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Los burros vuelan

José A. Alemán / José A.Alemán

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Por otro lado, asegura Soria que detrás del caso están los psocialistas que andan fritos por quitarlo de en medio. Este es un punto que conviene aclarar ya que no ha destacado el PSC por su diligencia en estas materias. Que un periodista tuviera que acudir por último a la Fiscalía, porque la cosa estaba a punto de prescribir, como se han dejado prescribir otros asuntos, indica el escaso interés de los psocialistas, en general de todas las fuerzas políticas, por hacer con su papel. Más que alentar o instigar a que se aireen, la tendencia ha sido más bien la contraria; so pretexto de que no conviene judicializar la política se ha reforzado la impunidad de los políticos en plan de hoy por ti, mañana por mí.

Explicarlo todo atribuyéndolo a operaciones o manejos políticos es recurso desacreditado. Es el utilizado, por ejemplo, en el escándalo de Las Teresitas que ya ha alcanzado las cotas del soberanismo. Se pretende relativizar los hechos o al menos desviar la atención pública de lo que hay y extender la confusión. Hay que ceñirse a los hechos para aclararnos. En el caso del salmón los hechos son los siguientes, como es bien sabido:

1) Soria viajó invitado en el avión privado del empresario Bjorn Lyng a Salzburgo y a Noruega.

2) En un pleno del Cabildo se negó a dar explicaciones de ese viaje alegando que era cuestión que afectaba sólo a su vida privada. Del Cabildo dependía la decisión de darle luz verde a un proyecto de construcción de miles de nuevas camas turísticas de Lyng.

3) Meses después, el Cabildo declaró de interés general las camas de Lyng, lo que suponía que no se le aplicara la ley de moratoria turística. Soria afirmó que el viaje salmonero no tenía que ver con esta concesión. Su palabra frente a la sospecha de quienes relacionan ambos hechos y saben que se empleó a fondo para que el Parlamento aceptara la decisión del Cabildo.

4) Posteriormente, aseguró que él corrió con los gastos del viaje y asegura estar “encantado” de que lo convocara la juez para enseñarle las facturas.

5) Resulta un tanto extraño que el invitado pague los gastos que lógicamente corresponden al invitador. Será cosa de la modernidad. Que yo sepa, no ha ocurrido nunca, pero él asegura que lo demostrará la semana que entra en su comparecencia ante la juez, a la que acude “encantado”.

Éstos son los hechos y ya veremos en qué para todo. Es uno de esos casos en que un amigo abogado recomienda no descartar nunca en materia de tribunales la posibilidad de que los burros vuelan.

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