (paradas bus morado en el mapa).  Tomamos el bus junto al Castillo de la Real Fuerza. Aquí tienes la primera opción; bajar en el Hotel Sevilla al Museo de la Revolución y el Memorial Gramma, dónde se encuentra el mítico barco con el que Fidel Castro y el Ché Guevara arribaron a la isla para iniciar la revolución. Si no te interesa, puedes seguir recorriendo una buena porción de la ciudad hasta la icónica Plaza de La Revolución.

 Aquí vas a pasar un buen rato. El icono más importante de este enorme espacio a cielo abierto es la torre que conmemora la figura de Martí. Una enorme estructura de forma triangular a la que se la conoce como la ‘Rapadura’ (un dulce típico hecho con azúcar y miel que también se come en la isla canaria de La Palma) y que ofrece una atalaya privilegiada (desde sus más de 150 metros) desde la que se ve toda la ciudad y la campiña circundante. Pese a la espectacularidad de la Rapadura, el icono internacional de la plaza es la efigie del Che Guevara que adorna el muro de uno de los edificios que rodean este espacio (el del Ministerio del Interior). Es una de las fotos paradigmáticas de cualquier viaje a la ciudad. En la zona adyacente se apelotonan varios lugares de interés. Para amantes de la arqueología queda el Museo Antropológico Montané (Ronda, sn; Tel: (+53) 7 879 34 88), centro de referencia en la isla con muy buenas colecciones centradas en las culturas caribeñas precolombinas y justo al lado está el extravagante Museo Napoleónico (Ronda, sn; Tel: (+53) 7 879 14 60 y 7 879 14 12), un palacete que atesora la mayor colección de objetos personales y relacionados con Napoleón Bonaparte, incluyendo su máscara mortuoria.

De camino al Malecón déjate caer por el Hotel Habana Libre (Calle M) uno de los iconos de la ciudad y por el Callejón de Hamel, un pequeño espacio callejero convertido en centro cultural al aire libre en el que se celebra la fecunda relación entre Cuba y África. Las casas pintadas de colores chillones, los murales y las instalaciones escultóricas dan vida a este rinconcito afrocubano en el que todos los domingos hay conciertos, comida comunitaria, teatro y charlas sobre las conexiones entre las dos orillas del Atlántico. Si alguno de los días que visitas La Habana es domingo no dejes de visitar este lugar. Va a ser una de las mejores experiencias de tu viaje. Otro secreto habanero poco conocido es el bar del Hotel FOCSA (La Torre) que te permite ver gran parte del paseo marítimo desde las alturas.

Todo empieza y termina en El Malecón, esa arteria vital por la que fluye toda la vida de los habaneros. El Hotel Nacional es otro de esos iconos incontestables de la ciudad que nos transporta a los años inmediatamente anteriores a la Revolución: tiempos en los que la ciudad era el casino y cabaret del vecino del norte y la mafia campaba a sus anchas por lujosos hoteles como el que adorna el Malecón habanero. El Nacional es toda una institución y aunque aún funciona como alojamiento (uno de los más exclusivos y bonitos de la capital) es, por sí mismo, una atracción más ideal para iniciar o culminar un paseo junto al mar (aquí puedes comprar, por ejemplo, los mejores habanos). Empezábamos y terminamos junto a las espumas del mar. Nada mejor que un nuevo paseo por el malecón para decirle adiós a esta Habana mágica.

Fotos bajo Licencia CC: Guillaume Baviere; Anja Disseldorp; kuhnmi; Thomas Münter; Pablo Spekuljak; E.K.111; Michael Gaylard

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