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Derechos Humanos, asignatura pendiente

Román Rodríguez / Román Rodríguez

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En unas semanas comienza, precisamente, el año conmemorativo del 60 aniversario de dicha declaración. Con ese motivo, el secretario general de la ONU y el alto comisionado para los Derechos Humanos han realizado un llamamiento a la comunidad internacional para que se sumen a esta importante celebración. Lo plantean desde los valores básicos de dignidad, justicia e igualdad que dicha Declaración proclama para todos los seres humanos, y con el objetivo de dichos principios y valores formen parte cotidiana de la vida de cada persona en cualquier lugar del mundo.

El Congreso de los Diputados, del que formo parte, ha decidido aunar fuerzas y apoyar la petición de Naciones Unidas, aprobando inicialmente una declaración conjunta. En la misma se señala que “los tratados e instrumentos internacionales que, desde aquella histórica fecha, han venido siendo adoptados al amparo de la citada Declaración Universal han ido avanzando con el devenir de nuestras sociedades”.

Personas migrantes

Y se destaca que junto a la proclamación de los derechos civiles y políticos, se han abierto camino otros derechos, como los económicos, sociales y culturales, los referidos a la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres o los derechos que atañen a la infancia. Sin olvidar que las más recientes convenciones internacionales se refieren, asimismo, “a los derechos de las personas migrantes, de los pueblos indígenas o de las personas con discapacidad”.

De igual modo, la declaración ratificada por todas las organizaciones políticas presentes en la Cámara apunta la necesidad de compromisos de establecimiento de mecanismos para la efectiva aplicación de derechos. Indica al respecto que “el derecho al desarrollo y la insoslayable obligación internacional de erradicar el hambre y la pobreza, la preservación de la salud, el derecho a la diversidad cultural, la declaración que prescribe el uso del progreso científico y técnico en interés de la paz y del desarrollo humano, son ejemplos de cómo los derechos y libertades proclamados en su día, requieren convertirse en una posibilidad real cada vez más efectiva para cada persona, y en cualquier lugar”.

Por último, el texto elaborado por el Congreso de los Diputados asegura que responder a los retos de la globalización y de la apuesta por modelos sostenibles “en su triple vertiente económica, social y ecológica, constituye también hoy una obligación y responsabilidad internacional ante las generaciones presentes y futuras”.

Son numerosas las muestras reales de violaciones constantes de los derechos humanos en las sociedades contemporáneas. Sucede en las naciones desestructuradas y que se hayan inmersas en conflictos bélicos, donde los hombres y las mujeres no tienen garantizado el más elemental derecho, el de la vida. Unos conflictos, con distintos orígenes, en los que son víctimas los civiles por las consecuencias directas de la violencia y por sus repercusiones de pobreza, hambre y destrucción de las más elementales infraestructuras.

Pero ocurre también en numerosos estados, bajo formas dictatoriales o presuntamente democráticas, donde se reproducen las desigualdades sociales, y en los que el acceso a la educación, la sanidad o la vivienda está restringido a una elite y casi prohibido para el conjunto de su población. O en los que las mujeres son ciudadanos de segunda, discriminadas social, económica y políticamente, o los niños ven truncada su infancia por la explotación laboral o sexual.

Vergonzoso Guantánamo

Incluso en naciones con tradición democrática, la lucha contra el terrorismo ha servido de excusa para poner en marcha vergonzosas violaciones de los más elementales derechos humanos, ayudadas por una enorme complicidad internacional. Este el caso de Estados Unidos y su lamentable espacio extrajudicial de Guantánamo, en el que centenares de presos llevan años detenidos ilegalmente, en un limbo sin posibilidad alguna de defensa.

Otro tanto ocurre con el distinto rasero con el que se mide a las diferentes naciones, en función de intereses geoestratégicos. Lo expresaba claramente el escritor Manuel Vázquez Montalbán cuando aseguraba que “la reclamación de los derechos humanos a Cuba no corre pareja con la reclamación de los derechos humanos a China y es que en China hay centenares de millones de potenciales compradores y en Cuba sólo diez millones”.

Es preciso renovar el compromiso con el cumplimiento efectivo de los derechos humanos, con la dignidad de las personas al margen de creencias religiosas, ideologías, etnias o lugar de nacimiento. Y ello exige sociedades más democráticas, más participativas y con un adecuado desarrollo económico y social. Para evitar, como dice el Nobel Saramago, que las injusticias se multipliquen, que asistamos indiferentes a tanta barbarie y que sea “más fácil llegar a Marte que a nuestros semejantes”.

*Presidente de Nueva Canarias Román Rodríguez*

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