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“Muchacho” Torres, “Niño” Bravo

Rafael González Morera

“Muchacho Torres” y “Niño Bravo”. Dos compadres para una buena causa. No estuvo nada afortunado Ángel Víctor Torres (en adelante “Muchacho Torres”) al acusar a Podemos de estar en “la búsqueda de una escandalera más que de destapar un escándalo”, alusión a las declaraciones de la formación morada que hizo en su día su portavoz Miguel Montero de “estudiar acudir a la Justicia por los contratos realizados en el Club Baloncesto Gran Canaria en los últimos años”. ¡Manda huevos!, el querer investigar un posible desaguisado le preocupa a Torres.

Teníamos hasta ahora un buen concepto del vicepresidente de la corporación insular, de su etapa en la alcaldía de Arucas, de su dirección como secretario general de Gran Canaria del PSC/PSOE –con algunos reparos “franquistas”, y que la Agrupación lleve el nombre de Rodríguez Doreste-, pero desde que aceptó gobernar en el Cabildo Insular de Gran Canaria con dos tránsfugas de Podemos, María Nebot y Miguel Ángel Rodríguez, “tragar” de todo lo que le impone “Nueva Canarias”, Antonio Morales y Carmelo Ramírez, y por si fuera poco poner la guinda en el pastel al hacerse una foto con el delincuente convicto y confeso Macario Benitez, exalcalde de El Rosario, condenado en sentencia firme a doce años por prevaricación en los casos “Varadero” y “Enchufes”, es algo vomitivo, asqueroso, y es obvio que no le ha beneficiado nada en absoluto. Deprimente para “Muchacho Torres”.

Es muy sospechoso, dudoso, al menos barrunto y recelo de las posiciones de Torres en este asunto/trasunto con sus querencias amistosas cercanas a Lucas Bravo. Debería estar más preocupado en hacer una auditoría profunda, muy profunda, que llegue desde Bravo Murillo hasta Santa Brígida y dejarse de criticar a Podemos por ocuparse de las andanzas de Lucas Bravo en la Consejería de Deportes en la etapa que estuvo en el Poder. Me parece más edificante la postura de la formación morada que llevó al pleno de mayo una proposición para que se investigase a fondo el batiburrillo del “Niño Bravo”, que no la de Torres de parar todo como buen cancerbero del PSOE y por lo visto partidario de la gran coalición. Porque hay cosas extrañas y chocantes hasta llegar a las contrataciones que hizo Bravo de Laguna, y hay que saber quién dio la orden de los pagos a esas contrataciones, y lo que es más importante, investigar quién ordenó pagar a una empresa cinco meses más a pesar de que se sabía que el contrato era excesivamente caro. Oneroso.

En suma, debería Torres dedicarse a descubrir en qué se ha gastado el dinero público – qué es sagrado- de todos los grancanarios el anterior consejero, “Niño” Bravo, y no estar criticando a Podemos que lo único que persigue es la verdad a través de una auditoría. Esa es la obligación de “Muchacho Torres”, y creo que es la forma de mejorar los controles, y hasta ahora la política seguida es dejar todo para pasado el verano. Está claro que si la moción que presentó Podemos en mayo se hubiese aprobado, desde esa fecha se estaría investigando, y no se habrían dejado “los exámenes para septiembre”. La auditoría además despejaría las dudas y las cosas extrañas en torno al costo final del “Gran Canaria Arena”, que de cuarenta pasó a ochenta millones por arte de magia, con un videomarcador que parece más una imagen de la idea de un jeque árabe, con un despilfarro de dinero escandaloso. Este si es un verdadero escándalo, y no el que Podemos se preocupe en aclarar los asuntos/trasuntos que hay en la cripta, en las tripas de la nueva cancha de baloncesto. Haría bien Ángel Víctor Torres en activar toda esta tramoya en septiembre, porque en caso contrario se va a quedar en el futuro como el “Muchacho Torres” que tiene muy buenas relaciones con el “Niño Bravo”, y además le protege.

Estoy en la Avenida de Las Canteras preparando los planes y los avituallamientos con unos piratas amigos para arranchar el “Pirata de la Peña la Vieja” para mandarnos a mudar a los Mares del Sur y huir un poco de todos estos mangantes, cuando llega mi vecina del quinto con campanas de Vegueta y música del Ejército Rojo, y lo primero que nos dice, quizá para despistar, es una cuestión futbolera: “A ver, dígame usted, qué hace tiempo entendía algo de fútbol, y ahora cada vez menos, que le veo muy politizado y poco futbolero: ¿Qué coño hacia Tana en una discoteca de juerga a las siete de la mañana?. Y encima me han dicho que estaba a la piña limpia con tres o cuatro jóvenes por unas discusiones del tres al cuarto. Menudo ejemplo. Por lo que me han informado, incluso los días libres, a lo más tarde a las dos de la madrugada los jugadores deben de recogerse. No sé si tienen que rezar el rosario, cuatro padres nuestros y diez aves marías, pero por lo menos irse a la camita prontito, eso sí. Si los llega a coger don Jesús García Panasco, ave maría purísima, la que les hubiese esperado.”

Nuestra filípica amiga sigue armas dialécticas en ristre: “A ver, un gin fizz”, le dice al camarero que en este caso no tiene ni idea. “Bueno, si no sabe hacerlo me meto en la barra y me lo guiso y me lo como”. Dicho y hecho, se pone en la barra y desde allí empieza su filípica: “A mí no me estén dando gato por liebre. Hablando de política, el muchachote ese de Torres tiene que poner en marcha seis o siete auditorías, y además auditar a Antonio Morales a ver si se está quedando con los crucifijos y los rosarios que hay por los recovecos del Cabildo Insular, que Morales con tal de estar con Dios y alejar al Diablo es capaz de hurtar hasta un cáliz y todas las hostias y se queda tan pancho. Bueno, lo del muchachote Torres se arregla dándole un par de latigazos en el periódico, y aquí paz y en el cielo bizcocho de Santa Brígida. Y ¡coño!, a ver si pone en marcha la moción de censura de La Laguna cuando sea secretario general”. Le digo que los bizcochos famosos son de Moya, y me remata: “Tengo una amiga de Pino Santo que hace unos bizcochos que flipan. Le puedo invitar una tarde de estas”. Bueno, dejamos a la querida amiga no sea que nos empiece a hablar de bizcochos borrachos.

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