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Reforma Electoral Canaria, sí toca por Demócratas para el Cambio

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Para la ciudadanía en cambio sí; casi seis lustros de fracaso y decepción. Estamos cansados de ver cómo ocupamos una y otra vez los puestos de cola en cualquiera de los índices que miden el desarrollo de una sociedad democrática, y los de cabeza en los que marcan subdesarrollo. Tenemos las tasas de desempleo más altas del Estado, y no sólo las de ahora, dramáticamente empeoradas por la crisis económica, sino las de siempre. Somos de las peores comunidades autónomas en desarrollo educativo y nuestro índice de fracaso escolar es proverbial y endémico. No hay mucho de qué sentirnos orgullosos, y gran pesar nos causa el hecho de ser una de las tres peores autonomías en índice de pobreza.

No sirve de excusa decir que partimos de una situación difícil. Otras regiones y comunidades españolas partían al inicio de la democracia de situaciones similares o peores a la nuestra y han sabido remontar posiciones. ¿Qué ocurre entonces con Canarias?

En las democracias representativas los políticos elegidos por la ciudadanía conforman un Parlamento que será productor legislativo y además elegirá al Presidente. Si un Sistema Electoral es proporcional la ciudadanía tendrá mayor capacidad de elección y, por tanto, de cambiar su decisión en la siguiente convocatoria si considera no válidos a quienes ha votado. Un sistema menos proporcional deja al elector pocas opciones para escoger su preferencia política, y tendrá que plegarse a elegir una posibilidad con la que no tiene sintonía, o simplemente, decidirá no participar en las elecciones. De hecho, en Canarias la abstención gana adeptos comicio tras comicio porque la ciudadanía percibe que el sistema no permite su renovación de manera ágil y efectiva y a la vez facilita las actitudes que llevan a corromperlo.

Para que nos hagamos una idea de la disparatada desproporcionalidad de nuestro sistema basta exponer el siguiente hecho: el 83 por ciento de la población canaria, la que vive en Tenerife y Gran Canaria sólo dispone del 50 por ciento de los diputados regionales, mientras que el otro 50 por ciento lo decide el 17 por ciento de los canarios, los que habitan las islas no capitalinas.

Éste no es el único elemento distorsionador que hace tan “peculiar” al sistema electoral canario. Otro es que existan dos barreras electorales que superar --caso único en España-- y otro más el que esas barreras, una insular y otra autonómica, se hayan fijado en el 30 y en el 6 por ciento respectivamente; las más elevadas del Estado, pues en España los porcentajes de las barreras oscilan entre el 3 y el 5 por ciento como máximo.

Por si fuera poco, en todas las Autonomías salvo en la vasca, la balear, y, nuevamente, Canarias, los diputados se reparten conforme al censo poblacional, lo que, como decimos, no sucede aquí, donde el número de diputados por isla es fijo e inamovible, circunstancia que nos ha conducido a la paradójica situación, no ajustada a ley, de comprobar que Fuerteventura cuenta con 7 diputados y La Palma con 8, a pesar de que Fuerteventura supera hoy en población a La Palma.

Hay otros muchos elementos que revelan que el nuestro es un sistema claramente injusto, por ejemplo, la relación que existe entre los índices de representación entre islas. Conviene destacar que esto que sucede aquí no ocurre en ningún otro sitio, volvemos a ser una excepción. Sirva como ejemplo el siguiente: el voto de un ciudadano herreño equivale a 14 votos grancanarios o tinerfeños, o uno de la Gomera a 7 en las islas capitalinas. La peor Comunidad antes que Canarias --que es la última-- es la del País Vasco, y la relación entre la circunscripción más sobrerrepresentada (Álava) y la más infrarrepresentada (Vizcaya) es de 4. En Canarias ya hemos visto que llega a ser de 14.

Y no termina aquí la cosa. Si quieren más “excepcionalidades” ahí va otra: tenemos la única cámara autonómica con un número par de diputados (Navarra también, pero sólo tiene una circunscripción). Esto significa que para alcanzar mayoría absoluta la distancia respecto a la siguiente opción para gobernar no está a sólo 1 diputado, sino a 2.

Pero es que el Sistema Electoral Canario no sólo es una rareza en los términos expuestos, también son una rareza las trabas que el sistema pone a su reforma y que lo hacen prácticamente inamovible.

En el Estatuto de Autonomía la Ley Electoral quedó pendiente de ser desarrollada por una Ley del Parlamento que no se ha acometido porque exige una mayoría cualificada para su reforma de? ¡dos tercios!, otra vez un caso único en el Estado.

Y por si todo ello fuera poco, resulta que la Ley de Iniciativa Legislativa Popular de Canarias en su artículo 2 punto 6, expresamente excluye la posibilidad de recoger las firmas de los ciudadanos para presentar una iniciativa legislativa al Parlamento si ésta se refiere al Régimen Electoral. ¿Es esto lo habitual en otros Estatutos? No; aunque en alguna Comunidad existe también este veto, en la mayoría de ellas este derecho ciudadano se ha respetado.

Es decir: los políticos de 1982 hicieron un cofre con siete llaves, lo enterraron profundamente, y por si quedase algún resquicio por donde la ciudadanía pudiese abrir el cofre, tiraron al mar las llaves. A pesar de ello, los ciudadanos y Demócratas para el Cambio están dispuestos a promover la modificación de una ley injusta que tiene a los canarios incapacitados para decidir lo que quieren, que desde luego no es estar a la cola de España en educación, sanidad y administración de justicia, y a la cabeza en desempleo, fracaso escolar y pobreza.

Después de todo lo expuesto ¿se puede soportar la cínica desvergüenza que proclama que esta reforma no toca? La raíz de todos los problemas siempre pendientes de solución, está en el deplorable funcionamiento de nuestro Sistema Electoral. Los ciudadanos podemos cambiar esta situación, a pesar de las dificultades. Por una sencilla razón. Lo que pedimos es justo y razonable. Demócratas para el Cambio ha iniciado esta tarea y desea que se sumen todos los canarios que sientan la democracia como valedora fundamental de la realización ciudadana.

Demócratas para el Cambio vuelve a hacer un llamamiento a la responsabilidad de todos los partidos políticos, parlamentarios y extraparlamentarios, para que den a los ciudadanos a los que representan una oportunidad de homologar su democracia a las del conjunto de las sociedades desarrolladas. No será suficiente el retoque de maquillaje con reducción de barreras para conseguir una verdadera reforma. El cambio debe ser completo si queremos dotar de proporcionalidad al Parlamento modificando también su tamaño según el censo y añadiendo la circunscripción regional (Lista Autonómica). Creemos que veintisiete años sí son algo, el tiempo suficiente para comprobar la necesidad de un cambio inaplazable en la democracia canaria.

A todas las personas y organizaciones de la sociedad civil que deseen mejorar la vida política y la democracia canarias les pedimos que se unan a Demócratas para el Cambio. La Reforma del Sistema Electoral Canario sí toca.

* Asociación Cívica

Demócratas para el Cambio*

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